Objetivo 2021: reducir el desperdicio de alimentos
La ONU ha designado el año 2021 como Año Internacional de las Frutas y Hortalizas y el 29 de septiembre como Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Un buen objetivo para el planeta.
Antes de la COVID-19, 47 millones de personas padecían hambre en América Latina y el Caribe. El Representante de la FAO en la República Dominicana, Rodrigo Castañeda, muestra datos recientes de cuánto puede aumentar esta cifra: estiman que por los efectos de la pandemia unos 29 millones de personas más están viviendo en la pobreza extrema en la región. Mientras tanta gente sufre hambre, en 2019 se desperdiciaron más de 220 millones de toneladas de alimentos en distintas etapas de la cadena alimentaria que habrían alcanzado para alimentar a una buena parte de ellas.
Castañeda es un ingeniero civil industrial chileno que ha implementado alianzas público-privadas para la lucha contra el hambre y la pobreza en su gestión como Director Adjunto del Departamento de Alianzas de la FAO en Roma. Fue designado en el país en julio pasado. El Representante de la FAO aborda los principales retos de la República Dominicana para lograr una política efectiva contra el desperdicio de alimentos. Y el primero es información...
¿Cuántas personas se pueden alimentar con los alimentos que desperdiciamos en América Latina y el Caribe?
En el informe El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación, publicado por la FAO en el 2019, se estima que alrededor del 14% de los alimentos producidos y cosechados en el mundo se pierden. Si nos vamos a la realidad de la región, en América Latina y el Caribe la cifra ronda el 11,6% de los alimentos.
Resulta increíble y contradictorio el hecho de que se pierdan tantos alimentos, cuando cerca de 47 millones de personas en América Latina y el Caribe padecían hambre en 2019. La FAO acaba de lanzar su nuevo informe Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2020 donde se indica que producto de la pandemia tenemos 29 millones más de personas en condición de pobreza extrema en la región.
Muchas de esas personas podrían alimentarse con esta cantidad de comida que desperdiciamos. Eso te prueba que el problema del hambre no es por falta de alimentos o producción. Es un problema de acceso económico de la población vulnerable. Como ves, el tema de pérdida y desperdicio de alimentos es de una enorme importancia para la sociedad porque no solo es un tema ético, sino que también tiene implicaciones económicas, ambientales, y, sobre todo, de alimentación y nutrición.
¿Tenemos suficiente información en el país para enfrentar este problema?
Ese es nuestro primer problema. Se hacen estimaciones, pero todavía no hay datos precisos. En América Latina y el Caribe, son un poco más de 220 millones de toneladas de alimentos los que se pierden en las diferentes etapas, cifra que seguramente aumentó con la pandemia.
En el país no tenemos datos actualizados de cuánto es el desperdicio de alimentos. Lo que sabemos es que de los alimentos que se pierden, gran parte, más del 60%, se descarta en la etapa de producción.
Este es un tema relativamente nuevo y aun nos faltan metodologías para medir con exactitud el tamaño de cuánto se desperdicia. No existe mucha discusión ni tampoco suficientes datos que nos ayuden a comprender a cabalidad la magnitud del problema.
Por ejemplo, por un lado, están las pérdidas de alimentos, cuyas causas pueden ser varias y están vinculadas al manejo que los productores les dan a los alimentos a lo largo de la cosecha. Por otra parte, están los desperdicios, que están más relacionados al manejo que se les dan a los alimentos en los puntos de venta y al comportamiento de los consumidores.
Aún tenemos que dar pasos en relación a la coordinación y homogenización de los conceptos de los que estamos hablando. La FAO y otras instituciones y alianzas globales como “SAVE FOOD “o “Champions 12.3” están haciendo esfuerzos importantes para avanzar en la identificación y soluciones coordinadas entre gobiernos, agencias de naciones unidas, sector privado y ONG internacionales.
¿Cómo afecta el desperdicio de alimentos al medioambiente?
El impacto que tiene la pérdida y el desperdicio de alimentos (PDA) en el medio ambiente es enorme, porque cuando botas a la basura estos alimentos, se están desperdiciando todos estos recursos naturales, semillas, fertilizantes, aguas, suelos fértiles que utilizaste para producir y que no cumplirá su función de alimentar. Por ejemplo, una naranja necesita aproximadamente 50 litros de agua para ser producida.
Por esta razón resulta crucial su reducción, ya que no sólo mejorará nuestro uso de los recursos naturales, sino que contribuirá directamente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por unidad de alimentos consumidos.
Tenemos un banco de alimentos en el país. ¿Qué impacto ha tenido esta iniciativa tras una década de existencia? ¿Ha calado en los sectores productivos y comerciantes?
Los bancos de alimentos son importantes en todos los países. Constituyen parte de una red de apoyo a la seguridad alimentaria que atiende a los más pobres de la población, a los que no tienen acceso económico para obtener la comida.
