Dulces rótulos
Hace unos años visité Krispy Kreme. Incomprensible, y también inaceptable, en un país cuya lengua materna y oficial es el español, que los rótulos estuvieran en inglés. Le pedí a un dependiente la rosquilla traduciendo su nombre al español, que sin duda era el idioma del dependiente, y este, masticando el nombre del dulce en inglés, me afeó que lo hubiera dicho en español. Le di las gracias y salí sin comprar.
En estos días me llevé una agradable sorpresa, algo no muy frecuente cuando se trata del buen uso de la lengua. Mis hijos visitaron Krispy Kreme y me enviaron de inmediato una foto en la que pude apreciar con inmensa alegría que, por fin, custard filled chocolate se había transformado, por arte de una gerencia consciente y respetuosa de sus consumidores, en chocolate con crema pastelera.
Un detalle que podría parecer insignificante a primera vista, pero que me devuelve la confianza en que, con trabajo y tesón, podemos difundir el orgullo por el uso de nuestra lengua materna, el respeto por lo que somos y por cómo nos expresamos.
Me gustan las rosquillas, aunque debo dosificarlas, ya se imaginan ustedes por qué. Incluso me atrevo a decir que me gustan las donas, utilizando la forma en la que en el español de América ha adaptado el inglés doughnut a la lengua española, pero me gustan mucho más si, cuando voy a comprarlas, encuentro los rótulos en español. Algunos dirán que la imagen de marca exige que aparezca en inglés. Nuestra lengua materna y oficial, nuestra cultura y nuestra identidad, también nuestra condición de consumidores, exige que el rótulo esté en español, y aparezca en primer lugar si va acompañado del rótulo en inglés. Bien por estos preciosos rótulos en español de Krispy Kreme. Que cunda el ejemplo.
@Letra_zeta
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