El Distrito Nacional adopta un estado fantasma
El estado de emergencia dispuesto por el Gobierno debido al COVID-19 se refleja en la capital del país
Las calles del Distrito Nacional están despejadas. Avenidas como la John F. Kennedy y la 27 de Febrero lucen como los domingos por la tarde cuando baja el tráfico vehicular. No se ven casi guaguas ni carros en las vías y no hay obstrucción en los semáforos.
La escasez de tráfico tiene semejanza con lo que ocurre los días de Semana Santa, fecha en la que ciudad se despeja de personas, que se van al interior. La diferencia radica en que en este caso muchos no se van a ningún lado, sino que se quedan encerrados en sus casas acogiendo la cuarentena decretada por el gobierno para evitar el contagio y propagación del coronavirus.
En los semáforos se pueden ver motoristas con mascarillas debajo de los cascos protectores, vendedores ambulantes y peatones, algunos con tapabocas y guantes, otros sin ningún tipo de protección.
En algunas terminales de autobuses le han dicho al Diario Libre que el flujo de personas se ha reducido; una de ellas es la parada del kilómetro 9 en la autopista Duarte. José Manuel Almánzar comentó sobre la escasez de pasajeros.
“El transporte está perdiendo, una guagua de esas gasta 4,000 o 5,000 pesos, y 6 pasajeros que paguen 200 pesos no cubren el gasto”, explicó Almánzar cuando fue preguntado cómo estaba el flujo de pasajeros.
Un autobús que se dirigía a Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, tenía apenas nueve pasajeros de los 50 que puede llevar. Otro con destino a Nagua, provincia María Trinidad Sánchez, con capacidad de 30 personas, se tuvo que ir con solo seis personas abordo.
En uno de los autobuses, Almánzar discutió con un pasajero que iba en dirección a Nagua por no llevar mascarilla. La persona dijo que había escuchado al doctor Felix Antonio Cruz Jiminián decir que los tapabocas “no servían para nada”.
En las estaciones unos pocos pasajeros se iban a sus provincias de origen porque ya no había trabajo. Algunos, como Cristóbal Rojas, hablaron de que volverían cuando las medidas de cuarentena terminen.
Un chofer que maneja un camión contó que iba con un pote de “manitas limpias” ofreciendo del gel antibacterial a los fruteros y vendedores ambulantes de las calles para que se desinfectaran las manos.
En cuanto al Barrio Chino, en el Distrito Nacional, la mayoría de los comercios estaban cerrados, al igual que los mercados en la Duarte, que están desiertos. Próximo al mediodía quedaban unos cuantos fruteros y mercaderes en la zona.
Uno de los vendedores que permanecían en el lugar era César Reyes, quien estaba sentado en un pequeño local de ropa. Dijo que se iba a su casa porque no había nadie comprando. Cuando se le preguntó cómo se iba a sustentar respondió: “Danilo que mande comida. ¿Él no dijo que iba a mandar comida al pueblo? Que la mande’’.
La Ciudad Colonial parecía más desamparada que nunca al mediodía de hoy. En la calle El Conde algunas personas caminaban con guantes y mascarillas.
En el Metro de Santo Domingo se podían ver personas con mascarillas y guantes, y las tiendas de las paradas estaban cerradas. El pasajero José Antonio Rodríguez entiende que los trenes son un foco de contaminación muy grande y deberían cerrarlos.
Rodríguez no llevaba mascarilla ni guantes y cuando se le preguntó el porqué contesto: “Yo he visto que hay doctores que han dicho que no se deben usar”.
Los centros comerciales están abiertos, pero la mayoría de sus locales están cerrados. Las personas caminan en su interior, pero con pocas opciones para comprar productos, aparte de los bancos, supermercados y farmacias que quedaron exonerados de las medidas.
A medida que el Distrito se va sumergiendo en una cuarentena, la ciudad adopta un estado fantasma.
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