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Entrevista
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Reina Rosario: “Soy una historiadora comprometida con mis principios”

La autora ha investigado sobre las raíces de la identidad dominicana y se interesa por la historia social

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Reina Rosario: “Soy una historiadora comprometida con mis principios”
Reina Rosario, historiadora dominicana. (FOTO: FUENTE EXTERNA)

La acreditada autora Reina Rosario asume su rol de historiadora con pasión y conciencia crítica y confiesa que es feliz ejerciendo el oficio al que ama y se dedica con intensidad y sentido del compromiso.

La profesional de las últimas promociones de las Ciencias Sociales, formada en la antigua Unión Soviética, se considera una historiadora comprometida con sus principios, que la conducen a situarse en el momento histórico que le ha tocado vivir y a tratar de mejorarlo.

Con franqueza y convicción, la escritora de varios libros, directora del Instituto de Historia de la Facultad de Humanidades y la revista Ecos y miembro correspondiente nacional de la Academia Dominicana de la Historia, enjuició la historiografía nacional y expresó otros particulares puntos de vistas al responder preguntas de Diario Libre.

La pandemia ha impactado toda la vida dominicana. ¿En cuáles aspectos se enfocaría usted para historiarla?

Si fuera a historiar la actual pandemia lo haría desde la historia social, que resulta idónea para hacer visible la situación de los sectores sociales más vulnerables como mujeres, racismo, inmigrantes, niños y ancianos, entre otros sectores. Desde luego que el abordaje de estos temas debe ser inter, multi y transdisciplinar para poder abarcar las múltiples aristas socioculturales. Esta pandemia ha afectado a toda la población sin importar clases sociales. Pero durante su paso la violencia contra las mujeres ha aumentado debido a la convivencia de 24 horas durante un tiempo prolongado de la mujer con el agresor. En las primeras semanas en la República Dominicana se informó del aumento de este fenómeno, pero extrañamente dejó de existir, lo que me permite afirmar que aquí, con la pandemia, la violencia de género ha sido aún más silenciada. En nuestro país la violencia contra la mujer es una verdadera pandemia. No hay mascarilla que proteja a la mujer de la violencia. La pandemia actual también ha puesto de manifiesto la vieja y latente epidemia del racismo. Para historiar la pandemia actual me enfocaría en mostrar cómo la discriminación de la mujer y el racismo constituyen las epidemias más largas de la historia y cómo la pandemia actual las ha evidenciado.

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Infografía
Portada del libro escrito por Reina Rosario y Manuel Matos Moquete.

¿Qué significa ser historiadora en un área dominada por los hombres? ¿Ha tenido tropiezos por el tema de género?

Significa participar en desventaja. La ausencia de la mujer en la historia tiene su origen cuando se escogieron solo los hechos públicos para historiar. La mujer, ubicada en la esfera privada, quedó fuera del relato histórico. Es decir, que la historia que conocemos es la historia de los hombres, la otra mitad de la humanidad que somos las mujeres, no aparece en la historia porque ha sido invisibilizada. A esto se suma que históricamente las religiones han legitimado el poder de los hombres sobre las mujeres. Y por si fuera poco, buena parte de los historiadores son religiosos. Esto describe solo un segmento de las desventajas. Se agrega que los grupos en el poder (como en todo el mundo) usan la historia y a los historiadores para legitimar sus intereses. Así “la ideología de las clases dominantes la asume toda la sociedad”, entiéndase la ideología patriarcal. Una historia social al servicio de las poblaciones en desventajas como la que intento hacer no resulta simpática a los historiadores tradicionales, tampoco a las historiadoras que no creen necesario hablar de género o historiar a las mujeres. En concreto, no he tenido tropiezos abiertamente, pero sí siento poco interés (con sus excepciones) por temas como mujeres, identidad, racismo y migración que son los temas que trabajo. En marzo del 2019 propuse a la Academia Dominicana de la Historia la creación de una sección de Historia de Mujeres (como existe en casi todos los países de la región). Pero aún no he recibido una respuesta definitiva; no importa, estaremos insistiendo en ello y en otras iniciativas presentadas. Esto podría ser el inicio de una incipiente corriente historiográfica de estudios de mujeres en la República Dominicana.

¿En qué momento de su vida se dio cuenta de que lo suyo era investigar sobre el pasado y enseñar?

