Lo que callan las madres: verdades sobre la maternidad de las que pocas hablan
No todo es color de rosa: la maternidad tiene un lado "oscuro" que es necesario normalizar
Ser madre es una experiencia caóticamente hermosa –dicen- y no podemos estar más de acuerdo. La maternidad también tiene su lado "oscuro", uno del que no todas se atreven a hablar, pero que es necesario normalizar si queremos mamás que vivan esta etapa de su vida con menos frustración y culpabilidad. ¿Cuáles son esas verdades que muchas callan? Cuatro madres nos comparten sus experiencias.
Vives un duelo, por la pérdida de quien eras antes
“Mi idea de maternidad era cero... no tuve nunca experiencia cercana de cómo era ser mamá los primeros meses. Uff, sí que es un cambio... uno cambia por completo, tanto a nivel físico como mental. Los primeros meses dicen que son los más fáciles; se pone a prueba nuestra paciencia”, cuenta Priscila Peguero.
En el poco tiempo que tiene siendo madre (tres meses), ha podido darse cuenta de que la maternidad no es tan linda como la pintan. “Diariamente tienes que hacer sacrificios para una personita que solo depende de ti. He aprendido que vas a tener muchos días emocionalmente grises, que vas a querer que alguien se preocupe por ti, que definitivamente siempre necesitarás ayuda, que tu instinto maternal es la forma en la que logras mantenerte tranquila ante muchas situaciones”, continúa.
Para ella, este tiempo ha sido una experiencia agridulce, por el hecho de haber tenido que renunciar a su vida de antes de ser madre. “Uno está en duelo, porque una parte de ti cambia, aprendes a valorar las pequeñas cosas como, por ejemplo: durar 30 minutos en el baño duchándote o comer un plato de comida caliente sin Interrupción”.
Incluso después de grandes, tus hijos requieren mucho de ti
Luz Leonor, madre de tres, concuerda con Priscila en que la maternidad conlleva sacrificios. “He tenido que sacrificar el tiempo para mí, de mi pareja, con amistades, y es una realidad que las prioridades cambian”, dice.
Pero lo que más le ha impactado sobre la maternidad es darse cuenta de que los primeros años de los hijos no necesariamente son los más demandantes. Después de que crecen pueden surgir necesidades que ameriten dedicarles más tiempo y atención del que imaginabas.
“Uno de mis hijos, de 10 años, tiene problemas de ansiedad. He tenido que aprender sobre el tema, acompañarlo en este trayecto, sobre todo teniendo la paciencia y el amor que él necesita de mí para superarlo. Al final, uno nunca sabe que traerá el día, los nuevos retos que tocarán asumir, pero en definitiva la maternidad vale la pena”, confiesa.
No quieres ser madre 24/7
“Lo primero que le pedí al doctor después de la cesárea fue que llevaran a mi bebé al nursery, porque necesitaba dormir y descansar. Muchas piensan que está mal pedir que te ‘alejen’ a tu bebé después de parir, pero yo lo necesitaba”, comenta Isabel Valenzuela.
Aunque define la maternidad como una de las mejores experiencias de su vida, admite que ama ser mamá, pero no 24/7. “La maternidad es para siempre, con altas y bajas, pero para que no piensen que eres mala madre o no estás agradecida no dices que hay veces en las que quieres esconderte en tu habitación para no escuchar ruidos, que duermes a tu hijo temprano porque necesitas paz o que llegas tarde a tu casa porque necesitas un momento entre mujeres”.
Para ella, las madres no deberían temer a ser juzgadas por querer su propio espacio o por sentir que en el día no quieren estar con sus hijos. “Hay etapas que desesperan y no queremos lidiar con ellos, pero no debe haber culpa, porque tenemos una vida para amarlos y ser mamá”.
Dudas si quieres tener más hijos
Antes de ser madre, muchas mujeres hablan de la cantidad de hijos que les gustaría tener. Esa idea puede cambiar tras tener el primero, o al menos eso fue lo que pasó con Maripily Menéndez, a quien también le tocó vivir la maternidad en pandemia.
“A pesar de que me gustaría tener otro, pienso en todo el trabajo que he pasado en estos últimos dos años que tengo siendo madre. El deseo está, pero no sé si tenga la energía para pasar por todo eso otra vez”, refiere.
Uno de los mayores retos a los que se enfrentó fue la lactancia materna. “Todo el tiempo que duré lactando fue extrayéndome, porque mi bebé no se pegaba al seno. Como no quería quitarle la leche materna, lo que hacía era que cada cierta hora me extraía, es decir, además de las veces que me levantaba para atender a la bebé, también debía hacerlo para extraerme”, cuenta.
“Fue un proceso muy agotador. Yo sentía que era demasiado difícil y me preguntaba cómo hay mujeres que quieren seguir teniendo hijos”, prosigue. Ella admite haber pensado que la maternidad no era lo suyo, aunque eso nunca la hizo pensar que era mala madre.
“Nunca me he sentido mala madre ni nadie me lo ha insinuado. Creo que hoy en día hay más comprensión, especialmente porque ahora tenemos tantas plataformas para expresarnos, uno ve que, igual que yo hay muchas pasando por lo mismo y existe esa comunidad entre todas”, concluye.
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