La economía gig o del picoteo

¿Alguna vez has vendido un producto o servicio en línea o has ofrecido tus servicios de diseño a través de una plataforma digital?

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¿Alguna vez has vendido un producto o servicio en línea o has ofrecido tus servicios de diseño a través de una plataforma digital? Si es así, formas parte de una tendencia global que está transformando radicalmente el mundo del trabajo: la economía gig, o economía de los pequeños trabajos. Esta ha crecido exponencialmente en los últimos años. Antes se hablaba del “chiripero”, aquel trabajador de tareas ocasionales, haciendo “picoteos”. Hoy, tenemos “chiriperos” con múltiples habilidades y altos niveles de conocimiento.

La economía gig se basa en la realización de trabajos cortos o tareas específicas, a menudo facilitados por plataformas digitales. Estos trabajos pueden abarcar desde conducir para una aplicación de transporte hasta ofrecer servicios de consultoría a empresas. A diferencia del empleo tradicional, los trabajadores de la economía gig establecen sus propios horarios y pueden trabajar para varios clientes a la vez.

La pandemia aceleró la adopción de este modelo, ya que muchas personas buscaron nuevas formas de generar ingresos desde casa. Las empresas, por su parte, descubrieron que podían acceder a talento global y flexible para satisfacer sus necesidades. Según un estudio reciente, el mercado global de la economía gig superó los 4,000 millones de dólares en 2022, y se espera que continúe creciendo a una tasa superior al 14 % en los próximos años.

En nuestro país, según un reporte de la ONE, en el sector formal, el 27.2 % de las empresas son de único dueño o EIRL, y un 22.6 % operan como personas físicas. Pero sabemos que muchos están en el sector informal. Tampoco se contabilizan quienes realizan picoteos adicionales, ya sean online o presenciales, lo que dificulta determinar el porcentaje real de personas que optan por esta forma de emprendimiento, que algunos expertos llaman “empresa de estilo de vida”.

Los millennials y la generación Z, que priorizan la flexibilidad y el equilibrio entre la vida laboral y personal, son los principales impulsores de esta tendencia. Aunque, en Estados Unidos, el 20 % de estos trabajadores tiene más de 65 años. Durante la pandemia, surgió el término “microsourcing”, ya que las corporaciones comenzaron a captar talento en cualquier parte de individuos o de microempresas. Esto abre una oportunidad de exportación de servicios para cualquier dominicano con las capacidades y conocimientos necesarios, permitiéndoles generar ingresos adicionales o mejores.

Sin embargo, trabajar en este sector, de manera parcial o total, presenta desafíos, como la informalidad y la falta de protección, la inestabilidad y la alta competitividad, especialmente para los exportadores. Es crucial reconocer esta tendencia y adoptar medidas adecuadas: crear legislación laboral y fiscal que contemple estas nuevas figuras, facilitar la contratación de estos servicios sin confundirlos con empleos tradicionales y fomentar una mayor formalidad entre los prestadores de servicios, conscientes de que compiten en un mercado global. Del mismo modo, los empleadores deberán ofrecer mejor remuneración para atraer a este tipo de talento.

Para los “chiriperos” modernos, el cumplimiento, la flexibilidad y la innovación son claves. Tarde o temprano, es probable que muchos de nosotros tengamos un “picoteo” de este tipo. Ojalá contemos con las herramientas necesarias para adaptarnos y contribuir de la mejor manera posible.