El rebrote
Estamos en el inicio del anunciado cuarto rebrote de la pandemia provocada por el COVID-19, el cual no debe tomar a nadie por sorpresa, pues, como dice el clisé literario, fue la “crónica de una muerte anunciada”.
La presencia de la contagiosa variante Delta, la apertura de las escuelas y el levantamiento del estado de emergencia han sido los principales ingredientes para que los números hayan comenzado a dispararse, pero el mayor de los causantes de esta nueva ola de contagios es la irresponsabilidad ciudadana, no la reapertura de la vida, la cual ya se hacía necesaria por motivos diversos.
Este fin de semana, por ejemplo, me puse a ver varios juegos de béisbol invernal y me alarmaba cómo las reglas de distanciamiento, uso de mascarillas y el sentido común eran violentados por los ciudadanos que, al parecer, siguen sin tomar conciencia de que evitar que la pandemia gane terreno es nuestra responsabilidad.
Cerrar de nuevo no es una opción, seamos realistas, pero tenemos que tomarnos en serio lo que ocurre y no perder de vista la esencia del problema: el objetivo de las medidas de prevención, incluida la vacunación, es evitar que los contagios se multipliquen y que el sistema de salud colapse por un repentino aumento de casos, el cual provoque que no se pueda atender a todos los enfermos al mismo tiempo, incluso a quienes sufren padecimientos diferentes al COVID-19.
Entendamos que la vacunación no evita que dé COVID-19, pero sí reduce considerablemente la posibilidad de una hospitalización, por lo que los negacionistas e irresponsables deben por fin jugar para el equipo. Internalicemos que las medidas de prevención sí ayudan a reducir las posibilidades de un contagio, así que ejecutarlas no nos debe resultar pesado.
Nos toca evitar en conjunto un nuevo colapso del sistema de salud. El personal médico no puede más, lleva más de un año a este paso y un nuevo brote sería catastrófico para su estado de ánimo. Pongamos de nuestra parte, lo que se pide no es física cuántica, es bastante simple: vacunarse, ponerse mascarilla, lavarse las manos, guardar distanciamiento, quedarse en casa si se siente gripe y evitar, en lo posible, escenarios de riesgo de contagio.
No es momento de hacernos los rebeldes, es tiempo de colaborar con el bienestar común.
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