Conoce mejor a Gustav Mahler, inspiración del próximo concierto de la Temporada Sinfónica 2024
Es considerado uno de los más grandes compositores de sinfonías de todos los tiempos
El próximo 27 de noviembre, y para clausurar la Temporada Sinfónica 2024, escucharemos del compositor alemán Gustav Mahler (Kaliste, actual República Checa, 1860 - Viena, 1911) su sinfonía No. 5.
Pero antes de disfrutar de este último concierto del año, demos un rápido vistazo a la vida del compositor.
Su música es conocida por su intensidad emocional, su complejidad armónica y, también, su uso innovador de elementos populares.
Hoy en día, Mahler es considerado uno de los más grandes compositores de sinfonías de todos los tiempos, con una obra que abarcaría desde la música clásica hasta el romanticismo y el modernismo. Como otros músicos de la época, Mahler estuvo muy influenciado por Richard Wagner.
Un gran músico
Gustav Mahler nació en Kaliste, entonces parte del Imperio Austrohúngaro (actualmente República Checa), en 1860, en una familia de origen humilde perteneciente a una minoría judía, germanoparlante.
Poco tiempo después su familia se trasladó a otra ciudad y su economía mejoró, lo cual le permitió a Gustav entrar al Conservatorio de Viena y graduarse con tan solo 18 años. De esa época apenas se conservan sus composiciones.
Mahler fue además un gran director de orquesta, dirigiendo orquestas tan importantes como la Filarmónica de Viena y la Opera de Viena y director musical del Metropolitan Opera y la Orquesta Sinfónica de New York.
Su gran habilidad para dirigir y su pasión por la música lo convierten en uno de los más grandes músicos del siglo XIX y principios del siglo XX.
En 1902 se casa con Alma Schindler. Su matrimonio fue, en el mejor de los casos, "complejo", marcado por amoríos, una diferencia de edad de casi 20 años, el alejamiento y la muerte de una hija.
Alma era una compositora por derecho propio cuya carrera se vio relegada a un segundo plano por petición del propio Mahler. Pero la historia de Alma Mahler bien vale un artículo aparte.
La quinta sinfonía avanza del luto al triunfo, inspirada en gran parte por el encuentro de Gustav con Alma y su encanto. Dentro de esta sinfonía está el Adagietto, que fue concebido como una carta de amor de Gustav a Alma.
Cuando en 1897 le fue ofrecida la dirección de la Ópera de Viena, se le puso como condición que negara de su fe judía y se convirtiera al catolicismo. Durante diez años estuvo al frente del teatro de la ópera y a la vez de la Filarmónica de Viena.
El diagnóstico de una afección cardíaca y la muerte de una de sus hijas lo impulsaron en 1907 a dimitir de su cargo y aceptar la titularidad del Metropolitan Opera House y la Sociedad Filarmónica de Nueva York, ciudad en la que se estableció hasta 1911, cuando, ya enfermo, regresó a Viena.
Su vida en Nueva York
Mahler llegó por primera vez a Nueva York en diciembre de 1907 y, aunque su relación con la ciudad fue breve (poco más de tres años y sólo unos pocos meses al año), su implicación fue profunda y significativa.
Con 47 años, este director de ópera de fama mundial tenía en sus manos uno de los contratos mejor pagados de la historia, para dirigir representaciones durante tres meses al año en la Metropolitan Opera y conciertos con la Orquesta Sinfónica de Nueva York.
Mahler manifestó que su música no sería apreciada hasta cincuenta años después de su muerte y tuvo razón. Fue valorado en su tiempo más como director de orquesta que como compositor.
Hoy es considerado uno de los más grandes y originales sinfonistas que ha dado la historia del género; uno de los músicos que anuncian y presagian en su obra de manera lúcida y consecuente todas las contradicciones que definirán el desarrollo del arte musical a lo largo del siglo XX.
Como compositor centró todos sus esfuerzos en la forma sinfónica y en el lied (canción romántica alemana para voz y piano, con un texto poético). La palabra "lied" es alemana y significa "canción", mientras que su plural es "lieder
Él mismo advertía que componer una sinfonía era «construir un mundo con todos los medios posibles», por lo que sus trabajos en este campo se caracterizaban por la heterogeneidad, por introducir elementos de distinta procedencia (apuntes de melodías populares, marchas y fanfarrias militares) en un marco formal heredado de la tradición clásica vienesa.
Diez sinfonías
Son diez las sinfonías de su catálogo, si bien la última quedó inacabada a su muerte. De ellas, los números 2, 3, 4 y 8 (la única que le permitió saborear las mieles del triunfo en su estreno) incluyen la voz humana, según el modelo establecido por Beethoven en su Novena.
A partir de la Quinta, su música empezó a teñirse de un halo trágico que continúa en la Sexta, en la Novena y en esa sinfonía.
Sus creaciones son admiradas por su técnica y estética, además del significado trascendental que hay tras ellas, como podrán apreciar el próximo 27 de noviembre.
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