Madre de una de las víctimas del vuelo 587 se aferra al recuerdo de su hija
Yesica Carolina Jiménez tenía 18 años y regresaba al país de retirada
Una calle en Barahona lleva el nombre de Yesica Carolina Jiménez Cavallo en honor a esta joven que a los 18 años de edad perdió la vida en el accidente aéreo del vuelo 587 de American Airlines que salía desde Nueva York, Estados Unidos, con destino a Santo Domingo el 12 de noviembre del 2001, justamente dos meses y un día después del atentado del 11 de septiembre.
Su madre, Manuela Cavallo, la recuerda entre llantos 19 años después como una joven alegre y servicial, a la que le encantaba escribir, bailar, estudiar y servir a los demás.
“Mi hija venía de retirada, pues me contaba que luego del 11 de septiembre sus amigos llevaban armas a la universidad y la tensión que se vivía la hizo tomar la decisión de regresar. Ella tenía mucho miedo y le daba terror que pudiera pasarle algo. Me dijo ‘mami me quiero ir a estudiar a mi país’ y yo le dije que volviera”, recuerda Manuela Cavallo.
En el accidente murieron los 260 ocupantes de la aeronave y cinco personas en tierra.
Yesica apenas tenía 10 meses viviendo en la Gran Manzana y estaba a punto de cumplir 19 años. Estudiaba ingeniería civil en el Hostos Community College en el Bronx, con media beca que le otorgó dicha institución y el resto de la matriculación la pagaban sus padres.
Cavallo cuenta que su hija tomó el primer vuelo del día para llegar a tiempo para tomar el examen de admisión de la universidad Unibe, donde planeaba continuar sus estudios.
En una conversación con Diario Libre USA, la señora Cavallo narró cómo acontecieron los hechos aquella trágica mañana.
“Íbamos cruzando el tramo de la carretera Baní-Santo Domingo cuando interrumpieron la programación en la radio para dar la noticia de que un avión que salía de Nueva York con ruta a Santo Domingo se había estrellado. Desde que lo escuché comencé a llorar y así me pasé todo el camino. Mi instinto de madre me decía que algo le había pasado a mi hija. Tuvieron que llevarme al hospital, no recuero cuándo ni cómo regresé a mi pueblo”, cuenta entre lágrimas.
Manuela vive del recuerdo de las cosas que los rescatistas lograron recuperar del accidente: su anillo de 15 años, una foto de ella y de sus amigas, su cédula y el carnet de la universidad.
“Entre sus cosas también había una libreta con apuntes, porque a ella le encantaba escribir. En Nueva York daba clases de español en la Alianza Dominicana y le daba clases de inglés a los dominicanos que llegaban y no conocían el idioma”, expresó Cavallo.
Manuela es dueña de una repostería en Barahona que lleva el nombre de su hija, y narra que el anhelo de Yesica era ayudarla “porque trabajábamos mucho en ese entonces e íbamos muy forzados”, y por eso quiso irse a preparar fuera del país.
“Dios da el golpe y da la medicina, y gracias a Él yo he podido vivir con el dolor de haber perdido a mi hija de esa forma. Aquí en el pueblo todos la querían, siempre ayudaba a los demás y por eso quisieron poner una calle con su nombre. La tragedia dividió a la familia completamente, pero con los años hemos podido encontrar el camino”, cuenta Cavallo.
Dijo que luego del accidente viajó para tomar tratamiento psicológico y para agradecer y visitar a todos los amigos de su hija.
Nueva York recuerda a las víctimas del vuelo 587 con destino a Santo Domingo
La tragedia es recordada como el segundo peor accidente aéreo en la historia de Estados Unidos luego del atentado del 11 de septiembre que ocurrió ese mismo año.
Según la aerolínea, el avión que despegó a las 9:17 de la mañana del aeropuerto John F. Kennedy de la Ciudad de Nueva York y cuyo destino era el Aeropuerto Internacional de las Américas en Santo Domingo, República Dominicana, tenía 13 años de servicio sin presentar ningún incidente o inconveniente.
No fue hasta el 2004 cuando se conoció la causa real del accidente. Según narra la agencia EFE, el Consejo de Seguridad Nacional de Transporte de EEUU se reunió para analizar el informe sobre el accidente, que fue elaborado por sus investigadores. Finalmente, el estudio concluyó que se debió a un error del copiloto Sten Molin.