“Cualidades” masculinas desastrosas
Existen cada vez más hombres dispuestos a crecer. Para hacerlo, deben superar una serie de mitos tontos y sin sentido en esta época de internet y globalización
Me emociona saber que existen cada vez más hombres dispuestos a crecer. Para hacerlo, deben superar una serie de mitos tontos y sin sentido en esta época de internet y globalización. Walter Riso, en su libro “Intimidades Masculinas”, dice lo siguiente al respecto:
“Pese a que el poder masculino ha sido trasladado del garrote troglodita al maletín ejecutivo, la fuerza física aún es un requisito importante de masculinidad para muchos hombres y mujeres. Esta creencia puede generar en los jóvenes varones un trastorno opuesto a la anorexia femenina, pero igualmente grave, en vez de Twiggy, Charles Atlas. Muchos adolescentes hombres muestran serios problemas de autoestima y autoimagen porque se perciben a sí mismos como enclenques, demasiados flacos o alejados del patrón ‘fornido’ tradicional: ‘Me gustaría tener más espalda’, ‘Quisiera ser más grueso’... El silogismo es claro, aunque falso: ‘Un verdadero hombre debe ser fuerte, la fortaleza está en los músculos. Yo no tengo suficiente desarrollo físico, por lo tanto, soy poco hombre y poco atractivo’”.
Esto los lleva de cabeza al gimnasio y a los anabólicos, aunque hagan daño a su salud. Las mujeres tenemos cierta responsabilidad. Al derretirnos ante un cuerpo musculoso, seguimos valorando la fuerza masculina que tanto criticamos. También los brazos fuertes y definidos, la espalda a lo Espartaco, ser valientes, seguros de sí mismos, determinados, autoritarios y dominantes...
Hasta que nos casamos, y estas “cualidades” se nos tornan insoportables. No acabamos de entender que pedir esto a los hombres es una forma de someterlos a una socialización y crianza inhumana, dura, fría y distante. Para complacer a la sociedad, a sus familiares y a las mujeres, los hombres sufren y se acostumbran a comportarse de manera inadecuada, se vuelven analfabetos emocionales. Y aunque las cosas han ido mejorando, aún la debilidad masculina es vista con cierto desprecio por la sociedad. Se espera del varón que resista el dolor, tanto el físico como el psicológico, que sea valiente y fuerte; pero a la vez queremos que sea tierno, comprensivo y amoroso.
Es importante destacar que, en una pareja, esas “cualidades” masculinas son desastrosas. La relación de pareja se basa en la intimidad. Para lograrla, hay que tornarse vulnerable, desnudarse por fuera y por dentro, mostrar nuestras emociones y comunicarlas, ser tolerante y comprensivo, respetar la cosmovisión del otro, aprender a compartir el poder.
Con lo que le enseñamos a nuestros hombres, ¿los preparamos para eso? Creo que no. Para todo lo dicho, no se necesita fuerza física, sino todo lo contrario. Firmeza y honestidad nada tienen que ver con autoritarismo, entre otras muchas cosas.
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