Experto en el conflicto israelí-palestino: “La paz es un hecho que sí puede ser”

Gabriel Schorr sirvió en el ejército israelí y estuvo presente cuando comenzó la ola de 1,044 atentados suicidas que comenzó en los años 2000 y 2001

Gabriel Schorr, experto en conflicto judío-palestino, sirvió en el ejército de Israel por más de 23 años. (Matías Boncosky)

El exmilitar y experto en el conflicto judío-palestino, Gabriel Schorr, nació en Brasil dentro de la religión judía. Al completar la escuela, emigró a Israel para conseguir la nacionalidad. Desde entonces, ha servido por más de 23 años a las fuerzas israelíes como paracaidista y le permitió convertirse en un experto en geopolítica, en concreto de la guerra que se vive en la Franja de Gaza, donde asegura que “la paz es un hecho que sí puede ser”. 

—Sobre sus orígenes, ¿cómo se convirtió en un especialista en el conflicto entre Israel y Palestina?

Yo nací en Brasil en Porto Alegre, un brasilero de religión judía. Creo que todos los judíos del mundo tienen una conexión muy presente con Israel y vengo de un hogar que tenía esa nación presente. Decidí terminar la escuela e irme a vivir a Israel, me transformé en ciudadano israelí y, como cualquier otro, tenía que cumplir con el servicio militar obligatorio. Estuve de paracaidista.

Justo en el año 2001 y en el año 2000 explotan en Israel una ola de 1,044 atentados suicidas durante cuatro años. Entraban a explotarse dentro del país, y como soldado yo tuve un contacto muy directo con eso. En verdad no sabía hasta dónde estaba entrando un año antes en Brasil, no sé si me imaginaba esa complejidad.

Fueron años de realmente intentar frenar a los hombres bombas de su entrada a Israel, conociéndolos muy de cerca, una diferencia abismal de lo que uno no conoce acá de lejos. Incluso ver la fragilidad de un ejército porque Israel, por más que no todo el mundo lo ve así, es muy occidental, somos personas muy normales como en occidente. El terrorismo no, es algo predispuesto a causas muy fuertes y yo tuve una un contacto bastante directo.

Con eso terminé y empecé a estudiar como guía de turismo y me especialicé en geopolítica del Medio Oriente, desde ese momento tengo un contacto muy grande con el conflicto también.

—¿Dónde nace este conflicto?

Cuando a veces hago conferencias, en primer lugar comienzo con un simple dibujo del siglo 4 que muestra el planeta tierra en esa época, no habían descubierto las Américas, tampoco Oceanía, se resumía en Europa, Asia y África. No sé si todos paran a ver que hay un pedazo de tierra que conecta los tres continentes, que se llamó en su momento Canaán, después Israel, la tierra prometida.

Diría que siempre hubo conflicto en esa zona, el comercio antiguo siempre pasó por allá, era una tierra que siempre fue acompañada de conflictos.

En segundo, la fe. Es una tierra que da origen a las tres principales religionesal judaísmo el cristianismo y después el Islam, todo en ese mismo pedazo de tierra. Entonces la fe también siempre estuvo presente en las batallas. Los judíos, cuando son dispersos de la tierra bajo el Imperio Romano, mantendrán esa conexión con Israel por el sueño de volver, y esas ganas son independientes de lo que está pasando históricamente. Yo diré que ahí empieza, ese es el origen de este gran conflicto.

Después, con el nacimiento del Estado de Israel en las últimas siete décadas, el conflicto se caracteriza en países vecinos islámicos de religión o etnia árabe que no aceptan la presencia no islámica y no árabe. Y en la era moderna de hoy ya ni eso es la guerra porque Israel ya tiene paz con muchos países de los cuatro vecinos, con dos tenemos una paz bien fuerte, Jordania y Egipto, y con muchos países árabes, como Emiratos, con los que tenemos relaciones diplomáticas, pero no hay conflicto.

Hoy ya, yo diría que la raíz del conflicto actual ya es el fundamentalismo islámico a través del terrorismo, por ejemplo, Hamás y Yihad contra la presencia no islámica que sería el Estado de Israel.

—¿Hasta qué punto es una guerra de fe o por intereses políticos?

