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Un pedazo de telera es más que un trozo de pan

La receta criolla que a base de harina, huevo, manteca y sal toma el nombre de telera es parte de la tradición de la cena navideña dominicana. Nadie que se precie de tener una Noche Buena de calidad deja fuera de la lista la o las teleras. Las rodajas que se colocan junto al cerdito y la ensalada rusa, los pasteles y los pastelitos, no se toma como un mero trozo de pan. Hay en él una parte de la esencia navideña criolla que no se negocia ni siquiera en el más humilde de los hogares. Es por ello que buscar una telera un 24 de diciembre, sino se hace con tiempo, puede tornarse una empresa difícil. Las producciones se agotan en las panaderías grandes y pequeñas, en los supermercados y los puestos improvisados.

Las consultas no ubican con precisión cómo y cuándo nació este producto de la panificación dominicana, pero si confirman la impresión a vuelo de pájaro de que a pesar de la relevancia que han ganado otros productos de probada fama internacional, como el pan baguete, que en muchos casos ha sustituído al legendario pan de agua, no hay quien le quite preeminencia a la telera en la Navidad dominicana.

En La Esquina de Tejas, donde se precian de hacer una de las mejores teleras del país, saben de qué hablan cuando resaltan la popularidad del producto, que fabrican todo el año por la demanda que tienen. Para innovar a sus consumidores crearon hace unos años la "telerita" y no se quejan de los resultados. Porque el paladar criollo también la acepta en versión pequeña. Es cuestión de textura y sabor de la mezcla horneada.

Pedro Montenquín, propietario del citado negocio, dice que desde hace más de 20 años, es decir, desde que nació el establecimiento, se venden teleras allí con una salida que no han podido enfrentar ni siquiera los estilizados palitos en su versión integral o con ajo, con todo lo crujientes y apetitosos que son, y la fama de finos comensales que dan a sus adquirientes.

A Montenquín no le resulta cuesta arriba dar uno de los secretos de la receta de su esquina: además de la manteca, hace falta un toque de anís para dar ese sabor tan particular, en una masa que seduce por su suavidad, y que tiene la virtud de soportar el día después sin perder el estilo, aunque se tornen más rígidas. Un calentón en el horno suele resolver la dureza sin restar sabor.

El dominicano no negocia una telera por estatus social. Es parte de la vida gastronómica de todos y por ello parte fundamental del inventario de la Navidad más placentera, cuando de buena mesa se habla.