Sin faltar una coma

Las letras y los signos son protagonistas ocultos en nuestro lenguaje

Las letras y signos son protagonistas ocultos en las expresiones del lenguaje. (Shutterstock)

Hace unas semanas pusimos los puntos sobre las íes. O, al menos, nos entretuvimos analizando la historia de esta expresión tan peculiar basada en la tradición ortográfica de nuestra letra i. Descubrimos que los hablantes crean expresiones que juegan con la propia lengua aplicando conceptos relacionados con ella a los ámbitos más diversos.

No sabemos quién las dijo por primera vez ni por qué; a veces tampoco sabemos explicar la motivación original de su significado. Lo cierto es que el tiempo las ha ido fijando y que hoy funcionan para nosotros como cualquier otra palabra, hasta el punto de estar incluidas en el diccionario.

Por ejemplo, no he encontrado una explicación convincente para la expresión por x o por y, o para su hermana gemela por h o por b. No sabemos por qué se han elegido estos pares de letras y no otros.

Las usamos, en distintas variedades geográficas del español, para referirnos a algo que sucede o se hace por una u otra razón. Tampoco sabemos por qué en unos sitios el par lo forman la x y la y mientas que en otros son la h y la b.

Sin embargo, está claro que a todos nos gusta leer entre líneas. No nos basta con leer las líneas de un escrito; queremos además leer entre ellas.

Si lo pensamos bien y lo interpretamos de manera literal, es imposible; sin embargo, figuradamente se trata de buscar en un texto la existencia de un sentido que no está expresado explícitamente, que se esconde «entre las líneas», como alacrán debajo de yagua vieja o gato entre macuto.

También los signos de puntuación participan del juego. Un simple punto, minúsculo e insignificante, se llena de significado cuando escribimos, hasta el punto de hacérsenos indispensable para comprender bien lo que leemos. Como signo de puntuación puede ser punto y seguido, punto y aparte y punto final.

El punto final es aquel que marca la conclusión de un escrito o de una de sus partes destacadas, por ejemplo, un capítulo. En la lengua común jugamos con este último y decimos ponerle punto final a algo cuando pretendemos darlo por concluido.

La coma, imprescindible como signo de puntuación, también tiene su parte en este juego. Coloquialmente decimos que nos sabemos algo o que contamos algo sin faltar una coma cuando queremos destacar que lo hacemos con precisión y formalidad.

Y qué decir de los preciosos y precisos paréntesis, que cada día usamos menos, a pesar de su utilidad en la organización del discurso. En la escritura abrimos y cerramos paréntesis, como signos dobles que son, para intercalar en un mensaje una aclaración o un inciso.

Y, figuradamente, también cuando hablamos podemos apuntar algo entre paréntesis, para indicar que suspendemos por un momento aquello de lo que estamos hablando para intercalar algo ajeno a lo que estamos diciendo.

Si por ha o por b se les ocurre utilizar cualquiera de estas expresiones (entre paréntesis, no dejen de hacerlo, porque siempre son útiles), háganlo sin faltar una coma.

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.