Halcón comercial de Trump se prepara para abatirse sobre Beijing
El formidable negociador Robert Lighthizer pudiera determinar el éxito o el fracaso con respecto a lograr un acuerdo entre EEUU y China
Por James Politi
Cuando Robert Lighthizer, el principal funcionario del comercio estadounidense, aprovechó una reciente oportunidad para interactuar con la base conservadora de Donald Trump, el tema que más lo animó no fue el acuerdo para modernizar las reglas comerciales de Norteamérica alcanzado hacía apenas unos días. Fue China.
Al concederle una inusual entrevista en octubre a Laura Ingraham, la presentadora derechista de programas de entrevistas en la radio, el representante comercial estadounidense comentó que el país [China] era el “elefante en la habitación” que estaba “robándose nuestra tecnología”. Los aranceles impuestos por la administración Trump a más de US$200 mil millones en importaciones chinas el mes anterior ya estaban produciendo resultados “sólidos”.
“Si no podemos proteger nuestra innovación, perdemos nuestra ventaja”, opinó con su voz gutural el nativo de Ohio de 71 años.
Conforme el Sr. Trump, el presidente estadounidense, se prepara para reunirse con su homólogo chino Xi Jinping al margen de la cumbre del G20 en Argentina a fines de noviembre, el Sr. Lighthizer es el enigmático e indispensable funcionario sénior que pudiera determinar el éxito o el fracaso con respecto a lograr un acuerdo entre Beijing y Washington.
El Sr. Lighthizer rara vez habla en público y viaja poco, manteniendo un perfil bajo para un representante comercial estadounidense (USTR, por sus siglas en inglés). Pero en medio de la confusión de la formulación de políticas económicas en la administración del Sr. Trump — en la cual nunca está claro quién está más cerca de su manera de pensar—, el Sr. Lighthizer parece tener la atención del presidente, lo cual le ha dado cierta aura mística dentro y fuera del gobierno.
Cualquier acuerdo que produzca un alto al fuego en la guerra comercial que está consumiendo a EEUU y a China tendrá que ser aprobado por él, y es probable que imponga estándares extremadamente altos.
“Él considera a China como una amenaza existencial en la misma forma en la que veía a Japón en ese papel en la década de 1980”, explicó un inversionista. “Su objetivo es tratar de disrumpir el auge tecnológico de China en lugar de lograr un acuerdo que favorezca la economía de EEUU”.
Un cabildero empresarial de alto nivel que ha seguido de cerca las conversaciones agregó: “Él va a ser muy escéptico ante cualquier compromiso o promesa futura. Y si no va a obtener un buen trato, se contentará con mantener los aranceles”.
El Sr. Lighthizer viene del ala económica proteccionista y nacionalista del Partido Republicano que fue desplazada por los proponentes del libre comercio durante la mayor parte de su carrera, pero que está en ascenso en la era Trump.
Durante décadas dedicadas a trabajar en las leyes y en el gobierno, él se convenció de que EEUU debía ser mucho más agresivo en las negociaciones comerciales.
A principios de la década de 1980 bajo el presidente Ronald Reagan, cuando Japón era considerado la mayor amenaza económica, él trabajó como representante comercial adjunto para negociar un acuerdo por el cual Tokio frenó sus ventas a EEUU mediante restricciones voluntarias de sus exportaciones.
Luego se sumergió en una carrera de tres décadas en la oficina de Washington del bufete de abogados Skadden Arps donde representó a US Steel — la compañía de fabricación de metales con sede en Pittsburgh — en una serie de casos que desafiaron las injustas prácticas comerciales chinas. Esta experiencia forjó su imagen de Beijing como un despiadado y peligroso depredador económico, según los observadores.
“El Sr. Lighthizer evoca esta idea de esencialidad china que nunca cambiará”, comentó Quinn Slobodian, un historiador del Wellesley College en las afueras de Boston. En la opinión del Sr. Lighthizer, no habría “ninguna esperanza de que China cumpliera con los términos que EEUU querría, porque ‘ellos no son así’”, él comentó.
A pesar de la bien conocida actitud de línea dura del Sr. Lighthizer hacia Beijing, los funcionarios chinos han descubierto que tendrán que lidiar con él si quieren llegar a un acuerdo con el Sr. Trump. Hasta ahora, han tenido dificultades.
Mientras que el Sr. Lighthizer lideró las conversaciones estadounidenses con Canadá y México sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el principal canal de negociación entre Washington y Beijing ha involucrado a Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro de EEUU, y a Liu He, un importante funcionario económico chino, una alianza que fracasó en lograr un acuerdo en mayo.
Un diplomático cercano a las conversaciones se quejó de que el Sr. Lighthizer estaba evitando el contacto con los chinos, mientras que un funcionario estadounidense contrargumentó que tal vez Beijing estaba tratando de eludir al Sr. Lighthizer debido a sus opiniones de línea dura.
Lo que hace que el Sr. Lighthizer sea diferente a otros halcones en las relaciones comerciales con China de la Casa Blanca, y en especial a Peter Navarro — el asesor de política comercial e industrial de la Casa Blanca —, es que no es tan propenso a los arrebatos públicos que pudieran sabotear las conversaciones, como fue el caso este mes cuando el Sr. Navarro arremetió contra los “globalistas multimillonarios” que estaban presionando al Sr. Trump para que llegara a un acuerdo.
El Sr. Lighthizer también está mucho mejor versado en las complejidades del derecho comercial y de la política comercial que otros altos funcionarios. En particular, él ha implementado herramientas como la sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, la cual permitió que EEUU investigara a China por supuestas prácticas comerciales desleales, y él anuló décadas de la política estadounidense desafiando agresivamente a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Además, el Sr. Lighthizer ha forjado una relación de trabajo con Cecilia Malmstrom, la comisaria de comercio de la Unión Europea (UE), y Toshimitsu Motegi, el ministro de Economía japonés, particularmente en un grupo trilateral diseñado para encontrar una posición común con respecto a China.
“Él definitivamente sabe de lo que está hablando y realmente aporta mucha sustancia a la ideología del presidente”, comentó un negociador de comercio exterior que recientemente lo encaró.
El Sr. Lighthizer parece disfrutar de su papel, agregó el negociador. “Es como un niño en una tienda de golosinas”.
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