Desde Broncochem a Manitas Limpias: Un viaje al interior de la industria farmacéutica dominicana

El sector ha crecido y compite con multinacionales, productos importados y el mercado de falsificaciones

El aroma penetrante de los medicamentos inunda los alrededores del edifico, evocando la atmósfera de una sala de emergencias hospitalaria. Sin embargo, el escenario no es un centro médico, sino la fábrica de Laboratorio Magnachem International, donde Antonia Díaz, con una concentración absoluta, examina meticulosamente frascos pequeños de ampollas de lidocaína en busca de cualquier defecto de fabricación.

“No decimos que es tedioso, pero sí es un trabajo delicado”, comparte la joven. Es una de los 600 empleados de esta farmacéutica de capital dominicano, cuyo producto estrella, el legendario Broncochem para procesos gripales, es casi marca país.

Populares productos como Laritox, Coralat, Manitas Limpias, Diamine y los genéricos Mamey y Gary son fabricados en la República Dominicana por laboratorios nacionales, que importan la materia prima desde Europa, Asia y Estados Unidos.

Inclusive, aunque el antigripal Antiflu-des es una marca mexicana, el consumido a nivel local se fabrica aquí, así como su versión en té.

El origen de la industria de medicamentos de capital dominicano se remonta a la década de 1930. Ha crecido y aporta el 1.3 % del producto interno bruto (PIB).

Compite con las multinacionales, las medicinas importadas -especialmente de la India y China- y con el mercado de las falsificaciones. Es tan productiva, que, según estiman sus representantes, abastece el 65 % del consumo nacional privado de fármacos.

Es tan productiva, que, según estiman sus representantes, abastece el 65 % del consumo nacional privado de fármacos.

Su catálogo comprende desde anticonvulsionantes hasta tratamientos avanzados para enfermedades crónicas como la diabetes, cardiovasculares, neurológicas y reumáticas. Existen inversiones en curso para la fabricación de fármacos biológicos, como las vacunas, que son los únicos que no se producen en el país, dentro de los que se incluyen los llamados medicamentos de alto costo.

El año pasado, la fabricación de productos farmacéuticos en general aportó 10,283 empleos formales, y para enero del 2024 había crecido 2.8 % interanual. Fue la tercera actividad que más empleos aportó en promedio en el sector manufacturero en el 2023, solo por debajo de la elaboración de azúcar y de plástico.

Así, la República Dominicana ocupa la posición 48 entre los mayores exportadores de productos farmacéuticos en el mundo y quinta respecto a América Latina y el Caribe, según datos oficiales.

Solos sus medicinas llegan principalmente a Latinoamérica, el Caribe y Estados Unidos, en este último al lograr la rigurosa autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).

Al primero que tuvimos que convencer como industria, por supuesto, fue al profesional de la medicinaLudwig GarcíaPresidente de Infadomi

Pero esta industria también está necesitada de personal capacitado en tecnología farmacéutica, ante su expansión.

La licenciada en Farmacia, Alexandra Concepción, supervisa la producción de medicamentos sólidos en Laboratorio Magnachem. Tiene 11 años trasladándose desde San Pedro de Macorís hasta Bajos de Haina. El trayecto le toma una hora y media.

Ella se ha convertido en una promotora de los fármacos nacionales. “Cuando voy a la farmacia, lo primero que busco es el tramo de Magnachem y a todo el mundo se los recomiendo”, dice.

¿Son baratos?

Las transformaciones e inversiones de más 500 millones de dólares para la modernización de las plantas, adquisición de equipos y capacitación sirven de base para que la industria defienda los costos de los fármacos.

Se perciben costosos, pero la realidad es que tú tienes opciones”, dice Ludwig García, presidente de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Dominicanas (Infadomi) y vicepresidente ejecutivo de Laboratorios LAM.

Estima en 1,100 pesos el precio promedio en el mercado privado dominicano de un tratamiento con pastillas para 30 días, un monto que asegura es inferior al de los productos importados.

El año pasado, las ventas de productos farmacéuticos en general fabricados en el país alcanzaron 57,496.4 millones de pesos, representando el 5 % de todas las ventas de la manufactura local, según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes.

Convencer al médico

Son 184 las industrias registradas en el país de productos farmacéuticos, de las que 83 % son mipymes y 17 % grandes, según el Ministerio de Industria. La mayoría está en el Gran Santo Domingo y Santiago.

Infadomi, que se originó en 1986, cuando las compañías extranjeras dominaban el mercado, agrupa a 32 grandes empresas de medicamentos. Su presidente comenta que lograr la confianza del dominicano por la industria nacional tomó su tiempo. “Al primero que tuvimos que convencer como industria, por supuesto, fue al profesional de la medicina”, evoca. 

“Desarrollamos hace unos años un producto que son cuatro o cinco sustancias (activos) en una sola píldora. De ahí, el nombre de polipíldora”, recuerda García al referirse a Laboratorios LAM.

Y hay más hazañas. En 2022, Magnachem fue de las tres empresas que en Latinoamérica lograron el licenciamiento para la fabricación y distribución de una versión genérica del tratamiento oral contra el COVID-19 de la casa farmacéutica Pfizer, aprobado para uso de emergencia por Estados Unidos y Europa, y respaldado por las Naciones Unidas.

Magnachem también logró la patente en 34 países de un producto que se estudiaba para el tratamiento del cáncer, pero la empresa tuvo que pausarlo por sus costos insostenibles. Federico Gómez, uno de sus ejecutivos, aspira a que el Estado apoye más la innovación en el sector.

