Tirando del hilo
En la lengua, cuando empezamos a tirar del hilo, siempre descubrimos que, tras él hay una inmensa madeja. Jugábamos con los gentilicios y recordábamos su riqueza y sonoridad, y también su escritura correcta. Hoy los retomamos y, tirando del hilo, nos encontramos con los gentilicios compuestos y su ortografía.
Un gentilicio compuesto siempre pretende referirse a más de una realidad geográfica y a la vinculación que existe entre ellas. Los ejemplos, cual Chapulín Colorado, vienen en nuestro auxilio: dos películas italo-argentinas, el congreso domínico-cubano, una conferencia árabe-israelí, una cumbre franco-luso-española. El recurso al guion es significativo: une los significados de cada gentilicio, pero mantiene a la vez su independencia significativa.
Ortográficamente cada componente del gentilicio compuesto mediante guion mantiene su propia estructura acentual, por lo que cada uno lleva su propia tilde (domínico-japonés). Gramaticalmente solo el último elemento muestra concordancia de género y número con el sustantivo al que se aplica; los gentilicios restantes se mantienen en masculino singular. Si hablamos de alianzas domínico-americanas, solo el gentilicio americanas, que ocupa el último lugar del compuesto, concuerda en género femenino y número plural con el sustantivo alianzas, mientras que el gentilicio domínico permanece en masculino singular. Si hablamos de pacto domínico-americano, el género (masculino) y el número (singular) del sustantivo pacto exigen que el gentilicio compuesto concuerde con él. Solo cambia el segundo elemento; el primero permanece invariable.
La próxima semana seguiremos tirando del hilo de los gentilicios y comprobarán que la madeja no se acaba aquí.
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