Y después nos quejamos
Al inicio del Plan Decenal había pocos maestros formados
Al inicio del Plan Decenal, la mayoría de los docentes solo poseía el bachillerato o certificado equivalente. El país nunca había formado suficientes maestros y tras un largo periodo de abandono, los centros de formación se encontraban muy disminuidos. Para enfrentar el problema de una vez y por todas, se decidió requerir el profesorado, primero, y la licenciatura, después, como requisito de entrada a la carrera docente, comenzando con la profesionalización de los maestros bachilleres e incorporando a los maestros normalistas que ya trabajan en la escuela pública. Para esto, se crearon dos programas de emergencia, se elevó el nivel de las escuelas normales, se revitalizaron las escuelas de educación de las universidades y se organizó una red de formación que cubre todo el país.
Se eleva la formación del maestro de los niveles inicial, primario y secundario, para dotar al futuro docente del horizonte intelectual y del conocimiento experto que le permita enfrentar con autonomía los desafíos de su profesión y transmitir a sus estudiantes una visión apropiada del mundo y de las cosas. Sin embargo, como suele ocurrir con los programas de emergencia, para facilitar su ejecución se creó un modelo provisional (con vigencia temporal), que obviaba algunos elementos. Así, como los maestros ya estaban laborando en el sistema, el único requisito de admisión sería el certificado de bachiller o de maestro normal. Como la mayoría de ellos trabajaba de lunes a viernes, la docencia se impartiría durante las noches y los fines de semana.
Ahora bien, con clases diurnas o nocturnas, seis o un solo día a la semana, de manera presencial o no presencial, una licenciatura demanda unas 7,000 horas de trabajo académico, realizadas en ocho o veinte semestres según el tiempo que el estudiante dedique a su formación. No obstante, como el grado académico obtenido aseguraba un aumento del salario, para facilitar y acelerar la titulación de miles de profesores mal pagados, se elaboró un plan de estudio que permitía a maestros que trabajaban a tiempo completo, llevar una carga académica propia de estudiantes de tiempo completo.
Las cosas pudieron quedarse ahí. Pero con la anuencia de las autoridades, esos programas provisionales, diseñados puntualmente para maestros en servicio, fueron abiertos a bachilleres aspirantes a maestros como propuesta viable. Y en lugar de desaparecer, como estaba previsto, aquellos programas se generalizaron hasta llegar convertirse en el nuevo paradigma de formación de maestros en República Dominicana.
Disponiendo de una red de centros que cubría todas las regiones del país, una titulación fácil y con la posibilidad de un empleo cada vez mejor pagado, la carrera de educación se tornó tan popular y atractiva, que algunas instituciones se volvieron dependientes de ella. No solo se tituló a la mayoría de los maestros en servicio, sino que, en poco tiempo, la oferta de docentes comenzó a superar la demanda del sistema.
Aunque no se habla de ello, el explosivo crecimiento de la carrera de educación estimuló el uso del mismo modelo en otras carreras. Con tanto éxito, que el grueso de la educación superior se fue transformando paulatinamente en una actividad marginal, en la cual, dedicando parte de sus ratos libres, durante algunas noches o fines de semana, un bachiller puede completar una licenciatura en muy pocos años.
Infelizmente el facilismo académico nunca termina bien. Miles de bachilleres con grandes deficiencias académicas ingresan a las escuelas de educación. En lugar de evaluarlos y ofrecerles programas de nivelación a los que así lo necesitan, esos bachilleres son directamente insertados en programas ligeros que no les desafían a dejar el forro y sudar el cuero para mostrar su talento y obtener su grado. Conociendo las instituciones que están pobremente formados, esos jóvenes egresan con su licenciatura en educación y se integran al mercado de trabajo. Muchos de ellos terminan como profesores de educación inicial, primaria o secundaria, y es allí, donde van a reproducir la limitada visión de la educación y de la vida que les fue inculcada a lo largo de su propio proceso de formación. Entonces, para ayudarlos a mejorar su desempeño, les ofrecen cursos remediales impartidos por las mismas instituciones que de entrada los formaron mal.
Muchos de ellos terminan como profesores de educación inicial, primaria o secundaria, y es allí, donde van a reproducir la limitada visión de la educación y de la vida que les fue inculcada a lo largo de su propio proceso de formación.
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