Frank Ortega, arquitecto
"El trabajo del arquitecto va mucho más allá de hacer que la fachada sea bonita"
Los arquitectos dominicanos han iniciado un "Diálogo con la Sociedad" cuyo tema central es la construcción del edificio de las oficinas de Verizon. El arquitecto Frank Ortega, autor del diseño del edificio y uno de los propulsores del diálogo, nos cuenta las bondades de su creación y sobre todo la importancia de que la población deje de ver a la arquitectura como un lujo y la valore en su justa dimensión.
¿Por qué el edificio de Verizon se considera un hito en la arquitectura dominicana?
Este es un proyecto que básicamente cumplió con los requerimientos del cliente que demandó de la mayor calidad y cumplimiento de las normas más estrictas.
El que haya resultado ser arquitectónicamente un hito, es porque el edificio quedó bien, pero el diseño no tenía mayores pretensiones, porque se trata de un diseño muy sencillo y simple con materiales nobles, pero no caros.
¿Qué elementos tienen el edificio para que sea tema central del "Diálogo de la Arquitectura con la Sociedad?
El proyecto tiene varios componentes interesantes. Primero porque Verizon es una de las empresas más grandes del país y es de capital extranjero, sin embargo decide hacer un concurso con profesionales dominicanos. En gran parte esa decisión es una forma de mantener ese vínculo con la sociedad dominicana. Lo otro es que siendo una empresa líder, el proyecto tiene mucho impacto en la ciudad en el sentido de su ubicación, sus dimensiones y la cantidad de gente que trabaja ahí.
¿Que Verizon opte por los arquitectos dominicanos, significaría quizás que nos estamos abocando a un estilo más criollo?
La verdad no tenemos un estilo criollo. Los estilos que tenemos son importados y con la globalización, todos los países se ven abocados a perder un poco de su identidad para convertirse en ciudadanos del mundo. Verizon opta por los dominicanos, porque éstos entienden la cultura local.
¿Entiende que la arquitectura se ha mantenido cerrada al pueblo que ahora quiere llegar a través de este diálogo?
Hay una necesidad muy grande de que la sociedad en general entienda cual es el valor y el trabajo de los arquitectos. Muchos piensan que utilizar un arquitecto para un diseño es un gasto, pero generalmente no es así, es una inversión que la mayoría de las veces representa un ahorro, porque se logra un edificio más eficiente y coherente con las necesidades del cliente. Además se logra más eficiencia en el uso de los recursos y el proyecto es más atractivo y valioso estéticamente.
Nuestro trabajo implica coordinar todas las otras disciplinas de la ingeniería, por eso el trabajo del arquitecto va mucho más allá de hacer que la fachada sea bonita, es mucho más profundo y complejo. Este es un trabajo valioso que debe valorarse en su justa dimensión.
¿Qué tan costoso es el diseño arquitectónico de una obra?
En relación al costo total de un proyecto, lo que se gasta en diseño es pírrico y el no usar a un arquitecto representa un gasto muchísimo mayor. El valor del arquitecto, según el Codia, es de un seis a un ocho por ciento del costo total de la obra, cuando se trata de un proyecto monumental y muy complejo. En los proyectos más sencillos andan por alrededor de un cuatro a un cinco por ciento.
Por lo normal el cliente nunca quiere pagar esa tarifa y los arquitectos se ven obligados a cobrar menos.
¿En qué medida y por qué se gastaría más?
Ahora el mercado, sobre todo en el área de los bienes raíces, exige que los proyectos tengan un valor de diseño y que este sea bueno, atractivo y funcional, porque de lo contrario el edificio tendrá mayor dificultad para la venta.
El mismo diseño que hace una persona con experiencia y otra sin ella, puede costar lo mismo, pero el resultado final puede ser muy diferente.
Cuando se habla de abrir la arquitectura a la sociedad, ¿significa que los arquitectos prepararán un diseño para una vivienda económica?
Claro, y eso es común en la vida del arquitecto y es uno de los mercados más grandes del país dado el déficit enorme de este tipo de viviendas. Hace poco se celebró un concurso para el diseño de un proyecto de viviendas económicas.
¿Pero, la persona de clase media que decide construir una casa sencilla, encontrará un arquitecto interesado en hacerle un buen diseño?
La verdad es que es muy raro que se dé este caso, pero he tenido la oportunidad de hacer diseño para personas de escasos recursos y ha sido una experiencia muy interesante, porque es un reto muy difícil. Quizás una de las cosas más difíciles es hacer una vivienda económica en la cual la persona que la habita se sienta cómoda y con dignidad, porque hay que hacer un diseño eficiente, que cueste poco y que cumpla con el anhelo de quien la habita. Pero hay una percepción de que el diseño arquitectónico es un lujo superfluo y es justamente lo contrario, porque un arquitecto puede hacer que una casa económica sea mucho más digna y agradable para una persona, y como sus honorarios son proporcionales al costo de la obra, el pago del diseño sería muy poquito.
¿Cómo se deja sentir entonces la arquitectura en esta clase?
