Límites para mantener una relación saludable con tus hijos adultos
Este tipo de condiciones pueden ayudar a mantener una relación saludable y equilibrada
Todas las relaciones cambian con el tiempo, por eso es necesario tomar las medidas necesarias para cuidar de aquellas que son las más importantes y esto a veces implica imponer límites. Y tomamos como ejemplo la relación de una madre con sus hijos adultos.
Esta relación puede servir como modelo de comportamiento saludable, fortalecer los lazos intergeneracionales y proporcionar apoyo en la crianza de los nietos.
Aun así, establecer límites no solo es crucial para cuidar de la salud mental de ambas partes, sino que también puede ayudar a fomentar la autonomía, responsabilidad y el desarrollo personal de los hijos adultos para mantener un equilibrio familiar, asignando roles y responsabilidades claros.
De todas formas, el rol de los límites en el cuidado del bienestar y el crecimiento, tanto de la madre como de sus hijos adultos, es un tema complejo cuyos aspectos será desarrollados a continuación por la psicóloga y terapeuta familiar Dolisbel Rodríguez (@mentalmenterd).
¿Cuáles son las características de una relación saludable entre una madre con hijos que ya son adultos y llevan sus propias vidas?
Las relaciones saludables entre las madres y sus hijos adultos se basan en el respeto mutuo, el apoyo sin buscar ejercer control y la flexibilidad en los nuevos roles y etapas de cada uno.
Por otro lado, la autonomía del hijo adulto tendrá que ser reconocida por la madre en un vínculo saludable, donde este puede tomar sus propias decisiones y ejercer su rol de adulto con responsabilidad.
¿En qué consiste establecer un “límite” en una relación?
Establecer límites se refiere a expresar las propias necesidades dentro de las relaciones interpersonales, sin que esto implique lacerar las de los demás, y a su vez que no suponga superponer las necesidades de los otros a las propias. Además de comunicar las necesidades, también implica actuar en coherencia con estos límites.
Los límites se tratan de lo que hacemos, no de lo que hacen o dejan de hacer los demás. No podemos controlar la conducta de los demás y puede ser que las personas no estén receptivas a los límites personales establecidos.
Si se coloca una condición o se dice que no a una petición, demanda o expectativa, lo más importante es mantenerse firme y apegado a esta respuesta. Todo esto, pese a la incomodidad que genere en los demás en ese momento y a los ataques para lograr la respuesta habitual (que la persona ceda).
En otro sentido, es necesario entender que la labor de establecer y mantener los límites puede tomar tiempo y esfuerzo, en vista de que puede que se ha estado actuando sin contar con estos límites.
¿Por qué a veces es importante establecer estos “límites”?
Los límites son sumamente importantes en las relaciones interpersonales, incluso en las familiares, que muchas veces es donde más cuesta establecerlos. No contar con límites claros dentro de la relación madre-hijo adulto, puede deteriorar el vínculo.
El hijo recurrirá a mecanismos desadaptativos para poder sobrellevar la tensión, como la complacencia para cumplir con el rol del “buen hijo”.
Esta dinámica en la que el hijo satisface las expectativas y demandas de su madre, se fundamenta en la evitación de sus ataques o muestras de decepción e, implícitamente, la búsqueda de no representar una amenaza para ella.
Tanto el hijo como la madre en esta dinámica relacional mantienen una dependencia mutua en donde el hijo busca la valoración y aprobación de su madre y esta última se mantendrá acompañada y necesitada por su hijo.
¿Cómo se puede determinar cuándo es necesario establecer esos límites?
La persona que tiene dificultades en establecer límites puede encontrarse experimentando malestar. Es posible que tenga resentimientos hacia los demás.
Dice que sí y colabora con las necesidades de los otros, pero por obligación, con irritación y sin experimentar el bienestar que supone ayudar a otros. Parte del resentimiento es el sentimiento de injusticia en el vínculo pues se encuentra en la posición más incómoda de la interacción.
Es posible que en la interacción sin límites claros se tenga la sensación de estar dando demasiado de sí y no recibiendo lo mismo.
Otros indicadores es que se experimente agotamiento y agobio, pues el sujeto se ve inmerso en muchas actividades y compromisos y con poco tiempo para cumplirlos. De igual forma, no cuenta con el tiempo para responder a sus propias necesidades.
Por otro lado, es posible que la persona recurra al aislamiento para protegerse, evitando cualquier interacción para no afrontar la incomodidad. Al aislarse, la persona tendrá la transitoria sensación de paz y calma, pero en realidad no estaría desarrollando otras posibles formas de interactuar con otros, en donde no sea necesaria la evitación.
¿Qué pasos se deben tomar cuando hay un choque en cuanto a valores personales entre una madre y sus hijos adultos?
En el caso de la madre, deberá completar la difícil, pero necesaria tarea de respetar y aceptar las creencias y principios personales de sus hijos, a pesar de que disientan de los propios.
El establecimiento de las propias creencias, valores e ideas forma parte de la autonomía, que es una facultad propia y necesaria de la adultez.
Respecto a los hijos, es importante mantener la firmeza en sus convicciones, a pesar de que sus padres no estén completamente de acuerdo con estas. Por otro lado, deberá desarrollarse la aceptación de que no será posible vivir y conducirse plenamente tal y como su madre lo espera.
El disentimiento y el conflicto respecto a las creencias y cosmovisión es algo que puede ocurrir en cualquier otra relación interpersonal, no solo en las relaciones familiares.
Sucumbir a los posibles ataques debido a las propias convicciones coloca en riesgo al joven adulto de perderse a sí mismo por mantener la calma dentro del vínculo. Responder cediendo resultará en una calma transitoria, pero la verdad es que el joven adulto se sentirá insatisfecho consigo mismo.
Mantener un vínculo con la madre no debería implicar limitar la autonomía y el desarrollo del hijo en las distintas etapas de su vida. Disponer de mayor autonomía equivale a ser primero leal a sí mismo antes que ser leal a la familia de origen.
¿Qué le aconsejaría a una madre que quiere mantenerse presente en la vida de sus hijos sin pasar por intrusiva o insistente?
A una madre que quiere estar presente le recomendaría confiar en el criterio de sus hijos adultos para tomar decisiones y confiar en que sus hijos cuentan con los recursos necesarios para sobreponerse en momentos de dificultad.
Por otro lado, sugeriría que muestre su apoyo en lugar de liderar la vida de sus hijos. Aconsejar a los hijos puede ser útil y necesario y esto es diferente a dar instrucciones de cómo deben vivir.
Permitir que los hijos asuman responsabilidades y afronten las consecuencias de sus decisiones también forma parte del vínculo con el hijo adulto.
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