Jueza desecha demanda que buscaba indemnización por la masacre racial de Tulsa de 1921

Una jueza en Oklahoma desechó una demanda con la que se buscaba una indemnización por la masacre racial de Tulsa de 1921, fallo que frustra los esfuerzos de los sobrevivientes para conseguir algún tipo de de justicia legal.

La jueza Caroline Wall desestimó el viernes de manera permanente la demanda con la que se intentaba obligar a la ciudad y otras partes a entregar indemnizaciones por la destrucción del alguna vez próspero distrito negro conocido como Greenwood.

La orden judicial corresponde al caso de tres sobrevivientes cuya edad rebasa los 100 años y que demandaron en 2020 con la esperanza de ver que se les hiciera "justicia en vida" como dijo su abogado.

Portavoces de la ciudad de Tulsa y un abogado de los sobrevivientes Lessie Benningfield Randle, Viola Fletcher y Hughes Van Ellis no atendieron de momento el domingo solicitudes para que hicieran declaraciones sobre el asunto.

Wall, de la corte federal del condado Tulsa, escribió en una orden breve que desechaba el caso de acuerdo con los argumentos de la ciudad, la cámara de comercio y otras agencias de gobierno estatales y locales. La jueza había rechazado las mociones de los acusados de que se desechara el asunto y el año pasado permitió que el caso procediera.

Las elecciones judiciales locales en Oklahoma son técnicamente apartidistas, pero Wall se había descrito como "conservadora constitucional" en cuestionarios de campaña previos.

La demanda, presentada de acuerdo con la ley de alteración del orden público en Oklahoma, argumenta que la turba blanca que asesinó a cientos de habitantes negros y destruyó lo que había sido el distrito comercial negro más próspero del país, continúa afectando hoy a la ciudad.

Según la demanda, la larga historia de división y tensión racial de Tulsa deriva de la masacre, en la que una airada turba blanca atacó una zona de 35 manzanas, donde cometió asesinatos y saqueos, y la arrasó con fuego.

Además de las víctimas fatales, miles quedaron sin casa y tuvieron que vivir en un campo de internamiento construido con rapidez.

AP

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