En Francia, la extrema derecha está a las puertas del poder
La desindustrialización y el descontento popular en Francia
Tras la primera vuelta de las legislativas anticipadas, consecuencia de la disolución sorpresiva de la Asamblea Nacional por Emmanuel Macron, la extrema derecha, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y sus aliados obtuvieron 33% de votos. El partido de Le Pen está en condiciones de obtener la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y gobernar con Emmanuel Macron en la presidencia. Tras este escrutinio se confirma "una ruptura francesa", entre los que menos tienen y los demás. Análisis con el sociólogo y profesor de la Universidad Sorbonne Nouvelle.
Disolviendo sorpresivamente la Asamblea Nacional tras la derrota estrepitosa de su campo en las elecciones europeas, Emmanuel Macron quería clarificacíon para poder gobernar. Pues clarificación ha tenido. Tras la primera vuelta de las legislativas, el voto le dio la delantera a la extrema derecha, colocó en segundo lugar al Nuevo frente popular - una alianza variopinta de izquierdas- y en tercer lugar al macronismo y sus aliados que luchan por su supervivencia.
Lo que ha quedado claro es que los franceses votan cada vez más a la extrema derecha y que ese voto se ha ido transformando. El ex Frente Nacional puede contar con las clases populares. Según la encuestadora Ipsos, las personas que ganan menos de 1250 euros al mes, que es menos del salario mínimo en Francia, votan en un 38% por el RN. Y un 57% de los obreros, votan por la extrema derecha.
"Las clases populares francesas se encuentran en una gran insatisfacción"
"Las clases populares francesas se encuentran en una gran insatisfacción respecto a la evolución de la sociedad, con un gran proceso de desindustrialización que tiene ya unos 40 años aproximadamente. Se suma a esa pérdida de puestos de trabajo, un empobrecimiento bastante importante y sobre todo el sentimiento exacerbado por el gobierno joven y muy técnico de Macron que las élites gubernamentales no atienden las necesidades de las clases populares", recuerda Denis Merklen, sociólogo y profesor de la Universidad Sorbonne Nouvelle.
Marine Le Pen, y antes su padre Jean-Marie Le Pen, han seducido "con su prédica de oposición a la mundialización ha tenido esa posición de revuelta, de protesta que encarnaba tradicionalmente la izquierda en Francia".
Una izquierda que ha gobernado y que no ha sabido responder a las necesidades de un electorado relegado. "Y la llamada Nueva Izquierda, con preocupaciones de otro tipo, ecológicas, feministas, antirracistas, deja por fuera a una parte importante de las clases populares, de esa Francia pobre y relegada", agrega.
El profesor de la Universidad Sorbonne Nouvelle explica que los electores se ubican en el arco de la desindustrialización que va de las antiguas zonas de la industria textil, de la minería, de la siderurgia hasta el sur: "Ahí hay una mezcla del voto de extrema derecha entre sectores muy pudientes y sectores muy populares. Una verdadera alianza populista de tipo nacionalista".
RN: ¿Un voto de adhesión?
Porque esa es la fortaleza del partido de Marine Le Pen y ahora del presidente de su partido, el joven Jordan Bardella, símbolo de la estrategia de desdiabolización de la formación política: ha logrado convencer en sectores más pudientes.
¿Se puede hablar ya de voto de adhesión? "La gente adhiere al discurso del Frente Nacional sin que se sepa muy bien cuál va a ser su programa. Se han abandonado esos íconos de la política de ultraderecha, manteniéndose prácticamente como único reflejo la cuestión antiinmigrante o la presentación del peligro de la inmigración que amenazaría al pueblo francés."
En esta campaña de legislativas relámpago, el RN ha efectivamente borrando de poco en poco sus medidas más sociales para atraer al empresariado, por ejemplo, pero mantiene todas las medidas polémicas sobre la inmigración y los binacionales.
El cordón sanitario reactivado
Para frenar la victoria anticipada, se ha reactivado el cordón sanitario, el Frente Republicano que "es una tradición que se establece en Francia bajo la presidencia de François Mitterrand, en donde la izquierda y la derecha democrática pactaron en ese momento que todo aquel que se encontraba frente a un candidato de la extrema derecha iba a ser apoyado por las otras fuerzas políticas, fuese de izquierda o de derecha".
Un frente republicano que se comenzó a resquebrajar con Nicolas Sarkozy (2007-2012) y el presidente Macron siguió atacando la estrategia promoviendo el "ni izquierda ni derecha". Pero "la vieja política francesa atrapa nuevamente al presidente y lo obliga a renunciar a esa estrategia que en definitiva ha favorecido el crecimiento de la extrema derecha" y prácticamente la desaparición del macronismo.
A pesar de ese frente republicano reconstituído en la urgencia y con dolor, se perfila una Asamblea Nacional dominada por el partido de Le Pen. ¿Pueden las instituciones aguantar la ola "marinista? "Sí, responde Denis Merklen, lo que no quiere decir que lo puedan todo". Porque la extrema derecha "va a intentar reformar una buena parte de esas instituciones. Va a conducirlas desde una óptica de extrema derecha. Instituciones públicas tmuy debilitadas por la acción del gobierno de Manuel Macron, que ha tenido una política de tipo liberal una lógica puramente contable y que genera un profundo descontento".
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