Candy Pandiella y la libertad medida en alto cilindraje
Cuando un método de transporte pasa de ser una solución práctica a un estilo de vida
Pocas experiencias se comparan con manejar un motor, la sensación de sentir la brisa en la cara, la conexión directa con la potencia del motor o la agilidad necesaria para poder desplazarse por carretera, una experiencia que hay que vivir para creer.
En el caso de Candy Pandiella, directora comercial y licenciada en publicidad, lo que inició como una solución práctica de transporte se convirtió en un estilo de vida.
A Pandiella le apasiona profundamente la experiencia de montar una motocicleta, ya que, para ella, este acto va más allá de ser simplemente una actividad recreativa. Es una experiencia en la que la brisa y el contacto directo con el paisaje la conectan de manera única con su entorno
“Es un momento que es solamente para mí”, comenta Candy sobre su experiencia al desplazarse en una motocicleta.
“Es un momento de libertad donde yo siento que la brisa y el contacto directo con el paisaje, no a través de un cristal de un carro o de una guagua, sino como estar yo incrustada también en el paisaje”.
Cuando se encuentra sobre su motocicleta, Candy se sumerge en un ambiente acompañado por su música y sus compañeras de viaje.
Experimenta la libertad proporcionada por la brisa y la velocidad, lo que convierte ese momento en uno de los más preciados para ella transformando esta actividad en una especie de terapia, un detox de las tensiones diarias, alejándola de las pantallas, el trabajo y el estrés.
El inicio de las jornadas motorizadas en la isla
Para Candy todo comenzó como una simple respuesta en su búsqueda por un método de transporte práctico en la ciudad en la que estudiaba su Doctorado en Comunicación Audiovisual y Relaciones Públicas.
“Mi pasión por el mundo de las motocicletas inició cuando vivía en España”, explica Candy.
“En Barcelona, la ciudad donde yo vivía, la gente se mueve mucho en moto. A finales del 2003 compré mi primera motocicleta, era como una Vespa, o un scooter, como la llaman allá. Con ese motor iba a trabajar, al gimnasio, a la playa y, bueno, hacía vida como si fuera mi vehículo de transporte”.
Al regresar a República Dominicana Pandiella se quedó con el interés de revivir la experiencia y trasladarse con un motor, excepto que este caso sería en las calles de su país.
Comenzó a buscar opciones similares a la pequeña moto que tanto le sirvió en Barcelona, pero sus amigos la convencieron de probar una alternativa distinta y comprara un motor más grande para que los acompañase en los rides que ya estaban acostumbrados a hacer.
Pronto Candy se unió a sus amigos en jornadas a lugares como Santiago y Cabarete.
“Ellos son los que me motivan a mí para que me compre una motocicleta de alto cilindraje, que es como se les llama a las motocicletas crucero, que es el motor que tengo en el día de hoy, una Yamaha Striker 1300 cc”, expresa la publicista.
En los 18 años de montar motores Candy y sus amigos han visitado distintos puntos del país como Baní, Bahía de las Águilas, Terrenas, Cabarete, Palmar de Ocoa y Bayahíbe.
En una ocasión hasta hicieron una jornada de alrededor de 16 horas a Haití, que incluyó un recorrido de varios puntos ubicados en ese lado de la isla.
Sin obstáculos ni desvíos
A pesar de que la visceral experiencia de manejar una motocicleta es una actividad en la que usualmente se nota más una predominante presencia masculina, Candy no se topó con ningún obstáculo, reclamación o comentario negativo al ingresar al mundo del alto cilindraje.
Aun así, cuando Pandiella comenzó a montar motores con sus amigos, era un grupo compuesto casi totalmente por hombres, excepto por ella y una amiga. Con el paso del tiempo, lentamente se fueron incluyendo más mujeres a este colectivo de motociclistas hasta que llegó el momento de hacer un cambio.
Al ir aumentando el número de las chicas, un día Pandiella y las demás decidieron que había llegado el momento de crear su propio grupo y así fue como surgió la creación de Amazonas, el primer Club Femenino de Motocicletas de alto cilindraje de la República Dominicana.
Candy Pandiella es una de las de las seis fundadoras originales del club y actualmente, aún quedan tres participando en las actividades de las Amazonas.
“Hoy en día es más fácil que la mujer se integre a un hobby que quizá era muy visto solamente como de varones”, comenta Candy.
“Lo digo porque cuando comencé a montar acá en República Dominicana hace 17 años, éramos mucho más escasas las mujeres que montábamos, pero de hace unos años para acá hemos recibido muchas chicas, tenemos muchas aspirantes e integrantes nuevas en Amazonas.
He podido ver la diferencia y el aumento del interés de las mujeres en montar motocicletas”.
Paseando entre amazonas
Actualmente, Candy continúa la aventura de desplazarse en una motocicleta por los hermosos paisajes que rodean las carreteras del país en compañía de sus compañeras Amazonas, cuyo nombre está inspirado en las guerreras de la mitología griega y cuyos miembros visten con chamarras rojas para distinguirse de los demás bikers del país.
Por los últimos 17 años las amazonas se han valido de sus motores como los caballos de guerra de antaño para recorrer las diversas vías y carreteras del país.
Mientras estos recorridos continúan también hay planes para que en un futuro inmediato el grupo de las Amazonas haga una jornada, o ride, por las avenidas de Puerto Rico.
“Vamos a montar nuestros motores en el ferry y pasearemos por cuatro o cinco días en Puerto Rico, prácticamente rodando por toda la isla”, comenta Pandiella.
Ese es un viaje que está pautado para el 2024, pero aún queda por ver qué otras carreteras internacionales tienen la oportunidad de recorrer.
Una vida volando sobre las calles
“Es una experiencia que representa completa satisfacción, es emoción, es adrenalina, es sentirme bien, es estar feliz”, comenta Candy Pandiella al tratar de expresar la sensación de bienestar y alegría que le genera montar una motocicleta.
Aun así, cuando está plenamente inmersa en sus travesías por las calles siempre está consciente de la importancia de mantenerse alerta a los movimientos de la carretera y el tráfico, lo que no disminuye en absoluto su disfrute.
Respecto a sus metas dentro del mundo de las motocicletas, Candy sueña con recorrer carreteras extranjeras, particularmente en Estados Unidos y Europa. Recientemente, tuvo la oportunidad de explorar Las Vegas durante cuatro días, visitando el Gran Cañón y otros lugares impresionantes.
Este tipo de experiencias ha alimentado su deseo de seguir rodando en las hermosas carreteras de Estados Unidos, disfrutando de sus paisajes espectaculares. También tiene en su horizonte la meta de cambiar las rutas y explorar las carreteras de Europa, con sus curvas más estrechas y pintorescos pueblos.
Su meta es continuar explorando el mundo a través de las carreteras, buscando nuevas rutas y paisajes que enriquezcan su amor por las motocicletas.
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