El tsunami electoral de Bosch en 1962

Pero un grupo irresponsable no respetó esos resultados en 1963

Recuerdo haberle preguntado a Juan Bosch, en cierta ocasión si, de niño, sabía que sería presidente de la República. Pensé que no respondería a semejante curiosidad casi infantil. Me sorprendió al decir: “¡No! Pero mi padre sí”.

Su padre, su hermano José Andrés (Pepito), y su parientes cercanos fueron víctimas de las represalias del dictador llegando incluso a acusar a su padre de “robarse” la electricidad e, igualmente, de “trata de blancas” y de otras fechorías que motivaron una campaña internacional contra el régimen dominicano obligando al sátrapa a permitir que José Bosch, su esposa Ángela y León Bosch viajaran a Costa Rica para reunirse con Juan Bosch; también les acompañaba Ana Bosch hermana menor del entonces líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Juan Bosch y familia residían en Costa Rica cuando se conoció la noticia de que Trujillo había caído abatido la noche del 30 de mayo de 1961 de camino a San Cristóbal. Al anunciarle a su padre la muerte del tirano, como decía más arriba, éste le espetó: “¡Prepárate, Juanito, porque vas a ser el próximo presidente de República Dominicana!”. Esas palabras no eran de premonición ni de aliento, las decía con conocimiento de causa: Juan Bosch era el líder del exilio dominicano; fue además uno de los fundadores del PRD en los albores de 1939 a instancias de Cotubanamá Henríquez Lauransón, cuñado del líder del Partido Revolucionario Cubano (Autentico), Carlos Prío Socarrás, quien jugaría un papel determinante en la formación política de Juan Bosch al designarlo su asistente parlamentario y, como tal, le invitó a redactar algunos artículos de la Constitución cubana de 1940 inspirada en la de la República de Weimar de 1918 luego de la Gran Guerra y que, 23 años más tarde, serviría de base a la Constitución del gobierno que Bosch presidió en febrero de 1963.

Bosch recuerda une tournée por Centro y Sudamérica (1945) porque “se tenían celos”, según cuenta, “de mis relaciones en Cuba, del papel que yo jugaba en ese país y propusieron [la dirección del PRD] que yo viajara por América Latina a hacer propaganda contra Trujillo […]. De México fui a dar a Guatemala, de Guatemala a Costa Rica y de Costa Rica a Panamá; de Panamá a Venezuela. Esos viajes tuvieron una gran importancia en mi vida. Ahí comenzó el trabajo que yo considero más importante que me tocó hacer en el exilio: conectar a líderes políticos entre sí e incluso a jefes de Estado como luchadores contra Trujillo”.

A su regreso a La Habana (1946) fue consejero del primer ministro Prío Socarrás y, más tarde, presidente de Cuba a quien acompañó en su gira presidencial por Guatemala y Venezuela. Gracias a sus relaciones políticas, Bosch obtuvo las armas que sirvieron en 1947 para la expedición de Cayo Confite que organizaría junto a Juan Rodríguez y Leovigildo Cuello entre otros.

El fracaso de Cayo Confite le hizo comprender pues que otra expedición armada a República Dominicana estaba condenada al fracaso; no participó en la expedición de 1949 ni en las de junio de 1959, porque sabía que corrían la misma suerte que la de Cayo Confite. Sin embargo, a pesar de su marcada resistencia a cualquier expedición armada contra la dictadura, a la muerte del dictador era el más importante líder del exilio dominicano y máximo dirigente del PRD.

Fue quien escogió la comisión del PRD, único partido del exilio dominicano con seccionales en Venezuela, Nueva York, Puerto Rico, Cuba y Costa Rica, que sin temor a la represalia de la dictadura moribunda llegó a Santo Domingo 5 semana después del ajusticiamiento del dictador para organizar, desafiando la dictadura agonizante, el PRD y el regreso de Juan Bosch el 20 de octubre de 1961.

Ese día del otoño de 1961, al poner pie en Santo Domingo que todavía se llamaba “Ciudad Trujillo”, Bosch puso en práctica la experiencia que le había dejado sus años de residencia y actividad política en Cuba, Venezuela, Costa Rica y otros países sudamericanos.

Su improvisado discurso Hay que matar el miedo que el PRD hizo circular en hoja suelta, sentaría las bases de su campaña electoral que resistió a calumnias de todo tipo e incluso le llevó a la única polémica política que registra la historia electoral dominicana después de la caída de Trujillo: Su debate con el jesuita Laútico García fue una impresionante muestra de la experiencia y cultura políticas del candidato Bosch e influyó considerablemente, sin ser determinante, en el resultado de los comicios tanto como la torpeza debido a la carencia de praxis política de su principal contrincante que solamente hablaba de trujillismo sin evocar siquiera los males sociales de los dominicanos que habían vivido 31 años sin libertad de expresión y sometidos al más completo inmovilismo que les impidió desarrollarse política y socialmente.

Bosch fue elegido con cerca de 59% de los sufragios expresados en las elecciones generales del 20 de diciembre de 1962; El PRD obtuvo 22 de 27 senadores y 49 de 74 diputados y casi todas las alcaldías de las grandes ciudades dominicanas.

La victoria de Bosch ese 20 de diciembre de 1962 fue un verdadero tsunami electoral en las primeras elecciones libres en República Dominicana desde 1924. Un resultado que un grupo de irresponsable no respetó el 25 de septiembre de 1963 al derrocar el primer gobierno democrático después de 31 años de una de las más feroces dictaduras de América en el pasado siglo XX.

Juan Bosch y familia residían en San José de Costa Rica cuando se conoció la noticia de que Trujillo había caído abatido la noche del 30 de mayo de 1961 de camino a su natal San Cristóbal. Al anunciarle a su padre la muerte del tirano, como decía más arriba, éste le espetó: “¡Prepárate, Juanito, porque vas a ser el próximo presidente de República Dominicana!”. Esas palabras no eran de premonición ni tampoco de aliento, las decía con conocimiento de causa: Juan Bosch era el líder del exilio dominicano; fue además uno de los fundadores del PRD en los albores de 1939.

Diplomático. Escritor; ensayista. Academia Dominicana de la Lengua, de número. Premio Feria del Libro 2019.