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La era Trump y el futuro de la justicia estadounidense

Viajando varias décadas al futuro, nos encontramos con que de los presidentes que actualmente gozan de vida y salud, Trump es el que posee más nominados a la Suprema Corte, tres en total

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La era Trump y el futuro de la justicia estadounidense
El presidente de EE.UU., Donald Trump. (AP)

Es innegable que uno de los aportes más importantes de El Espíritu De Las Leyes es la profundidad con la que este materializa el concepto de la separación de poderes, es decir, el perfecto balance entre la triada de los poderes del Estado.

Esto sentó las bases en las que se sostienen casi todas las naciones del mundo hoy en día, indistintamente de su sistema político. En los Estados Unidos, esta separación está concebida de manera primitiva en el texto constitucional, no obstante, su sistema de pesos y contrapesos fue tomando forma a través de diferentes fallos e interpretaciones judiciales.

La más importante fue la introducción del control difuso de constitucionalidad mediante el famoso caso Marbury v. Madison (1803), que otorgó la potestad a los tribunales para declarar si una norma contradecía o no la Constitución, y con ello, su anulación.

Esto, junto al efecto Erga Omnes de ese tipo de decisiones, es a juicio del autor lo que verdaderamente niveló el tablero de juego y puso a la justicia a la par con los demás poderes del Estado, a cuyos actos la Constitución ya le otorgaba un efecto universal.

En el caso del poder judicial estadounidense, los padres fundadores tuvieron la brillante idea de establecer en el artículo II de la Constitución, que el mecanismo para la elección de los jueces federales fuera una especie de esfuerzo mancomunado entre el presidente, como cabeza del ejecutivo, y el Senado, como detentador de la última voluntad popular.

Esto, combinado con el artículo III de la Constitución, que establece la permanencia de por vida de dichos jueces, y la propia tradición de derecho anglosajón, que considera al precedente o case law una fuente de derecho primaria, hace que los Estados Unidos cuente con una sólida base de lineamientos y doctrinas jurídicas, acompañadas de amplio sentido de previsibilidad.

No obstante, ante la realidad de que durante largos períodos las membresías de las cortes estarían creando precedentes con impacto más allá del cuatrenio del ejecutivo y del bienio del Congreso, el juego de los poderes políticos incide directamente en su conformación.  

Una prueba de ellos es la corte que introdujo la infame doctrina de "separados pero iguales" en el caso Plessy v. Ferguson (1896), la cual blanqueó (juego de palabras adrede) leyes que promovían la segregación racial.

Casi misma corte que pocos años después iniciaría la Era Lochner (la cual abordaremos en otra entrega), conocida por un marcado interés en la preservación de las libertades económicas y contractuales sobre casi cualquier otro interés público.

Continuando años después con la Corte Warren, conocida por ser la de mayor orientación liberal, y que puso fin a las políticas de segregación racial en las escuelas a través de Brown v. Board of Education (1954), en las relaciones maritales a través de Loving v. Virginia (1967), y la que declaró inconstitucional la invitación a orar en las escuelas a través de Engel v. Vitale (1962) y la lectura obligatoria (luego voluntaria) de la Biblia a través de Abington School District v. Schempp (1963).

Viajando varias décadas al futuro, nos encontramos con que de los presidentes que actualmente gozan de vida y salud, Trump es el que posee más nominados a la Suprema Corte, tres en total.

Esto no es obra del azar, sino de una estrategia política fríamente calculada que inició con el bloqueo de los senadores republicanos Chuck Grassley y Mitch McConnell a la confirmación de Merrick Garland como el nominado por Obama ante la repentina muerte del juez Antonin Scalia en febrero del 2016, lo que le permitió a Trump nominar al juez Neil Gorsuch como el sucesor de Scalia casi un año después de su muerte.

A la vez que ante la muerte de la magistrada Joan Bader Ginsburg a menos de dos meses de las elecciones del 2020, el senador republicano Lindsey Graham movió los engranajes para que el Senado confirmara a la jueza Amy Coney Barrett, quien inició apenas ocho días antes de las citadas elecciones. Como resultado, la Corte quedó conformada por seis jueces de tendencia conservadora, formando una mayoría absoluta que impactaría en el futuro de la Corte, y por qué no, de la sociedad estadounidense. 

De esa forma, durante la presidencia de Biden la Corte Roberts emitió decisiones como New York State Rifle & Pistol Association, Inc. v. Bruen (2022), en la cual reafirmó el derecho constitucional bajo la Segunda Enmienda al porte de armas de fuego en público; Kennedy v. Bremerton School District (2022), en la cual declaró que prohibir a un asistente de entrenador orar en público después de cada juego de fútbol americano violaba sus derechos a la libre expresión y al ejercicio de su fe, garantizados por la Primera Enmienda; y Loper Bright Enterprises v. Raimondo (2024), donde la Corte derogó el precedente establecido en Chevron U.S.A., Inc. v. Natural Resources Defense Council, Inc. (1984), mediante el cual las cortes otorgaban deferencia a las interpretaciones de las agencias del poder ejecutivo cuando existía ambigüedad en el contenido de una ley aplicada por esa misma dependencia gubernamental.