Diría que es difícil de conectar la palabra fe en esa zona, pero sí tendré que poner una balanza con un 80 % más político y un 20 % religioso. En la guerra con países, se deja la fe de costado, no significa que sean países que no tengan religión, pero Israel de por sí es bastante laico, es judío, no se ve como ortodoxo o religioso en su gran mayoría. Las naciones árabes no dejan de ser musulmanas, aunque no siendo fundamentalistas o religiosos. Ahora, en el conflicto actual de Hamás, se utilizan bastante la predisposición religiosa, pero el instrumento de guerra es la política al fin y al cabo. 

—¿Cuál es el objetivo que se está marcando Israel, no solo durante el conflicto, sino ya una vez acabe? 

Su gran objetivo es la aceptación por los países vecinos. Nació con el único objetivo de que judíos del mundo entero, quizás con el trauma de la Segunda Guerra Mundial, puedan tener el estado en la tierra prometida y vivir ahí.

Para eso hay que ser aceptado por los vecinos, sino será un estado en guerra. El gran objetivo es ese, y lo que está impidiendo en los primeros años, como dije antes, era la no aceptación de muchos. Eso ya cambió, un porcentaje muy significativo del mundo árabe no tiene ningún problema en la existencia de Israel, al revés, ya están viendo muchas cosas que pueden tener en común. Yo diría que muchas de esas naciones ven con Israel la convivencia y el progreso de transformar el desierto en flores. Lo que nosotros sentimos es que el fundamentalismo está impidiendo esa realidad a través del terrorismo

—¿Dónde se radica el fundamentalismo?

Tiene fuentes, sean financieras y de armas, en Irán, que es un país que subsidia mucho ese terrorismo, sea en Afganistán y Pakistán con Al Qaeda, sea en el Líbano con el Hezbolá, en Yemen con los hutíes, sea Nigeria con Boko Harám, sea en Gaza y Cisjordania con el Hamás y la yihad islámica. Entonces, a lo que aspiraría Israel es que todos esos grupos no tengan poder de ataque e influencia.

Si hacemos un 'zoom-in' a la convivencia con el pueblo palestino, está siendo molestada por ese movimiento.

—¿Qué objetivos tienen?

Expulsar a Israel de esa zona, que representa un pie occidental dentro del Medio Oriente. Es casi la última señal no musulmán y no árabe en la zona. El fundamentalismo en sí quiere volver a lo que era la época de los califatos, donde todo ese territorio musulmán es independiente.

Ahora, sí me preguntabas a mí, no sé si todo terrorista sabe de lo que estamos diciendo de tres mil años de historia y de la conexión porque al fin y al cabo ellos entienden que la presencia de Israel en esa tierra es lo mal, es la invasión, la ocupación. Ven esa presencia como algo que está haciendo daño y que quieren terminar con esa ocupación.

Nosotros aspiramos en este conflicto a erradicar el fundamentalismo y de esa forma liberar al pueblo palestino para que pueda elegir, como Egipto, como Jordania, como Marruecos, como Emiratos, y decir “tenemos un estado independiente vecino de Israel y dejar los conflictos para la historia del pasado”.

—¿Van más allá de sus fronteras? Es decir, ¿se expandirá atacando el fundamentalismo en los países vecinos?

Yo diría que Israel no tiene la capacidad actual para meterse en problemas lejanos, ni digo ajenos, lejanos. Sí puedo decirte que el mundo árabe más progresista, como los países que nombré, ven en un aliado, no lo dicen en los medios, porque al fin y al cabo ellos quieren su estabilidad y se entiende la complicidad demográfica que tienen, pero sí ven en Israel como estamos hablando el mismo idioma.

—¿Cómo funciona estratégicamente, qué objetivos hay marcados?

Primero, en relación a los palestinos, no estábamos hasta el 5 de octubre o 6 de octubre planeando un conflicto; al revés creo que hasta creímos demasiado en la armonía de los últimos años y quizás bajamos la guardia en lo que tiene que ver con la frontera con Gaza, que ayuda a entender un poco cómo Israel sufre un ataque de tamaño tan significativo.

Cuando ocurre el 7 de octubre y secuestran a 250 personas, uno de los primeros objetivos es traerlos de vuelta, una misión casi imposible y muy difícil porque no estamos hablando de algo equilibrando. Los que entraron eran personas predispuestas a la muerte y es algo difícil de entender para mí, lo aprendí, lo empecé a aprender en el año 2001.

