Tres comas, tres

Hace algún tiempo ya dediqué alguna que otra «Eñe» al uso correcto de la coma, que, sin duda, es el signo ortográfico de puntuación que más quebraderos de cabeza nos da. Pecamos por defecto, pero también por exceso. Olviden eso que nos enseñaron a todos de que la coma señala cuándo hay que tomar aire en la lectura. Conozco a más de uno que habría muerto asfixiado o, al contrario, que habría hiperventilado.

La coma se relaciona, especialmente, con la estructura sintáctica de la frase y esa es la razón de que se nos atrabanque con facilidad: nuestro manejo, cada día más dubitativo, de la sintaxis. Hay casos en los que el uso de la coma es cuestión de gustos; la mayoría son imprescindibles para que se entienda correctamente el mensaje.

Si no estamos por la labor de ponernos a repasar nuestros conocimientos sobre sintaxis –que no estaría mal pensado–, sí, al menos, podemos familiarizarnos con algunos contextos en los que se aconseja que se use la coma. De esta forma, con un simple ejercicio de memoria y de atención, podemos evitar errores.

Apréndanse estos tres: excepto, salvo y menos. Es conveniente que escribamos coma delante de estas conjunciones, que nos sirven para introducir en el discurso un elemento que supone una excepción: Domino los signos de puntuación, excepto la coma; Delante de la conjunción «y» no se utiliza coma, salvo excepciones; Los usos de la coma son normativos, menos en ciertos casos.

Tres conjunciones, tres comas. Si a estas tres, les suman la coma que va necesariamente delante de la conjunción pero, corregirán muchos usos de la coma cuando escriban: la ortografía de la coma es difícil, pero no imposible.

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María José Rincón