El impacto de la arquitectura en la sociedad va más allá de la casita individual de una persona, tiene que ver con el planeamiento urbano, con la organización de la ciudad y en cómo se distribuyen los espacios urbanos.
¿Qué opinión le merece a usted la realidad urbana de la ciudad?
No es que haya poca planificación porque aquí se han realizado muchos planes y estudios de urbanismo. Es un asunto de voluntad, de darle seguimiento y reforzarlos con acciones concretas. Pero se está trabajando y hay gente muy preparada trabajando en la planificación de la ciudad y este diálogo que estamos haciendo es parte de eso.
¿Cuáles serían los aspectos prioritarios que habría que atender?
Hay que rescatar las áreas públicas que ya teníamos y tratar de conseguir más áreas públicas, porque la realidad es que la ciudad crece y cada vez tiene menos espacios públicos.
¿Tener una ciudad que crece de forma vertical, con grandes torres cerradas, no choca un poco con el deseo de tener una arquitectura abierta a la población?
No creo, porque muchas ciudades son muy verticales, con torres enormes y sin embargo son completamente públicas. Pero hay muchas maneras de construir edificios y dejar espacios para que la ciudad respire. Ahora, nosotros tenemos un problema y es que generalmente los promotores se desbordan de los parámetros y reglamentos que tiene la ciudad y ocupan no sólo los respiros que deben dejar los edificios, sino que hasta ocupan parte de las aceras. Y eso es algo que tenemos que cuidar porque más temprano que tarde la ciudad estará invadida. Y hay que tener claro que no es sólo la invasión de la gente de escasos recursos que ocupan las zonas verdes, sino de la gente de más alto nivel que ocupa los espacios públicos.
¿Qué hacer en este caso?
La clave es planificarse, establecer reglas claras y hacer que se respeten, porque la mayoría de los edificios no cumplen las reglas de construcción establecidas y a medida que las violamos, nos estamos dañando a nosotros porque se daña el lugar donde estamos insertados y por ende pierde valor.
Otra realidad es que tenemos un problema de seguridad. La persona que tiene miedo tendrá que tomar medidas en el diseño y entre ellas está la de hacer un muro o muralla china, con un alambre de tijera que parece que estamos en guerra. Y lamentablemente eso afecta muchísimo la percepción de la ciudad, pero hasta que no se corrija su causa, no se puede evitar.
¿En qué otros proyectos relevantes le ha tocado trabajar?
Hemos trabajado en varias obras, entre ellas el edificio Intercentro, (la torre de vidrio que está en la Lope de Vega,) muy interesante porque ese edificio tiene estructuras que nunca se habían utilizado como son los amortiguadores sísmicos. Otro proyecto interesante fue la torre Capricornio, en la Pedro Henríquez Ureña, la Heladería Bon de Arcadas, y la remodelación del Aula Magna de la UASD.
¿Por qué el edificio de Verizon se considera un hito en la arquitectura dominicana?
Este es un proyecto que básicamente cumplió con los requerimientos del cliente que demandó de la mayor calidad y cumplimiento de las normas más estrictas.
El que haya resultado ser arquitectónicamente un hito, es porque el edificio quedó bien, pero el diseño no tenía mayores pretensiones, porque se trata de un diseño muy sencillo y simple con materiales nobles, pero no caros.
¿Qué elementos tienen el edificio para que sea tema central del "Diálogo de la Arquitectura con la Sociedad?
El proyecto tiene varios componentes interesantes. Primero porque Verizon es una de las empresas más grandes del país y es de capital extranjero, sin embargo decide hacer un concurso con profesionales dominicanos. En gran parte esa decisión es una forma de mantener ese vínculo con la sociedad dominicana. Lo otro es que siendo una empresa líder, el proyecto tiene mucho impacto en la ciudad en el sentido de su ubicación, sus dimensiones y la cantidad de gente que trabaja ahí.
¿Que Verizon opte por los arquitectos dominicanos, significaría quizás que nos estamos abocando a un estilo más criollo?
La verdad no tenemos un estilo criollo. Los estilos que tenemos son importados y con la globalización, todos los países se ven abocados a perder un poco de su identidad para convertirse en ciudadanos del mundo. Verizon opta por los dominicanos, porque éstos entienden la cultura local.
¿Entiende que la arquitectura se ha mantenido cerrada al pueblo que ahora quiere llegar a través de este diálogo?
Hay una necesidad muy grande de que la sociedad en general entienda cual es el valor y el trabajo de los arquitectos. Muchos piensan que utilizar un arquitecto para un diseño es un gasto, pero generalmente no es así, es una inversión que la mayoría de las veces representa un ahorro, porque se logra un edificio más eficiente y coherente con las necesidades del cliente. Además se logra más eficiencia en el uso de los recursos y el proyecto es más atractivo y valioso estéticamente.
Nuestro trabajo implica coordinar todas las otras disciplinas de la ingeniería, por eso el trabajo del arquitecto va mucho más allá de hacer que la fachada sea bonita, es mucho más profundo y complejo. Este es un trabajo valioso que debe valorarse en su justa dimensión.
