Entrada de campamento de migrantes a EE.UU. eleva desesperación por cruzar el río Bravo
Las autoridades estadounidenses dejaron pasar a 500 migrantes, que acampaban entre el muro fronterizo y el río Bravo
La desesperación de los migrantes por cruzar a Estados Unidos, desde la frontera norte de México, se elevó este miércoles, mientras que el elevado nivel del agua en el río Bravo (río Grande en EE.UU.) complica su paso por el caudal.
La tensión es evidente desde que autoridades estadounidenses dieron entrada a su territorio a casi 500 migrantes, quienes desde hace una semana acampaban entre el muro fronterizo y el río Bravo.
Sin embargo, la crecida del río, frontera natural entre ambos países, a causa de las lluvias en la Ciudad Juárez, norte del país, complicó cualquier intento de cruzar, pues ahora tienen que nadar en las aguas estancadas y contaminadas con drenaje para poder llegar a territorio estadounidense, antes de pasar la barricada.
Hasta el martes, los migrantes solo tenían que mojarse hasta las rodillas. Hoy, es necesario nadar entre un metro y medio de agua para alcanzar la barrera de alambres de púas, primera defensa de Estados Unidos para frenarles el paso.
El venezolano Héctor, de 28 años y quien prefirió omitir su apellido, llegó desde su país hace dos meses. Hoy cruzó nadando el río de ida, pero tuvo que devolverse ante el bloqueo de la Guardia Nacional de EE.UU., apostada justo tras la barricada de alambre.
"Dicen que por aquí ya no es un puerto, que nos tenemos que ir a los puentes, con cita, pero ya tengo dos meses aquí y nada que me sale la cita", cuenta mientras se escurre la ropa con las manos.
El joven explicó que hay otros inmigrantes que ya tienen hasta ocho meses esperando también una cita con las autoridades migratorias estadounidenses sin que llegue su notificación.
"Venimos para poder prosperar y ayudar a nuestra familia en Venezuela, tienen que abrir, no creo que no tengan corazón para no abrir", señaló Adriana Ureña que con su mochila a cuestas veía el río con frustración.
Sin atreverse a nadar, Adriana vio cómo su primo pasó los siete metros del río Bravo de ida y vuelta sin encontrar un hueco para colarse entre la barricada de alambre con filosas navajas.
"Todo es una lucha, voy a mirar por otra entrada a ver por dónde pasamos, ya estamos aquí en la lucha. No quieren aprobar la cita, si no aprueban la cita ¿cómo entra uno?", se lamenta Diego, un hombre de 32 años que también atravesó el agua acumulada por las lluvias recientes.
EFE documentó hace unas semanas al menos cinco vertederos de aguas negras que escurren desde el poniente de Ciudad Juárez directo al cauce del río Bravo, en tanto que el punto donde cruzan los migrantes se encuentra río abajo, a unos cuantos kilómetros de donde el afluente se contamina.
Ante la oleada de migrantes llegando por tren, el viernes pasado funcionarios de la Oficina de Aduanas de Estados Unidos (CBP) se reunieron con el Comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM) de México Francisco Garduño, la Gobernadora del estado de Chihuahua, María Eugenia Campos, y el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez, para diseñar una estrategia e impedir el paso de más migrantes a territorio estadounidense.
Desde entonces la Policía municipal de Juárez y agentes del INM han tratado de mantener a los migrantes lejos del río para evitar que levanten un nuevo campamento y que sigan cruzando sin documentos para entregarse a la autoridad estadounidense.
En esa reunión, la CBP anunció que hará deportaciones rápidas por un puente internacional de Ciudad Juárez, mientras que el Gobierno mexicano junto con la empresa ferroviaria Ferromex se comprometieron a bajar a los migrantes del tren para evitar que se pongan en riesgo.
México acordó que negociará con los países expulsores para que reciban a los migrantes que detendrá y retornará a esas naciones.