Gómez entiende que esta industria es estratégica para la seguridad nacional. "Cuando vino la pandemia del COVID-19, no solamente este país pudo autosustentarse a nivel de alimentos, sino que a nivel de medicamentos la industria pudo responder", dice.

Los laboratorios nacionales también han invertido en su línea de genéricos, que son medicamentos más económicos porque no conllevan gastos en mercadeo y publicidad. Llevan el nombre de la molécula bajo una marca general. Pero representan apenas el 8 % del consumo nacional, aunque sus propiedades terapéuticas son similares a las de remedios regulares.

“No es más, pero cada vez es más”, dice García sobre su consumo. “Ya hoy en día el paciente sabe que existen alternativas genéricas que tienen un precio menor (…) Hace cuatro o cinco años no era ni el 5 %”.

Un poco de historia

Infadomi la cuenta

  • Los primeros esfuerzos de la industria farmacéutica nacional se remontan a la década de 1930, cuando algunas empresas comenzaron a elaborar y comercializar productos.

La dictadura de Rafael L. Trujillo estanca al empresariado. En 1953 el Gobierno crea el Laboratorio Químico Dominicano (Laboquidom), hoy de capital público y privado. Para esa época, el mercado nacional se limitaba a importar medicamentos, sustentado en prácticas comerciales de multinacionales.

Se instalan en el país laboratorios con base en normativas internacionales, con estrategias que intensifican la competencia con los productos importados.

En la fabricación nacional de productos farmacéuticos modernos se destacan como pioneras: San Luis, Farqui, Farvet, Dr. Collado, Magnachem, Ethical, Ameripharma, Acromax Dominicana, Feltrex y Medifarma. También componen el mercado de capital dominicano: Camilo Labs, LAM, Dr. Elizardo Pérez Espinosa, ALFA, Industria Farmacéutica del Caribe (Infaca), ProQuimed, Feltrex, Rangel y Rowe, entre otros.

La competencia asiática

La industria farmacéutica está enfocada en un proceso de impulso de los estándares de buenas prácticas de manufactura, para fabricar medicamentos equiparables a los de otras naciones más desarrolladas y con reguladores.

Para ese cometido, de los trabajadores también se espera un correcto desempeño, al grado de que hay fábricas en los que se pasan en promedio ocho horas desconectados de lo que acontece afuera debido a que los protocolos les impiden usar sus celulares durante la jornada.

Cuando Antonia Díaz toma una pausa para almorzar, lo primero que hace es buscar su celular. “Primeramente, uno piensa en los hijos, en cómo estarán los hijos. Después de que yo veo que mi familia no me ha escrito nada, a veces ni lo veo (el celular) y voy y como”, dice.

Por todo este esfuerzo en la manufactura y las inversiones económicas, las farmacéuticas miran con recelo los fármacos importados desde la India y China.

Consideran que sus precios son competitivos y les quitan mercado, especialmente en las compras y licitaciones que ejecuta el Programa de Medicamentos Esenciales y Central de Apoyo Logístico (Promese/CAL), que desde julio del 2020 a la fecha ha gastado 19,084.6 millones de pesos para abastecer los hospitales públicos, centros de primer nivel y las Farmacias del Pueblo.

El presidente de Infadomi estima que el 90-95 % de los productos que compra el gobierno para los programas de medicamentos nacionales viene de la India y China, donde se incentiva la industria desde el Estado y pueden ofrecer un mejor precio que los dominicanos.

China tiene la segunda mayor industria farmacéutica global, con una cuota estimada del mercado mundial del 10.7 %. India es considerada como la “Farmacia del mundo”, ya que suministra vacunas asequibles y el 20 % de los medicamentos genéricos globables.

Desde Promese/CAL se declara a Diario Libre que la entidad está llamada a “garantizar el cumplimiento cabal de la Ley de Compras y Contrataciones Públicas, que entre sus principios establece la libre competencia, eficiencia, igualdad, economía y flexibilidad”.

Pero Patricia Mena, vicepresidenta ejecutiva de Infadomi, sostiene que la industria nacional puede suplir todo lo que compra Promese/CAL. Aunque reconoce que saldría a un precio más elevado, argumenta que esto se retorna en aportes a la economía local con empleos y tributos.

Las recaudaciones por la fabricación de productos farmacéuticos en general crecieron 1.24 % en el año pasado, cuando fueron 4,815.7 millones de pesos, superior a los 4,756.6 millones de pesos del 2022, según datos del Ministerio de Industria.

¿Qué sigue?

Infadomi aspira a que el regulador dominicano, que es la Dirección General de Medicamentos, Alimentos y Productos Sanitarios (Digemaps), pueda visitar las plantas de los países desde donde se importan medicamentos, así como se supervisan las nacionales que exportan.

“En la medida en que nuestro regulador es un regulador reconocido como un regulador que realmente tiene control del mercado, entonces eso crea confianza en los productos dominicanos hacia el exterior”, dice Mena.

El gremio también está en conversaciones con el Ministerio de Salud Pública y la Digemaps para impulsar el Informe 37 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el 2016, el Ministerio de Salud Pública acogió los Informes 32 y 37 de la OMS como la regulación nacional sobre Buenas Prácticas de Manufactura en la industria farmacéutica y su correspondiente guía de verificación.

Editora de Economía y docente de periodismo. Se ha especializado en periodismo de investigación, multimedia y de datos.

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