¿Qué tan costoso es el diseño arquitectónico de una obra?
En relación al costo total de un proyecto, lo que se gasta en diseño es pírrico y el no usar a un arquitecto representa un gasto muchísimo mayor. El valor del arquitecto, según el Codia, es de un seis a un ocho por ciento del costo total de la obra, cuando se trata de un proyecto monumental y muy complejo. En los proyectos más sencillos andan por alrededor de un cuatro a un cinco por ciento.
Por lo normal el cliente nunca quiere pagar esa tarifa y los arquitectos se ven obligados a cobrar menos.
¿En qué medida y por qué se gastaría más?
Ahora el mercado, sobre todo en el área de los bienes raíces, exige que los proyectos tengan un valor de diseño y que este sea bueno, atractivo y funcional, porque de lo contrario el edificio tendrá mayor dificultad para la venta.
El mismo diseño que hace una persona con experiencia y otra sin ella, puede costar lo mismo, pero el resultado final puede ser muy diferente.
Cuando se habla de abrir la arquitectura a la sociedad, ¿significa que los arquitectos prepararán un diseño para una vivienda económica?
Claro, y eso es común en la vida del arquitecto y es uno de los mercados más grandes del país dado el déficit enorme de este tipo de viviendas. Hace poco se celebró un concurso para el diseño de un proyecto de viviendas económicas.
¿Pero, la persona de clase media que decide construir una casa sencilla, encontrará un arquitecto interesado en hacerle un buen diseño?
La verdad es que es muy raro que se dé este caso, pero he tenido la oportunidad de hacer diseño para personas de escasos recursos y ha sido una experiencia muy interesante, porque es un reto muy difícil. Quizás una de las cosas más difíciles es hacer una vivienda económica en la cual la persona que la habita se sienta cómoda y con dignidad, porque hay que hacer un diseño eficiente, que cueste poco y que cumpla con el anhelo de quien la habita. Pero hay una percepción de que el diseño arquitectónico es un lujo superfluo y es justamente lo contrario, porque un arquitecto puede hacer que una casa económica sea mucho más digna y agradable para una persona, y como sus honorarios son proporcionales al costo de la obra, el pago del diseño sería muy poquito.
¿Cómo se deja sentir entonces la arquitectura en esta clase?
El impacto de la arquitectura en la sociedad va más allá de la casita individual de una persona, tiene que ver con el planeamiento urbano, con la organización de la ciudad y en cómo se distribuyen los espacios urbanos.
¿Qué opinión le merece a usted la realidad urbana de la ciudad?
No es que haya poca planificación porque aquí se han realizado muchos planes y estudios de urbanismo. Es un asunto de voluntad, de darle seguimiento y reforzarlos con acciones concretas. Pero se está trabajando y hay gente muy preparada trabajando en la planificación de la ciudad y este diálogo que estamos haciendo es parte de eso.
¿Cuáles serían los aspectos prioritarios que habría que atender?
Hay que rescatar las áreas públicas que ya teníamos y tratar de conseguir más áreas públicas, porque la realidad es que la ciudad crece y cada vez tiene menos espacios públicos.
¿Tener una ciudad que crece de forma vertical, con grandes torres cerradas, no choca un poco con el deseo de tener una arquitectura abierta a la población?
No creo, porque muchas ciudades son muy verticales, con torres enormes y sin embargo son completamente públicas. Pero hay muchas maneras de construir edificios y dejar espacios para que la ciudad respire. Ahora, nosotros tenemos un problema y es que generalmente los promotores se desbordan de los parámetros y reglamentos que tiene la ciudad y ocupan no sólo los respiros que deben dejar los edificios, sino que hasta ocupan parte de las aceras. Y eso es algo que tenemos que cuidar porque más temprano que tarde la ciudad estará invadida. Y hay que tener claro que no es sólo la invasión de la gente de escasos recursos que ocupan las zonas verdes, sino de la gente de más alto nivel que ocupa los espacios públicos.
¿Qué hacer en este caso?
La clave es planificarse, establecer reglas claras y hacer que se respeten, porque la mayoría de los edificios no cumplen las reglas de construcción establecidas y a medida que las violamos, nos estamos dañando a nosotros porque se daña el lugar donde estamos insertados y por ende pierde valor.
Otra realidad es que tenemos un problema de seguridad. La persona que tiene miedo tendrá que tomar medidas en el diseño y entre ellas está la de hacer un muro o muralla china, con un alambre de tijera que parece que estamos en guerra. Y lamentablemente eso afecta muchísimo la percepción de la ciudad, pero hasta que no se corrija su causa, no se puede evitar.
¿En qué otros proyectos relevantes le ha tocado trabajar?
Hemos trabajado en varias obras, entre ellas el edificio Intercentro, (la torre de vidrio que está en la Lope de Vega,) muy interesante porque ese edificio tiene estructuras que nunca se habían utilizado como son los amortiguadores sísmicos. Otro proyecto interesante fue la torre Capricornio, en la Pedro Henríquez Ureña, la Heladería Bon de Arcadas, y la remodelación del Aula Magna de la UASD.