Otras decisiones igual o más controversiales por su impacto social incluyen a Students for Fair Admissions v. Harvard (2023), donde la Corte dictaminó que las políticas de discriminación inversa usadas para beneficiar a candidatos de ciertas étnias raciales en las admisiones universitarias violaban la Decimocuarta Enmienda; 303 Creative LLC v. Elenis (2023), en la cual decidió que el Estado no podía obligar a un emprendedor a crear una obra de arte que vaya en contra de sus valores y que no estaría dispuesto a realizar para ningún cliente, en el caso de marras, a parejas del mismo sexo; y quizás el más controversial de todos, Dobbs v. Jackson Women's Health Organization (2022), en la cual la Corte dio un histórico revés al precedente fijado en Roe v. Wade (1973) y Planned Parenthood v. Casey (1992), al declarar que no existía un derecho al aborto bajo la Decimocuarta Enmienda a la Constitución.

Ya en el plano político, decisiones como Trump v. United States (2024) y Trump v. Anderson (2024), ambas a favor del hoy presidente, fueron decisivas en su campaña. Siendo que la Corte determinó en el primer caso que las decisiones llevadas a cabo por Trump, dentro de las funciones que la Constitución otorga al presidente, estaban protegidas por inmunidad absoluta, y en el segundo, que los estados (en este caso Colorado) no gozaban de prerrogativa constitucional alguna para determinar la elegibidad de un candidato a un puesto federal.

Todas estas decisiones, a excepción de la última, estuvieron marcadas por un singular resultado 6-3, acorde al lineamiento ideológico de los magistrados, mientras que otras reversaron precedentes que habían sido fijados durante "eras" anteriores.    

Esto no quiere decir, ni siquiera insinuar, que la integridad de los magistrados está comprometida por el presidente que los nominó, pues basta con ver cómo en Texas v. Pennsylvania (2020) la Corte rechazó escuchar un caso que buscaba detener temporalmente la certificación de los resultados en cuatro estados clave donde ganó Biden, y cómo hace algunas semanas atrás los jueces negaron la solicitud del hoy presidente a detener la audiencia donde fue sentenciado penalmente por una corte de Nueva York.

Sin embargo, es de justicia reconocer que el resultado en todos los casos previamente citados hubiera sido distinto si Garland hubiese reemplazado a Scalia, y si la jueza Ketanji Brown Jackson hubiese servido a la par del juez Stephen Breyer, no en sustitución de él.

De cara al futuro, cuatro de los actuales jueces tienen o superan los setenta años de edad. De estos, solamente uno de ellos estará en menos de cuatro años dentro del promedio de edad en que los jueces normalmente se retiran.

No obstante, se ha hecho cierta especulación sobre el estado de salud de dos de estos jueces, lo que sugiere que, salvo alguna sorpresa del destino, podríamos ver un escenario parecido al de los años 2018 y 2020, donde el juez Anthony Kennedy pasó la antorcha a los 82 años de edad durante una presidencia republicana, y donde la jueza Ginsburg aguantó hasta el final para no retirarse durante la presidencia de Trump.

Claramente, esto tendrá un gran impacto no solo en el "docket" actual de la Corte, sino también en la reconfiguración de un tercer poder decidido en muchos casos, aunque no en todos, a mirar el precedente desde una óptica distinta.

Con especial énfasis en casos actuales como U.S. v. Skrmetti, donde la Corte decidirá si una ley del estado de Tennessee que prohibe los tratamientos con bloqueadores de pubertad y terapia hormonal para adolescentes transgénero violaría la Decimo Cuarta Enmienda; Free Speech Coalition v. Paxton, que decidirá si la revisión en base a la racionalidad de una ley de Texas, que ordena a las páginas web de contenido pornográfico verificar la edad de sus usuarios antes de proporcionarles acceso, violó el derecho a la libertad de expresión de los creadores de contenido; y Turco v. City of Englewood, New Jersey, en la cual la Corte decidiría si una medida del 2014, la cual prohíbe la actividad expresiva de cualquier tipo en una zona de amortiguamiento de dos metros y medio fuera de las entradas de todos los centros de atención médica (incluyendo clínicas de aborto), violaría el derecho a la libertad de expresión, y si el precedente establecido en Hill v. Colorado (2000), un caso similar ya decidido por la Corte, debería ser derogado.

Esto sería solamente el comienzo de una nueva "revolución constitucional", marcada por una mayor tendencia al conservadurismo, y en algunos casos, orientada al originalismo como técnica de interpretación constitucional. La cual, a juicio del autor, si bien tuvo sus leves inicios en Trump v. Hawaii (2018), agarró velocidad cuando el ala conservadora solidificó su mayoría. En fin, estamos frente a una nueva etapa histórica en la Suprema Corte de Justicia, estamos frente a La Era Trump...

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Abogado en ejercicio en la República Dominicana y Nueva York. Columnista de Diario Libre USA desde el 2025. Especialista en derecho internacional económico y comercial. Fundador de Colón & Partners PLLC.

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