Símbolos, color y tradición matizan Día de Muertos en México

La "Feria del cartón" es un mercado donde se encuentra lo necesario para un altar de muertos

Vendedores de elementos típicos para el Día de Muertos se instalan en el parque Morelos. EFE/Ulises Ruiz Basurto


JALISCO (México). En el Parque Morelos de Guadalajara, capital del occidental estado mexicano de Jalisco, cuna del tequila y los mariachis, un centenar de familias de artesanos mexicanos lucha por promover las costumbres del Día de Muertos mediante la elaboración y venta de juguetes y productos alusivos a esta celebración, en la que los mexicanos recuerdan a sus difuntos. 

Es la "Feria del cartón", también conocida como "Tianguis de la muerte", un peculiar mercado donde los visitantes encuentran desde calaveritas hechas de azúcar, juguetes de cartón o los elementos necesarios para crear un altar de muertos.

Camino colorido al Más Allá

Miguel Jiménez, líder de los comerciantes de esa feria, explica que el mercado nació de forma itinerante hace 50 años cuando artesanos de otros estados de México viajaban a Guadalajara a vender sus productos.

Fue hace dos décadas cuando se establecieron en este parque, convirtiéndolo en un sitio indispensable para las festividades de la época.

Apenas llegar a esta feria los visitantes son recibidos por un altar de muertos de tela negra y decorado con papel picado color violeta y rosa mexicano, además de cempasúchiles, flores de un tono naranja tan intenso que las culturas prehispánicas creían que iluminaban el camino de los difuntos.

Toda una gama de colores se abre paso conforme se recorren los 170 puestos que exhiben calacas (calaveras) en distintos tamaños, formas y sabores - chocolate, azúcar glas o chicle-, las cuales llevan escrito en la frente el nombre que el cliente pida.

También hay papel picado, velas, incienso, copal, dulces típicos mexicanos y cualquier producto -incluso en miniatura- que, según la tradición, sirva para decorar el altar de muertos en casa o el que los profesores piden a los niños como parte de sus deberes.



Tradición muy familiar

Xóchitl Guevara acude a este sitio desde pequeña y ahora lo hace acompañada de su hija de 10 años. "Es una forma de que ellos se emocionen y (así) mantener nuestras tradiciones", expresa a Efe.

Su hija Sofía la interrumpe y cuenta que aprendió a montar el altar con su familia y que la clave es echar a volar la imaginación pero siempre "respetar lo que los ancestros representaban para sus muertos".

"La gente sigue viniendo a comprar porque le gustan los productos, pero también gracias a que las escuelas inculcan la tradición del altar a los niños y ellos convencen a sus papás de hacerlo. Por eso se ha mantenido más que el Halloween", opina Leticia Salinas, cuya familia elabora claveritas de azúcar desde hace medio siglo.

En las compras de los visitantes no pueden faltar los esqueletos con elegantes vestidos y sombreros de plumas conocidos como "Catrinas", así como el humeante pan de muerto recién salido de los hornos portátiles que ahí se instalan.

El aroma de los coloridos ataúdes, las máscaras de calavera y las coquetas muñecas elaboradas con papel cartón y pintados a mano, así como los cochecitos o camitas de madera, evocan épocas que permanecen en la memoria de los más adultos, quienes saben que aquí es uno de los escasos lugares donde encontrarán estos juguetes de antaño.

"¡Mira, las "monas" de cartón! ¿Sabes que yo jugué con una de esas?", cuenta con tono de nostalgia una abuela a un chico de unos ocho años que inspecciona la impávida muñeca, cuya gracia radica en que sus extremidades pueden moverse.



Competencia de Halloween

Originario de Michoacán (vecino de Jalisco) Pedro Fuentes, con 36 años de antigüedad en esta feria, asegura que aún son populares este tipo de productos, pero lamenta que la mayoría de los niños prefieran los juguetes modernos "que solo son de plástico y no duran nada".

Afirma que, aunque son miles las familias que frecuentan el mercado, son cada vez menos los que se mantienen fieles a la festividad de Día de Muertos y se dejan influenciar por Halloween.

Miguel Ángel Figueroa, originario de Ciudad de México dejó de vender hace una década la artesanía de cartón y optó por las máscaras, los atuendos y los maquillajes con demonios y hombres lobos porque "hay que buscar lo que se venden más".

"Nuestras tradiciones están muriendo, y eso se puede ver en las imágenes y disfraces de zombies y brujas que van ganando terreno entre los comerciantes", dice.

Pese a ello, hay artesanos que están convencidos de que esta tradición debe permanecer para que la identidad de los mexicanos perdure.

"(Llevo) casi 35 años aquí y no es lo mismo, no se vende igual, pero lo que queremos es aferrarnos y seguir con la tradición", expresa Irene Flores, vendedora de productos de madera y "Catrinas".

Abel Godínez, vendedor por más de 30 años afirma que estas tradiciones permanecerán por largo tiempo: "Muchos papás traen a los niños para enseñarles cómo se honra a los muertos y cómo los usaban ellos (esos juguetes), y eso es bueno que lo conozcan, para que ellos lo enseñen también a sus hijos", concluye.