Contamíname
Halando del hilo poco a poco nos hemos familiarizado con los gentilicios y sus curiosidades. La realidad humana de nuestra tierra, hospitalaria donde las haya, nos brinda la oportunidad de practicar con todas las combinaciones imaginables. Cuando de gentilicios compuestos se trata, en la República Dominicana podemos permitirnos la creatividad.
Además de a los gentilicios unidos por un guion, como los que nos entretuvieron la semana pasada, podemos recurrir a los compuestos univerbales, es decir, a aquellos cuyos componentes se fusionan hasta el punto de mantener solo una sílaba tónica: italodominicano o dominicoalemán, por ejemplo, se forman a partir de dos adjetivos yuxtapuestos (que no se refiere a otra cosa sino a que están unidos sin necesidad de ninguna partícula). El primer adjetivo del compuesto llega a perder su terminación y a adoptar una -o para facilitar la unión. Existen casos en los que la -o se añade sin necesidad de reducción del primer componente: catalanodominicano. Los hay también que recurren a una forma sustituta con tal de que la combinación de los elementos llegue a buen término: anglodominicano, hispanodominicano, lusodominicano. En todos los ejemplos el gentilicio resultante solo tiene una sílaba tónica.
Ortográficamente deben respetar las normas generales. Debemos duplicar la erre, por ejemplo, cuando esta queda en posición intervocálica como consecuencia de la composición: dominicorruso. Las tildes se colocarán, o no, dependiendo de cuál sea la sílaba tónica y de la letra final; los habrá agudos con tilde (dominicofinés) y sin ella (dominicoespañol), llanos o graves (chinodominicano) y, por supuesto, esdrújulos: dominicobúlgaro.
Si nos llevamos del ejemplo de nuestros gentilicios, sin duda haremos honor a aquello de «contamíname, mézclate conmigo» que musicalmente preconizaba la hermosa canción de Pedro Guerra.
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