Diego El Cigala disfruta de un rico almuerzo en el restaurante América
El artista se presentará el 21 de este mes en el Teatro Nacional Eduardo Brito para estrenar su nuevo espectáculo
El afamado intérprete español Diego El Cigala, quien presentará el próximo 21 de este mes en el Teatro Nacional el concierto “Salsa, bolero, flamenco, bolero y mucho más” almorzó este martes en el emblemático restaurante América de la Ciudad Colonial.
Así lo hizo saber su propietario Salvador Fernández Menéndez en su perfil de la red social de Facebook. “En el América hoy recibimos la visita para almorzar de nuestro amigo Diego El Cigala”, comentó al compartir la fotografía junto al laureado cantaor de flamenco.
Diego El Cigala, quien tiene una residencia en Punta Cana, subirá al escenario este 21 de julio para interpretar junto a su orquesta sus éxitos, así como las nuevas canciones que ha grabado.
De su trayectoria
Nacido el 27 de diciembre de 1968, Ramón Jiménez Salazar le debe su reconversión en Diego a una disputa familiar en la misma pila bautismal y en Cigala a los hermanos Losada. Madrileño del mismísimo Rastro, el pequeño Diego pasa los días corriendo detrás de una pelota, pero cuando oye cantar lo deja todo para escuchar. Absorbiendo el eco flamenco y la influencia artística que se respira en su familia, gana los primeros concursos de cante con apenas doce años, y ese brillo precoz pronto le lleva a colaborar con artistas de la talla de Farruco, Camarón o Vicente Amigo.
Con el gusanillo constante del arte en el estómago, a los 15 años se escapa de casa para iniciar una gira con compañías de baile en Japón y Australia. Esa experiencia única le sumerge de lleno en el lenguaje universal de la música y su naturaleza integradora de culturas, un mensaje que está presente a lo largo de toda su trayectoria.
Su carrera en solitario comienza, como su talento, de forma arrolladora. A los discos Undebel y Entre vareta y canasta les sucede Corren tiempos de alegría, en el que colabora con músicos de jazz latino que habían participado en la película de Trueba Calle 54. Tras los primeros acercamientos con Bebo Valdés empieza a gestarse el legendario Lágrimas negras, que se convierte en un boom imparable que traspasa las fronteras de lo flamenco y se corona en lo más alto del imaginario cultural colectivo. Tras aquella presentación del álbum en el Gusman Theatre de Miami, la prensa sitúa al pianista como "clásico vivo de la música cubana" y al cantaor como "Sinatra del flamenco".