Protestas por la carestía de la vida socavan a gobierno reconocido en Trípoli
Mohamed abdel Kader
Trípoli, 26 ago (EFE).- Sudoroso bajo el calor que se desploma sobre Trípoli, Fathi, un joven libio desempleado, mira a su alrededor con indignación y repugnancia.
Allá donde fija la vista, la basura se acumula, las filas de coches se amontonan y decenas de personas deambulan, la mayoría desplazados en busca de algunos dinares que les permitan comprar algo de comida en comercios donde escasean los alimentos frescos.
La guerra ha entado en su enésimo paréntesis, pero las milicias aún dominan las calles: ahora se afanan en restringir los movimientos para tratar de contener la pandemia del coranavirus, que en Libia ha contagiado a más de 11.000 personas, la gran mayoría en la capital.
E impedir las manifestaciones que desde el pasado domingo se suceden en la capital para protestar contra las miserables condiciones de vida y la incapacidad para mejorarlas de un Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU (GNA) que cada día pierde credibilidad.
Desde que en 2016 Naciones Unidas auspicira su creación, esta autoridad liderada por Fayez al Serraj no ha conseguido acabar con los cortes de electricidad, garantizar el suministro de agua y combustible ni recuperar otros servicios básicos, como internet.
RUIDO DE GENERADORES, CALLES OSCURAS
'Estamos cansados ??de que no haya electricidad. Por la mañana es soportable, pero las averías e interrupciones han aumentado también durante las noches', se quejó a Efe Yusef Mahmoud, un anciano procedente de la vecina ciudad de Tajoura en la cola de una panadería.
'Lo mismo ocurre con el gas ciudad, vamos a tener que volver a la cocina de leña y carbón. No me preocupa el bloqueo de yacimientos y puertos petroleros, si no que no haya un gobierno fuerte que castigue a esos saboteadores y los lleve ante la justicia', agregó.
Con el mismo enfado se pronuncia una mujer que unas calles más arriba busca un vestido de ocasión para la boda de su sobrina.
'No hay agua, ni combustible. Los generadores hacen mucho ruido, las calles están oscuras y no hay dinero en efectivo. Ni siquiera hay gobierno', afirma.
'Los jóvenes salieron a manifestarse ¿Crees posible que después de tres años Al Serraj no sepa como resolver estos problemas? Fuimos optimistas y creímos su promesa de que lo solucionaría en cien días. No solo no ha cumplido, es que la situación ha empeorado' recalca.
Comprar casi cualquier cosa es una tarea titánica: como no hay efectivo, debe hacerse por internet; pero la conexión no es posible sin electricidad; y la electricidad, incluso para los que tienen generadores, depende del combustible, que escasea.
'Gracias a Dios, hay gente buena que acepta las tarjetas y registra el número. Luego, cuando tienen cobertura de internet, retiran el dinero. Te permiten llevarte la mercancía si dejas la tarjeta', señala.
DESCONFIANZA EN LA TREGUA
La guerra civil que sacude Libia desde 2015 se agudizó en abril del pasado año, fecha en la que fuerzas bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, tutor del Ejecutivo no reconocido en el este y hombre fuerte del país, levantaron un cerco a la capital.
El mariscal, al que apoyan mercenarios rusos, sudaneses y sirios, así como los Ejércitos de Egipto y Emiratos Árabes Unidos, ordenó en febrero de este año, además, bloquear la producción de petróleo y gas, bloqueo que solo permitió levantar la semana pasada.
Pero en junio pasado se vio obligado a levantar el asedio, forzado por la entrada en el conflicto de Turquía, país que ha desplazado oficiales a Trípoli y enviado miles de mercenarios sirios en auxilio del arrinconado GNA.
La semana pasada, tanto Al Serraj como Aquila Saleh, presidente del Parlamento tutelado por Hafter, anunciaron por separado su compromiso para un alto el fuego, el tercero en cinco meses.
'Todo apunta a que la tregua fracasará como todas las precedentes. No habrá solución si antes no se desarma y se le quita el poder a las milicias', argumenta a Efe un diplomático europeo destinado en el país.
REPRESIÓN DE LAS PROTESTAS
En este contexto, cientos de personas comenzaron a salir el domingo a las calles de Trípoli, en una protesta que fue reprimida a tiros por esas milicias.
Aunque anoche Al Serraj aseguró que los culpables habían sido identificados y que no pertenecían a la coalición que lidera el GNA, la crisis amenaza con arrinconar aún más un Gobierno cada vez más débil.
Varios de los manifestantes están desde entonces desaparecidos, al parecer prisioneros de esas mismas milicias, que portaban armamento pesado.
'El GNA debe respetar el derecho a la protesta pacífica, proteger a los manifestantes de esos que quieren hacerlos callar con las armas y resolver los problemas por los que la gente sale a la calle', advirtió hoy en un comunicado Amnistía Internacional. EFE
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