Un café francés en Nueva York da trabajo a personas con discapacidad
Café Joyeux abre su primer local en Estados Unidos en el corazón de Manhattan
En pleno corazón del barrio de negocios neoyorquino, Café Joyeux, una cadena francesa de restaurantes "inclusivos" que da trabajo a personas con autismo y síndrome de Down es una rareza en un mercado prácticamente cerrado a personas con discapacidad mental y cognitiva.
Situado en la esquina de una de las vías más prósperas de Manhattan, en medio de imponentes rascacielos bancarios y empresariales, el Café Joyeux Lexington ocupa desde enero un espacio luminoso y armonioso, que el jueves inaugura el fundador de esta empresa social francesa, Yann Bucaille-Lanrezac.
"Llegamos con mucha humildad", dice a la AFP este empresario bretón que, con su esposa Lydwine Bucaille abrió en 2017 el primer Café Joyeux en Rennes (oeste de Francia), al que siguieron otros 14 en Francia, cuatro en Portugal y uno en Bélgica.
El restaurante parisino de los Campos Elíseos fue inaugurado en marzo de 2020 por el presidente Emmanuel Macron, y el de Lisboa en 2022 por su homólogo portugués Marcelo Rebelo de Sousa.
Pero en Nueva York, ni el presidente estadounidense Joe Biden ni el alcalde Eric Adams fueron invitados al 21º Café Joyeux, el primero en Estados Unidos de esta organización benéfica, que también vende café en Francia a centros comerciales y empresas.
"No venimos a dar lecciones"
Con 169 "miembros del equipo" en Europa con algún tipo de discapacidad mental o trastornos cognitivos, Bucaille-Lanrezac no viene a "dar lecciones a los estadounidenses".
Al fin y al cabo, su Café Joyeux de Nueva York es "un proyecto americano" en el distrito Midtown de Manhattan, templo de empresas, bancos, bufetes de abogados, aseguradoras, hoteles y restaurantes.
"Hemos recurrido a la ayuda de especialistas en temas de inclusión, diferencia y discapacidad mental, en particular las organizaciones AHRC y Autism Speaks, establecidas en Nueva York desde hace décadas" y que trabajan por la integración social de las personas "neurodivergentes", explica.
El francés tardó más de dos años en crear una sociedad sin fines de lucro de derecho local con un único accionista, financiada por el mecenazgo y la filantropía con donaciones exentas de impuestos, como es habitual en Estados Unidos.
En una de las ciudades más caras del mundo, el promotor inmobiliario Boston Property Group ha "prestado" durante diez años el local que ocupa el Café Joyeux, un espacio tranquilo con una treintena de plazas, decorado por la interiorista Sarah Lavoine y que ofrece café italiano y platos sencillos diseñados por el chef Thierry Marx a precios neoyorquinos.
Para hacerse un hueco en el ultrasaturado mercado de la comida rápida, que sigue sufriendo escasez de mano de obra tras la pandemia de covid, Café Joyeux ha contratado a un director estadounidense y a supervisores sin discapacidad para que se ocupen de "14 miembros discapacitados del equipo con trastornos autistas, cognitivos y síndrome de Down".
Como Peter Anderson Jr, "camarero, lavaplatos y barista" veinteañero, que lamenta que "en muchos sitios no haya trabajo para personas con este tipo de discapacidad", el autismo, como la que sufre.
Sin embargo, "tenemos los mismos derechos que cualquier otra persona que trabaje", señala.
80% excluidos del empleo
Según las estadísticas oficiales, en Estados Unidos hay siete millones de adultos con discapacidades mentales y cognitivas.
Un 80% de ellos están excluidos del mercado laboral.
"Nos resulta muy difícil encontrar trabajo, aunque estemos cualificados o sobrecualificados. Basta con decir 'soy autista o tengo síndrome de Down' para que no te contraten. Se nos ve como una carga y es injusto", explica a la AFP Rachel Barcellona, una joven autista con título universitario y "Miss Florida" 2023.
Para Yann Bucaille-Lanrezac, sus nuevos empleados neoyorquinos "tienen espacio para progresar, demostrar que en el corazón de una ciudad con una clientela muy exigente y apresurada, pueden generar valor y ofrecer un producto y un servicio de calidad".
La clienta Giovana Mullins está encantada. Esta treintañera, que trabaja en el área de la discapacidad, se lamenta del servicio mínimo que ofrecen las grandes cadenas de cafeterías americanas en cada esquina de Nueva York.
"Aunque no sepas lo que es este café (feliz), puedes sentir la energía y la alegría que desprende", se entusiasma.