El potente huracán David y su saldo devastador
Se conmemoran 40 años de su embestida al país El perredeísta Antonio Guzmán gobernaba la nación
Hacía apenas un año que gobernaba el perredeísta Antonio Guzmán, tras las convulsas elecciones del 1978, cuando el huracán David, uno de los más destructores del pasado siglo, se arrojó sobre la República Dominicana, causando graves daños.
Fue catastrófico el saldo dejado por el ciclón, categoría cinco, el 31 de agosto de 1979. En gran parte de la geografía se repitió parecido panorama: cientos de muertos, árboles derribados, casas destechadas, negocios afectados, puentes rotos, zonas inundadas, sembrados arrasados, millares de damnificados y los servicios de electricidad y de telefonía colapsados.
En Santo Domingo, El Malecón fue una zona muy afectada por su proximidad al mar Caribe. Allí se destruyó parte del pavimento, gruesos bancos de cemento fueron levantados y arrojados a la vía por efecto del viento y la mayoría de los restaurantes sufrió daños. Viejos almendros y otros árboles fueron arrancados de raíz.
En el muelle capitalino decenas de vehículos nuevos, que iban a ser sacados de las aduanas, se dañaron, pues los ventarrones los lanzaban unos contra otros.
Las industrias, ubicadas en el litoral sur, fueron también azotadas e instalaciones de Metaldom resultaron destechadas.
Las vallas y grandes y pequeños letreros de establecimientos importantes, como el supermercado El Nacional, volaron como hojas de papel.
Miles de residencias perdieron techumbres, ventanas y paredes. Gran parte del alumbrado eléctrico y las líneas telefónicas se desplomaron e igualmente fueron afectados los acueductos.
Las barriadas más empobrecidas de la capital padecieron con mayor severidad los embates de la borrasca, ya que sus casuchas resultaron destruidas y sus calles y callejones inundados.
Además, miles de árboles, de todos los tamaños, se derrumbaron en calles, patios, fincas, parcelas, conucos y solares.
La mayor parte de las instalaciones del Club Los Prados fue dañada. Las estructuras deportivas se vieron afectadas y las pérdidas en estas áreas se estimaron en más de un millón de pesos entonces.
La violencia del fenómeno de la naturaleza afectó el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el hipódromo Perla Antillana, el Estadio Quisqueya y los clubes Mauricio Báez, Astroboy de Toshiba, la Liga Aborigen y otros.
Gran potencia
El huracán azotó el territorio dominicano durante cuatro horas, con vientos estimados en 240 kilómetros por hora y perdió intensidad mientras se dirigía al sudeste de Cuba y a la isla grande de Las Bahamas.
Penetró al territorio nacional próximo al mediodía del día 31 y se mantuvo embistiéndolo hasta cerca de las tres de la tarde. Salió por las aguas francas del Atlántico, próximo a Montecristi y Pepillo Salcedo.
Dada su asombrosa potencia, el Servicio Nacional de Meteorología le dio un seguimiento constante a la trayectoria de David y la prensa de la época cubrió profusamente su llegada, su salida y la devastación dejada en su recorrido por gran parte del país.
Desde que se formó, el huracán fue considerado por los expertos como uno de los más poderosos de los surgidos en las últimas décadas del siglo pasado. También causó daños en Martinica, Dominica y Puerto Rico.
El fenómeno fue más destructor de lo previsto porque se “estacionó” a 80 kilómetros de distancia frente a las costas de Santo Domingo, con vientos de 230 kilómetros por hora.
El entonces el director del Servicio Nacional de Meteorología, contralmirante retirado Julio Rib Santamaría, afirmó que David subió de latitud al situarse frente a Santo Domingo y que por eso sus vientos afectaron más de lo previsto la población.
Una vez pasó el huracán, el presidente Guzmán se trasladó a varias comunidades para constatar los daños y consolar a los damnificados y a los familiares de los fenecidos.
Previsiones
El gobierno logró articular operativos para proteger a la población vulnerable y de manera precaria guareció a 150, 000 personas en refugios situados en edificios circundantes a la Plaza de la Independencia y en otros inmuebles, tales como escuelas e iglesias de Santo Domingo, y en otras comunidades del país.
Las Fuerza Armadas y Acción Comunitaria se encargaron de mantener el orden en los albergues, a donde llevaron raciones alimenticias, preparadas por los Comedores Económicos.
Pérdidas humanas y materiales
Tras la salida del huracán David, el panorama dominicano era desolador, en vista de que había quedado un doloroso rastro de muertes y pérdidas materiales. Se ha estimado que mató a dos mil personas, pero algunos han sostenido que los decesos llegaron a cuatro mil.
Además, más de 600 mil personas perdieron sus hogares en San Cristóbal, Baní, Azua, Santo Domingo, San Pedro de Macorís, Higüey, La Romana, El Seibo y Monte Plata. Las mayores destrucciones ocurrieron en San Cristóbal y Baní, especialmente en Sainaguá, Palenque, Sabana de Palenque, Nizao y Don Gregorio, donde más del 90 por ciento de las viviendas fueron destruidas.
El sector agropecuario sufrió severas pérdidas, estimadas en más de mil millones de dólares, debido fue devastada casi toda la infraestructura productiva del centro y sur del país.
Las pérdidas en el sector industrial también fueron cuantiosas, debido a que buena parte de los parques industriales de Haina y Herrera quedaron arruinados.
Además, el país padeció la destrucción de los muelles de Haina y Santo Domingo por donde entraba y salía el mayor porcentaje por ciento de las cargas.
En las semanas siguientes, los productos agrícolas aumentaron de precio, debido a que los campos fueron arrasados, las exportaciones se desplomaron, especialmente las de banano, y se incrementaron las importaciones de alimentos.
Miles de refugiados tuvieron que permanecer durante muchos años en albergues, porque el Estado no tenía capacidad para dotarles de nuevas viviendas.
Tareas de recuperación
No obstante, el gobierno de Guzmán reaccionó de inmediato, sin amilanarse ante las desastrosas perspectivas.
Miembros de las Fuerzas Armadas, de la Policía y brigadas del Ayuntamiento del Distrito Nacional trabajaron intensamente desde tempranas horas de la mañana del 1 de septiembre para despejar el Malecón y otras vías de Santo Domingo y otras ciudades y campos, en las que había caído, ramas, troncos, piedras y otros objetos.
Pese a que se hicieron grandes esfuerzos, la recuperación requirió de varios años. Sin embargo, un mes después se había restablecido casi todo el servicio eléctrico y reinstalado las líneas telefónicas.
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