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Rita Mella Febles

"Mi principal reto es no defraudar a los votantes"

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Rita Mella Febles
La abogada dominicana fue juramentada recientemente en el cargo de jueza civil del Distrito Judicial 7, que abarca los sectores Washington Heights, Inwood, Harlem y Morningside de Manhattan, Nueva York, luego de obtener una abruma-dora victoria en las primarias del Partido Demócrata y en las elecciones de medio término de noviembre de 2006.

¿Qué ha significado para usted su doble triunfo, en las primarias del Partido Demócrata y luego en las elecciones de medio término?

Me llena de orgullo y también me hace sentir muy honrada el hecho de que los electores en ambas ocasiones me hayan dado su voto de confianza y hayan pensado que yo valía la pena como candidata.

¿Fue difícil lograr la nominación?

Sí, fue difícil, en los aspectos económico, personal y emocional, enfrentarme a otras candidatas que estaban también cualificadas.

¿De quiénes recibió el mayor apoyo en el proceso interno?

De miembros claves del Partido Demócrata, como el asambleísta Dennis Farrel, y el asambleísta dominicano del área de Washington Heights, Adriano Espaillat. Él y el concejal Miguel Martínez fueron piezas importantes en este proceso.

Pero los que en realidad me eligieron fueron los votantes y dentro de estos el 45% de los de mi distrito son de origen latino, y entre ellos el 90% son de origen dominicano, o sea que fui elegida primordialmente por la comunidad dominicana del Alto Manhattan y eso me llena de orgullo.

¿Contempló alguna vez esa posibilidad en la República Dominicana?

Llegué a Estados Unidos a los 22 años, luego de graduarme de licenciada en educación en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. No pensé que eso iba a ocurrir, nunca se me hubiera ocurrido en República Dominicana. Esta decisión vino como resultado del proceso de involucrarme con la comunidad dominicana de Nueva York y de una reflexión acerca de cómo yo, una inmigrante dominicana, abogada, podría estar más presente y servir a esa comunidad.

¿Tenía la idea de estudiar y ejercer el derecho en Estados Unidos?

Vine en 1984, después de trabajar en el área de educación del Centro de Investigación para la Acción Femenina, a través del cual conseguí una beca para cursar una maestría en el área de estudios latinoamericanos en la Universidad de la Florida. Así vine con gastos pagos a formarme. En ese entonces no había programas de postgrado en República Dominicana y tenía mucho interés en seguir estudiando, porque me encanta estudiar, aprender cosas nuevas, me encanta el reto intelectual. Al concluir la maestría, decidí venir a Nueva York, pero no con la idea clara de quedarme, sino a vivir por un año o algo así, pero me enamoré de la ciudad. Vivía en Washington Heights y observé cómo vivía la comunidad dominicana, las condiciones que enfrentaban mis compatriotas, problemas de vivienda, discriminación y cuestiones que tienen que ver con el estatus inmigratorio.

Estudié derecho en The City University of New York y me gradué en 1991, del programa especializado en servicio público. Fui a trabajar a un bufete privado de abogados especializado en defensa penal. Había muchos clientes latinos y yo era la única abogada que hablaba español. Utilicé mis destrezas en el idioma y trabajé en esa área, pero pronto me di cuenta de que el ejercicio privado del derecho no era lo mío.

¿Cómo se insertó en el sistema judicial de los Estados Unidos?

Me enteré a través de uno de mis profesores en la universidad de que el juez puertorriqueño Richard Rivera necesitaba una asistente. Sin conocerlo, sólo con la recomendación de mi profesor fui a una entrevista con él y me ofreció el trabajo. Una de mis mejores experiencias en la vida fue trabajar con ese juez. Con él aprendí muchas de las cosas que me sirvieron para postularme 13 años después como jueza.

Trabajé con el juez Rivera por casi 10 años. Incluso fue un juez administrativo en un momento y yo su asistente, eso me ayudó mucho a ver el tribunal desde el área administrativa y aprender sobre la administración judicial.

El juez Rivera murió casi de repente y me quedé sin trabajo. Fue entonces cuando la jueza Margarita López Torres me ofreció trabajo. Ella es una persona muy reconocida en el estado de Nueva York, por su lucha por reformar la carrera judicial y la manera en que los jueces son electos o nombrados.

La jueza López Torres apoyó mis aspiraciones cien por ciento. A pesar de que yo tenía un trabajo de mucha responsabilidad como su asistente, me permitió tomar el tiempo necesario para la postulación, la campaña y las elecciones. Me concedió licencia. Además, fue una fuente de inspiración, porque ella misma había pasado por una elección muy difícil el año anterior y la ganó. Su apoyo y su acompañamiento fueron claves para mi.

¿Cuáles son los principales retos del cargo para el cual fue electa por 10 años?

Periodo de 10 años no quiere decir que estaré en la posición por ese tiempo, porque durante ese lapso es posible que surjan otros escaños para los que me interese postularme, por ejemplo, hay un nivel un poco superior a la corte para la que fui electa que es la primera corte, un tribunal de primera instancia y es posible que si surge una posición disponible durante esos 10 años, yo me postule de nuevo.

En cuanto a los retos, el principal es no defraudar a los votantes, también, impartir justicia de manera equitativa, decidir las controversias basada en la ley, pero sin olvidar lo que me hizo llegar a esta posición, mi experiencia como inmigrante mujer, latina y abogada con 15 años en el ejercicio del derecho al servicio del público, sin olvidar todas las cosas que me hicieron ser quien soy hoy.

¿Cuáles son los casos más difíciles?

En la corte civil se dirimen asuntos comerciales y más bien privados. También, cuestiones de viviendas. Los más difíciles son los que tienen que ver con éstas y aquellos en los que una de las partes no tiene abogados, lo cual es muy común en este tribunal. Para el magistrado es un reto evaluar los hechos y no inclinarse por la parte que tiene abogados o por la que no tiene.

¿Cómo son sus lazos profesionales con República Dominicana?

Estamos en proceso de formar una asociación de jueces dominicanos en el extranjero, a partir de una reunión que sostuvimos con el magistrado Modesto Martínez, en la que participamos la mayoría de los jueces dominicanos en cortes de Nueva York. Soy la dominicana número ocho en ser juez en Nueva York. Hay un juez dominicano en Washington y otro en La Florida, o sea que estamos hablando no sólo del área de Nueva York, sino de algo más amplio.

La idea es establecer un intercambio entre los magistrados de la República Dominicana y los del extranjero.

¿Y sus lazos familiares?

Vivo en dos mundos. Mi mundo de Nueva York lo comparto con mi esposo Robert Rosenberg, que también es abogado, norteamericano y una fuente de apoyo increíble. Vivimos en la calle 14 de Manhattan. Lo conocí en mi primer trabajo como abogada en el bufete privado.

En República Dominicana tengo a mi madre, Estela Febles, y mis cuatro hermanos, que viven en la capital. Mi padre murió. A mamá le tengo mucha admiración y respeto, es mi ídolo y mi soporte.