Los bancos de alimentos son una muy buena opción para evitar el desperdicio de alimentos, ya que reciben alimentos en muy buenas condiciones, próximos a su fecha de vencimiento, que de otra forma terminarían en la basura.
Es por ello que desde la FAO hemos apoyado al Banco a través de diversas acciones de asistencia técnica para fortalecer su desarrollo institucional.
El Banco de Alimentos de la República Dominicana tiene una década de existencia, pero ha sido en los últimos años que esta entidad se ha ido fortaleciendo y ya cuenta con un personal y una infraestructura que ha hecho posible que a la fecha hayan donado más 750,000 kilos de productos a 116 instituciones con problemas de seguridad alimentaria en el país.
Este banco cuenta con empresas públicas y privadas que regularmente hacen donaciones, pero entendemos que aún es necesario que más entidades se sumen para fortalecer esta iniciativa tan importante. La colaboración de retailers, especialmente supermercados, es fundamental en este sentido. Ojalá no sea visto como un acto de caridad, sino como una acción de buenas prácticas de las empresas y una contribución al medio ambiente y la lucha contra la inseguridad alimentaria.
Existe una Comisión Nacional para la reducción de las pérdidas y desperdicios de alimentos. ¿Es suficiente para lograr el objetivo?
Desde el 2015 existe un Comité Nacional para la Reducción de la PDA, en el que participan empresas agroalimentarias, instituciones públicas y organismos no gubernamentales. Desde este núcleo se han emprendido iniciativas de transformación de alimentos desechados en productos agroalimentarios acabados; se ha promovido e impulsado la donación de alimentos, y se han discutido y analizado anteproyectos de Ley para enfrentar este problema.
El Comité ha servido para sensibilizar a la población y a los sectores públicos y privados, pero aún falta hacer una mayor incidencia para que se entienda la importancia que representan las pérdidas y el desperdicio de alimentos para la seguridad alimentaria y el medio ambiente. Tenemos que reactivar este comité. La FAO es parte de esta iniciativa, y necesitamos aunar esfuerzo, con las nuevas autoridades y demás actores.
¿Qué tiene que hacer el país para que la lucha contra el desperdicio de alimentos sea una política nacional efectiva?
La FAO aconseja a los gobiernos para que promuevan políticas estatales o leyes que pauten acciones concretas encaminadas a enfrentar el problema, como punto de partida para lograr el cumplimiento de la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que establece reducir las pérdidas y los desperdicios de alimentos a la mitad para el 2030.
Las claves para reducir las PDA se pueden orientar hacia varias direcciones. La primera es avanzar en el desarrollo de información y datos que indiquen proporción del tamaño, tipos de productos y zonas donde se produce.
En segundo lugar, legislar sobre PDA, con una ley que incluya incentivos y desincentivos a los distintos actores, incluido el sector privado, para promover la reducción de desperdicio, usando nuevas tecnologías. Hay ejemplo en la región desde donde podemos observar, que recientemente han elaborado leyes especiales sobre pérdidas y desperdicios de alimentos: Argentina, Brasil, Chile, México, entre otros.
En tercer lugar, aprovechar las nuevas tecnologías existentes. Necesitamos un mayor compromiso del sector privado para incorporar buenas prácticas enfocadas al manejo del desperdicio alimentario y de los consumidores para la adopción de un consumo responsable de alimentos.
Mientras logramos este objetivo ¿cuáles medidas recomienda a productores, mercados o supermercados y a los consumidores finales para reducir el desperdicio y fomentar un consumo responsable?
Las causas de la pérdida y el desperdicio de alimentos son muy variadas a lo largo de la cadena alimentaria. Por ejemplo, cosechar en el momento inadecuado, condiciones climáticas adversas, prácticas inadecuadas de cosecha y manipulación, así como dificultades en la comercialización de los productos.
El almacenamiento en frío adecuado puede ser crucial para evitar las pérdidas de alimentos. Durante el transporte, una buena infraestructura física y una logística comercial eficiente son de suma importancia para prevenir las pérdidas. Asimismo, la elaboración y el envasado pueden desempeñar una función importante para conservar los alimentos, pero las pérdidas pueden deberse a unas instalaciones inad ecuadas, así como a una deficiencia técnica o un error humano.
En cuanto a los consumidores, estos tienen un papel muy importante en la reducción de los desperdicios de alimentos. Adoptar hábitos de consumo responsable puede ayudar enormemente a controlar este problema. Por ejemplo, compre solo lo que necesita, planifique sus comidas y no realice compras compulsivas que después terminará tirando a la basura.
Otra recomendación es no desechar frutas y hortalizas por su apariencia. Las frutas feas por fuera son igual de buenas y nutritivas, pero si nadie las elije lo más probable es que terminen desechándolas.
Reutilice las sobras, comparta con amigos y familiares o congele la comida que le haya sobrado. Haga compost con los desechos de comida. De esta forma devolverá nutrientes al suelo y reducirá su propia huella de carbono.
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