Es una misión muy difícil porque Israel ha tenido guerras con Gaza, pero nunca ha puesto un objetivo como ese y yo he participado como reservista en la guerra de 2009 y 2014. En la primera, el objetivo era intentar encontrar disparadores de cohetes para evitar que fueran a Israel; en 2014 buscábamos túneles que invadieran territorios para que no hubiera ataque por ahí, nunca Israel dijo terminar con el Hamás.

Ahora sí, son dos misiones bastante complejas: recuperar a los secuestrados y eliminar el poder bélico y gubernamental del Hamás. Para mí me es importante traer una nueva realidad. No estamos queriendo golpear y salir o golpear y dominar, no hay ningún interés de volver a ocupar Gaza. Israel estuvo hasta el año 2005 y luego fue entregada a la Autoridad Palestina sin ningún objetivo de volver a entrar. 

—¿Cómo valoraría la respuesta de ambos bandos? y ¿cómo no pudo prevenir Israel el ataque por parte de Hamás?

Creo que cometimos un error, que infelizmente volveríamos a hacerlo y, como todo el mundo, es una ceguera hacia el “peace and love”. Nos es muy difícil entender que la persona religiosa eligió la muerte porque viene de una educación fundamentalista. 

Es difícil encontrar explicaciones matemáticas. Se equivocaron todos. Lo que más queremos no es cambiar, sino volver a lo que era antes del ataque. 

La segunda parte de tu pregunta, cómo veo la reacción; la guerra en Gaza va a ser vista y analizada en los próximos años en todos los ejércitos occidentales como una de las más complejas y profesionales del mundo. Militarmente hablando, el ejército está logrando éxitos que no se alcanzaron en ningún lugar. Por ejemplo, luchar en túneles con personas adentro, pero también en un edificio arriba del mismo, no puedes explotarlo porque hay un edificio arriba o porque pueden haber rehenes adentro. ¿Cómo luchas en eso? Te puedo decir que no había esa respuesta en el libro de guerra, Israel lo está inventando en tiempos de batalla.

Es muy complejo. Yo, durante unas conferencias en noviembre del año pasado, me preguntaron cuánto tiempo te imaginas que durará, a lo que respondí no menos de un año en lograr sacar el Hamás de adentro de la vida cotidiana de la Franja de Gaza, aunque es mucho más difícil de lo que se imagina la media y las redes sociales. 

—¿Cuál es la percepción de Israel entre sus vecinos?

Ellos, no sé si se dice acá en República Dominicana, “caminan en huevos", dan pasos muy sensibles porque tienen todavía la causa palestina muy presente en su país. Te doy un ejemplo, mucha gente me ha preguntado “¿por qué cuando empezó la guerra Egipto no abrió la frontera?”. Es muy complejo para ellos y en algunas formas nos toca a Israel, digamos así; le toca al país que todavía no tiene paz con los palestinos.

—¿Hay alguna percepción internacional sobre el conflicto que usted vea que no se asemeja a la realidad?

Sí, número uno la gente que ha utilizado fuentes de información que son del Hamás, como el número de muertos en la guerra, pues todos los periodistas y periódicos utilizan fuentes que vienen del Ministerio de Salud de Gaza y ¿quién es el Ministerio de Salud en Gaza? es el Hamás, no la Autoridad Palestina.

Entonces, gran parte de la información que sale de ahí es sacada de un movimiento terrorista, el mismo que hizo los ataques de octubre, las violaciones, los secuestros, etcétera. Es una fuente que yo no llamaría confiable. Ahora, yo no culpo al occidente y a la media, creo que es muy difícil entender el conflicto y están bastante lejanos. Suena que el débil es el palestino y el fuerte es el Israel y yo, por ejemplo, lo veo distinto. Me veo a mí mismo como un soldado armado versus un terrorista: yo soy el débil.

Lo único que quiero es volver a mi casa en el fin de la guerra, si puedo. Además, tengo tres hijos y si puedo regresar sano mentalmente y entero, maravilla de Dios. Pero déjame, por favor, volver a mi casa y con esa realidad yo entro al campo de batalla. Del otro lado está un terrorista que se puso un chaleco con bombas, no lo va a sacar el chaleco, se va a explotar.

