Endeudamiento, reforma y ahorro nacional

¿Es necesario el endeudamiento externo?

La reconstrucción de Europa después de la segunda guerra mundial conlleva a que países acaudalados prestaran recursos a países empobrecidos para su desarrollo. El esquema se ampara en el pensamiento keynesiano de estimular la demanda ante un estancamiento económico sin salida.

El escenario propició el desarrollo de teorías sobre la importancia de la inversión. Harrod en Inglaterra y Domar, polaco radicado en Estado Unidos, desarrollan ambos un modelo de crecimiento económico que descansaba sobre la inversión como motor del crecimiento.

Pero la inversión se financia con el ahorro. Como la devastación de Europa significaba que no existían recursos para financiar nuevas inversiones, estas se subsidiaron con ahorro externo. Así inicia la era del endeudamiento externo que aún perdura. Sin embargo, mientras el financiamiento externo en Europa llevó a una ‘edad dorada de crecimiento’ en países pobres sin ahorros en África y Latinoamérica los resultados fueron mucho menos halagüeños. ¿Cuál es la explicación?

Análisis recientes incluso restan importancia al Plan Marshall para la reconstrucción europea, concluyendo que sumó directamente apenas un 1% adicional de crecimiento. El gran empuje, dicen, vino por tres transformaciones estructurales: el fortalecimiento de la economía de mercado y la liberalización comercial, razones que también explican el retraso de Europa oriental con relación a Europa occidental.

La tercera tesis, de Eichengreen, refiere a la elaboración de contratos sociales entre trabajadores y empresarios donde los primeros aceptaban un crecimiento salarial ‘moderado’ a cambio de mayores inversiones cuyo cumplimiento supervisaban instituciones estatales que además proveían bonos condicionados a esto. En Austria, Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania y los países escandinavos capital y trabajo promovieron juntos la inversión en su desarrollo.

¿Por qué la ayuda externa no ha logrado desarrollar a Latinoamérica? El caso extremo de Haití ilustra perfectamente la situación. Entre 2011-2021 Haití recibió USD$13,000.0 millones en ayuda extranjera mientras RD contrató USD$21,715.8 millones adicionales, con resultados claramente superiores. El entorno institucional resulta determinante, como también el uso de los fondos.

El Senado dominicano recién aprobó un proyecto de ley solicitando RD$350.9 mil millones en nuevos préstamos para fines presupuestarios. Esto cubriría la cuarta parte (23.6%) de los gastos del 2025 que la reforma tributaria retirada habría fondeado con nuevos impuestos, pero excede los ingresos netos previstos con la reforma en RD$73,000 millones. ¿Por qué?

Aquí dos observaciones. Ni la República Dominicana está corta de ahorro ni la demanda se encuentra estancada. Los depósitos de ahorros no transferibles y a plazo del sector privado (RD$1,347.3 mil millones) y los valores en circulación del Banco Central (RD$879.2 mil millones) superan el valor estimado de la inversión (FBKF) en 2023. Estos vienen aumentando del 16.7% al 19.8% del PIB y del 9.1% al 12.9% del PIB, respectivamente, entre 2007-2023. En otras palabras, la inversión total, de la cual la pública es parte menor, pudiera financiarse con el ahorro doméstico sin necesidad de recurrir a préstamos.

En ese sentido, es prudente limitar el endeudamiento externo al mínimo y evitar financiar gastos corrientes que, además de tener que ser repagados en divisas, generarán intereses.  Este saneamiento de las finanzas públicas redundaría en mejores indicadores financieros que atraerían inversiones externas además de absorber el ahorro nacional de manera productiva.

Economista Senior de firma Intelligent Economics.