Natacha Batlle, una poeta canina y nebulosa
Esta poeta, originaria de Hato Mayor, ha sido profesora, artesana y pasajera ambulante de las calles de Santo Domingo
Hace unos años, el escritor dominicano Claudio Troisemme dijo que Natacha Batlle hace que una noche en el parque Duarte se convierta en palacios de la destrucción. Probablemente tenga razón, pues, esta poeta, originaria de Hato Mayor, ha sido profesora, artesana y pasajera ambulante de las calles de Santo Domingo.
En libros como Bajo la piel de la aguja, La muerte en cuatro o Fisionomía de un dedo con plumas, Natacha explora preocupaciones como la muerte, la tristeza y su visión estética del mundo. A la vez, hace apuntes de intención puramente política, es decir, social.
A continuación los poemas Canina y Nebulosa:
Canina
Caminar por la vida como un perro
como un ojo de perro
o colgada a la cola del perro
aullar y atravesar la elipsis de un salto y otro salto
por eso voy canina entre las sombras
olisqueando los huesos de la muerte en las esquinas
voy a cuatro patas
con las orejas atentas a canciones de media luna
y sí
muchas veces confunden mi cansancio con derrota
el sueño aparente bajo una hoja de zinc
o el banco del parque
pero pocos saben cómo yo
apagar el día con el rabo
mucho menos enterrar los colmillos en la carne del agua
corro como el perro que ha perdido su amo
como aquel que se avienta a atravesar a otro por la espalda
desfilo la vida dejando las huellas de mis patas
mi nombre de perro
y hasta el apellido de perro
cruzo por ella
porque la sed ya no cabe en la lengua
ni en la hoja
ni en esta noche tuerta.
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Nebulosa
El punto medio entre ruido y silencio
Es una lengua desconectada del alma.
Así una ola se eleva a tocar tu cielo
Mientras los kilómetros beben del mundo
Una respuesta maquillada
Pero yo
Que soy un obrero con ataques de niña
Me pregunto si hay alguna mano
Que sostenga el temblor de mi labio
Cuando la tierra se desploma.
He despertado alguna vez en una yagüa
deslizándome entre las venas del Caribe
Pero hay otro yo
crucificado
Con las palmas repletas de orificios
Por donde podrías acechar la noche de mi noche.
Si no hay hallazgo más tangible
Entre el puente de la nariz
Y la prosa que baila en el recuerdo
Decido lanzar otro beso al aire
Y algún temblor de mi labio cansado
Para medir en sabia prudencia
La carrera de yegua desbocada
En que se ha convertido mi sangre
Y tal vez
Acunes entre tus muslos mi mejilla ausente
Y yo podría escribir otras cosas y a otro ritmo
Introducir el gemido que duele y huele a palabra
Sin embargo
Te he soñado sin remedio
Y el punto medio del ruido y del silencio
Se ahoga en grietas entre cabeza y cuello
En libros y decadencia
En aquello que callamos
Por el miedo a sorprendernos
A izar la piel de madrugada
Y cantar
Himnos de cuerpos siendo verbos.
Entre el ruido y el silencio
Yo espero
Nebulosa.
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