Él ya ganó la guerra. Esa es mi percepción. Él siempre gana porque puede morir sin matar a nadie. Y, si además puede ir matar al soldado que está delante, ganó dos veces; y con un par de civiles por el camino, ganó más todavía. Creo que esa es mi percepción de la guerra.

Ya es muy difícil que nosotros ganemos, contamos la muerte con mucho miedo. Yo lo digo como un soldado que estuvo en el campo de batalla, con mucho miedo, pensando en cómo vuelvo a mi casa y logro liberarme de las experiencias que estoy pasando acá. En cambio, esa sensación no la ves en el terrorista, no lo ves temblando, lo ves entregado a una causa.

—¿Qué cosas vio que crea que el resto del mundo sea incapaz de entenderlas? 

Primero que el ejército israelí tiene mucho cuidado en disparar. Te doy ejemplos técnicos operacionales; por ejemplo ellos usan AK-47, que es una ametralladora automática, nosotros usamos semi-automáticas, ya de por sí dice bastante. Es muy precisa la cantidad y la precisión de las balas. Ni siquiera dispara un único soldado, se avisa que estás viendo al enemigo y entre dos o tres soldados disparan juntos para tener la precisión, saber que están yendo las balas contadas a ese destino.

A mí me ha tocado ver cosas así, de levantarme para disparar y ver a una persona armada con un niño a su lado abrazando la pierna, debe ser su hermano más chico. Ahí no tengo autorización de tiro, pero él sí la tiene. Mientras te está disparando, ves que el hermanito no está atado a su pierna, sino abrazando al héroe, al hermano más grande la casa.

Es muy difícil para un soldado lidiar con ello, gracias a Dios no tenemos autorización de tiro. Entonces ¿qué ocurre en esa situación? te agachas y llamas a la persona que tiene la metralleta con granadas de humo, llenas el costado de humo y entra en acción una unidad de perros, que tiene una instrucción de atacar material caliente, o sea, la persona que tiene la arma de fuego. Yo no sé si podría mirar a mis tres hijos si mi país dejara que disparase.

—Como soldado, ¿qué diría qué es lo que más afecta en un conflicto como este?

La pérdida de esperanza, porque ese hermano del terrorista, el que es chico y que hoy no es considerado peligroso porque no está armado, tiene una predisposición bastante grande para que 10 años más ese sea el hermano más grande. Yo diría que quizás afecta mucho el pesimismo.

En mi caso no es así, será igual porque nací en Brasil, porque mitad mío es latina o porque estudio mucho la geopolítica y prefiero agarrarme en países árabes que fueron tan enemigos nuestros como Egipto y que ya no lo son. Entonces prefiero entender la dificultad del niño con su hermano. Entender que amor no vamos a tener muy pronto, pero que la paz es un hecho que sí puede ser. 

—¿Cómo crees que puede terminar este conflicto?

Yo infelizmente no creo mucho en que el comandante de Hamás vaya a decidir, de la nada, cambiar su forma de ser y proponer un acuerdo de paz. Después de haber entrado el 7 de octubre, no sé no, no veo en él un deseo de paz.

Creo que sería la manera más rápida, si Hamás ahora decide parar, decir: "acá están los secuestrados y exigimos de Israel sacar a sus ejército" y no se ataca más, finalizaría la guerra. Sería, yo que trabajo con turismo en Israel, lo que más quiero. También que vuelva a haber normalidad, pero infelizmente no lo veo, creo que vamos a tener más meses de guerra. 

Aún así, yo creo que vamos a lograr llegar al comando mayor de Hamás.

—¿En qué plazo?

El año que viene, el recorrer de estos próximos meses.

El mundo vive una realidad bastante compleja y el está bastante conectado a Estados Unidos. Ellos celebran elecciones en noviembre y asumen el gobierno en enero, vendrán grandes cambios mundiales, el mundo entero se congela un poco en esta época del año, y eso incluye la guerra en Israel. Existe la dependencia de no hacer grandes pasos sin tener a Estados Unidos como respaldo.

Diría que no antes de enero o febrero del año que viene, es decir, los meses después. 

Periodista español y redactor en Diario Libre. Graduado en Periodismo por la Universidad de Navarra, España.