Laura Amelia Guzmán: “El cine es una manera de uno procesar el mundo que le rodea”
La reconocida cineasta dominicana será homenajeada en el Paseo del Cine Dowtown
Ya sea como directora, guionista, productora y hasta como actriz, por años Laura Amelia Guzmán se ha dedicado a hacer cine. Más de una década después del estreno de su ópera prima, “Cochochi” (2007), la cineasta dominicana será uno de los talentos de la industria cinematográfica dominicana que serán honrados en la IV edición del Paseo de la Estrellas del Cine Dominicana. Con esta ceremonia Caribbean Cinemas y Downtown Center homenajean figuras del cine de República Dominicana con estrellas que se fijan en la calzada del centro comercial.
¿Cuál fue tu reacción cuando te enteraste de tu selección para formar parte del Paseo del Cine Dowtown?
No me lo podía creer. Como que decía: “¿Yo, tan joven, meritoria de una estrella?”, pero la verdad es que, viendo hacia atrás, no soy tan joven, tengo una carrera y tengo hijos grandes ya. En dos años “Cochochi” cumple 20 años. "Jean Gentil" es del “2011”, o sea que tiene muchos años también. Eso me hizo ver hacia atrás y ver el recorrido. Se ha caminado mucho y hemos pasado por muchas inquietudes y gracias a mi entorno en general, a mi compañero de vida, a mi familia, me he permitido seguir haciendo lo que me gusta y explorando el mundo a través del cine, respondiendo todas esas preguntas que a uno le surgen a diario a través de esa búsqueda interna. Porque el cine es una manera de uno procesar el mundo que le rodea. Así por lo menos ha sido para mí y le agradezco a la industria, y a todos los que me seleccionaron para esto, avalar este camino. A veces uno tiene dudas, pero esto me da fuerza para seguir.
Ya tienes más de 10 años trabajando en la industria del cine. Ahora que tuviste esa oportunidad de mirar hacia atrás, ¿cómo describirías tu evolución como cineasta? ¿Cómo has cambiado?
Claro que he evolucionado mucho en la manera en que uno se aproxima al quehacer cinematográfico. En un principio era una mirada hacia el otro, entender el mundo a través del cine, pero en los últimos años la cosa ha cambiado. Primero por razones prácticas, porque en un principio cuando no teníamos familia, como Israel y yo hacemos cine juntos, era más fácil moverse. Nos íbamos a cualquier parte remota a meternos de cabeza en un proyecto. Cambiábamos de vida cada dos años. Cada vez que teníamos un proyecto cambiábamos de vida radicalmente. Llegó un punto en el que eso no era sostenible, porque los hijos estaban creciendo y existen cosas como escuela y estabilidad. Eso obligó a que uno ya no fuese alejándose tanto de su universo y empezamos a hacer un cine quizás más introspectivo y personal. Ha ido evolucionando hacia eso. Mucha gente empieza su ópera prima haciendo una obra muy personal. Yo creo que para nosotros ha sido al revés. Empezamos más observando al otro, entendiendo el mundo que nos rodeaba a través del otro, para llegar a lo personal con las obras. Ya vamos para el noveno largometraje.
Has hecho casi de todo a nivel de producción cinematográfica, pero ¿dónde te has sentido más a gusto?
¿Sabes qué es lo que más disfruto de mi proceso cinematográfico? La investigación. El momento en el que me sumerjo en ese universo y puedo durar el tiempo que yo quiera enriqueciéndolo y armando las piezas del rompecabezas. A mí me encanta armar rompecabezas de cinco mil piezas y con el cine es igual. Mientras más piezas tenga, más interesante es para mí, más divertido es el juego, pero me pasa una cosa, una vez que tengo todas esas piezas, me abrumo. Es demasiado. Por suerte, a mi lado está Israel Cárdenas, que es editor desde el guion. A él le encanta editar. Él edita desde niño y desde el guion ya está editando. Él da estructura a mi vida y a mis historias.
Me encanta hacer el casting yo misma de mis actores y de la gente con la que voy a trabajar. De hecho, no puedo pensar en un guion sin ver los rostros de las personas. Necesito tener claro con quién voy a trabajar antes de terminar ese guion. Es que me alimentan demasiado. Necesito siempre ese contacto con la realidad. La realidad supera la ficción siempre. O me supera a mí. Entonces, sí, siempre me nutro de ese recurso.
¿Y qué sientes que te falta por hacer?
¿Qué me falta? Esa es una buena pregunta porque tiene que ver con el siguiente proyecto, pero ahora mismo estamos empezando a editar una película que todavía no tiene título, por lo cual no hemos hecho mucho ruido. Terminamos el rodaje el 11 de octubre y estamos empezando a ver el material. Estoy en el break postrodaje. Para llegar a un rodaje, uno suelta toda la vida. Y durante el rodaje, ni se diga. Ahora estoy recuperando el tiempo perdido con mis hijos. Entonces es eso, encontrar ese balance. No es que me falte, pero siempre va variando porque los hijos van creciendo y las necesidades son otras. Todos los días son una persona nueva y uno tiene que encontrar ese balance en cómo mantenerse haciendo lo que uno ama sin comprometer sus deseos ni lo que necesita como persona y dar a los hijos lo que ellos necesitan también.
Se aproxima el estreno de “La Hembrita”, que es tu más reciente película como guionista y la primera que diriges en solitario. ¿Cómo surgió la idea de esa historia?
Bueno, es que hay tantas piezas ahí... Ese rompecabezas es enorme, pero la verdad es que es medio loco cómo inició. Surge cuando murió mi abuela, que fue como mi mamá, porque mi mamá tenía 18 años cuando yo nací. La abuela y la madre te marcan como mujer, tan fuertemente que una, como mujer, quiere pasar ese conocimiento, esa transmisión de mujer a mujer, de generación en generación, hacia tus hijas, pero yo tuve hijos. En mi casa éramos mujeres y desde que nacieron mis hijos, mi papá siempre pregunta: ¿para cuándo la hembrita? Cuando murió mi abuela yo entré en una situación y de ahí surgió el filme, de buscar el significado de esa transmisión. Me hizo reflexionar y quererme meter en ese mundo. Reproduje el apartamento de mi abuela para la película en el estudio, allá en Pinewood.
“La Hembrita” tiene mucho que ver con duelo, con crecimiento, con los tres ciclos de ser mujer: ser niña, adulta y la vejez. Tiene que ver con las relaciones intrafamiliares, que siempre me ocupan mucho de mi día a día, de mi cabeza, de mis preocupaciones diarias. Dentro de las relaciones intrafamiliares incluyo la relación con la persona de ayuda de la casa. O sea, la empleada doméstica que se vuelve parte de la familia y, en muchos casos, una segunda madre para los hijos. También es un homenaje y un reconocimiento a esa ayuda con la que contamos. Son relaciones sumamente estrechas, y a veces desiguales ,en el sentido del manejo de la confianza. Uno como empleador está totalmente expuesto. Abre su mundo, su casa, cada rincón de su privacidad y su intimidad, pero, por el contrario, uno no conoce demasiado o suficiente del otro lado. “La Hembretia” es el encuentro de estos dos mundos dentro de una burbuja.
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