Kalil Haché, un militar que fue sacado de la Fuerza Aérea por daltónico y asimilado después por ser buen jinete
El coronel del Ejército murió este viernes a causa del coronavirus COVID-19
Falleció hoy a las 6:44 de la mañana el coronel del Ejército de la República Dominicana, Kalil Haché Malkum, un destacado polista y deportista de toda una vida, quien era además presidente del Círculo Deportivo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Había sido exaltado a la inmortalidad del Salón de la Fama de los Deportistas Petromacorisanos, por sus méritos y su contribución al fortalecimiento del deporte.
Una tarde, en su residencia campestre “El Farito” en San Pedro de Macorís, se confesó como un hombre agradecido y leal. “Soy amigo de los amigos”, dijo.
De ahí que nunca negó su relación con la familia del dictador Rafael Leonidas Trujillo, a quien le ofreció una misa un año después de su muerte. A sus 86 años siempre se le vio sonriendo.
Sus padres vinieron del Líbano y se asentaron en San Pedro de Macorís.
Ingresó a la Fuerza Aérea Dominicana como raso en el 1951. Fue sacado de esas filas al poco tiempo, por padecer de daltonismo.
Como su anhelo era ser piloto, no aceptó ir a la Infantería de la FAD. La vida tiene sus misterios, y le favoreció que lo eliminaran de la FAD, porque cuatro años después, Enrique Font Faxas y Rafael Antún, le hablaron al general Ramfis Trujillo y le dijeron que estaba sin hacer nada en San Pedro. Lo recomendaron como un gran jinete para que lo incorporara a su equipo de polo. Fue aceptado y llamado a comenzar en la práctica de dicho deporte en marzo de 1955. Lo nombraron como asimilado de la Fuerza Aérea Dominicana con un sueldo de 21 pesos mensuales. También fue nombrado en el Acueducto de Santo Domingo, con 26 pesos al mes.
Pasado el tiempo, lo nombran secretario particular y personal del capitán Radhamés Trujillo.
Esta anécdota la contaba “muerto de risas”.
"Durante un juego de polo en el que participaba, en el Perla Antillana, donde jugaba Ramfis, el caballo y yo nos fuimos de cabeza y me ensangrenté la cara. El generalísimo, que estaba presente allí, como de lejos no se distinguía cuál jugador era el del accidentado, se paró y se dirigió a la cancha a ver si era Ramfis. Salió un señor corriendo alante y le dijo al general Estrella: “general, dígale al jefe que no es Ramfis, que es Kalil”. Trujillo se regresó y todos sus acompañantes con él”.
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