Nací y crecí en Bonao, en un hogar de maestros; allí estuve rodeada de libros. Aprendí a leer a los cuatro años; fui muy feliz leyendo una gran biblioteca que había en casa. A los trece años me leí el Diario de Ana Frank; ese libro me impactó de tal manera que dejé de leer sobre mitología y comencé a buscar libros sobre el fascismo. En mi casa estaban casi todos los libros de Juan Bosch; mi abuelo, que era un gran lector, los comentaba todos. Pero había uno que él leía y releía; era Composición social dominicana. Desde que tuve chance leí ese libro y me atrapó. Yo tenía 15 años cuando varias hermanas nos mudamos a la capital; a nuestra casa vino a vivir una vecina de Bonao para estudiar en la Uasd. Ella en Bonao era adventista y en mi casa, en Ciudad Nueva, era militante del PCD. Con ella leí todo lo que me faltaba hasta entender mi misión. Una tarde fui sola al PCD y me afilé. Dos años después, recién cumplidos los 18, el partido me envió estudiar a Cuba a una escuela de cuatros políticos. Después de dos años en Cuba regresé al país y decidí irme a Rusia a estudiar historia porque desde mi tierna infancia la diosa Clío me había atrapado entre sus suaves redes. Siempre sentía una fascinación indescriptible por todos los papeles viejos. Soy feliz de ser historiadora, amo el oficio, voy a un archivo y no siento que el tiempo pasa; leo mil cosas que no ando buscando, pero que me deleitan. En Rusia estudié historia y realicé una maestría en antropología cultural porque solo quería ser investigadora. Pero cuando llegué al país en el 1990 se hacían poquísimas investigaciones y empecé a dar clases en Intec, en Unibe y luego en la Uasd. La docencia fue un enamoramiento en el primer encuentro. Al entrar a un aula siento que el tiempo se detiene, me olvido de todo, me entrego al tema. Soy una maestra intensa, apasionada, con la intención de crear conciencia crítica de nuestro pasado en los estudiantes. Pongo mucha tarea, soy exigente, los buenos estudiantes me aman y los vagos no. Creo que la historia y la enseñanza estaban en mi ADN.

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Infografía
Reina Rosario, educadora e historiadora. (FOTO: FUENTE EXTERNA)

¿Qué tipo de historiadora ha querido ser y qué huella quiere dejar?

Soy una historiadora comprometida con mis principios. Eso pasa por situarme en el momento histórico que me ha tocado vivir y tratar de transformarlo o, por lo menos, mejorarlo. A través de mis investigaciones, como en la docencia, trato de crear una conciencia histórica. Una enseña como aprendió; en Rusia aprendí que ningún escrito es inocente y debe leerse en tres dimensiones: 1. Leer las líneas (comprensión literal) 2. Leer entre líneas (comprensión inferencial), y 3. Leer tras las líneas (comprensión de la ideología), esto lo enseño a mis estudiantes. La huella que trato de dejar es la de construir un pensamiento histórico crítico que les permita tener sus propias visiones y defenderlas con argumentos válidos en cualquier situación. Lograr esto me hace feliz.

¿Qué implicó para usted formarse en la antigua Unión Soviética?

Estudiar a la antigua Unión de República Socialista Soviéticas fue un sueño hecho realidad. Me fui a Rusia porque creía en el sistema, me identificaba ideológicamente y lo consideraba el lugar perfecto para mi formación profesional. Había estudiado dos años en Cuba y me resistía a manuales. Así que me dije, quiero estudiar en ruso, hablar el idioma de Lenin, entender, hojear y poder interpretar las fuentes primarias. Estudié en la Universidad Estatal de Moscú “Lomonosov” y estoy agradecida del universo por permitirme ese privilegio. Esta universidad era y sigue siendo una de las mejores de Europa. En el plano ideológico, conociendo el sistema socialista desde dentro, comprobé varias de las distorsiones entre la teoría y la práctica que planteaba Michael Voslenky en su libro Nomenklatura y para el cuarto año de estudio dejé de ser leninista. Pero hoy día, para mí, Marx sigue siendo relevante por sus aportes en la filosofía, economía e historia. Esos siete años en la URSS fueron intensos, trabajé dos veranos en el Cáucaso para aportar al Frente Farabundo Martí. Fui dirigente de la Asociación de Estudiantes de Moscú. Me compenetré con la cultura rusa, estudié con pasión no solo el marxismo-leninismo, sino también la inmensa literatura rusa. En esos años me hice amante inseparable de los libros del poeta Puskin. Establecí lazos fraternos que aún hoy conservo como un verdadero tesoro. También pude viajar por varios países de Europa. Estudiar en la URSS fue una decisión que hoy considero acertada, aunque no niego que la oz y martillo de mi título implicó que, a mi regreso, algunos historiadores y universidades religiosas trataran de bloquearme. Pero nunca le di importancia.

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Infografía

¿En qué debe mejorar la historia dominicana?

Debe mejorar o, mejor dicho, debe cambiar en muchos aspectos. Señalo algunos:

? En dejar de hacer una historia “historicista”, basada solo en la historia política y comenzar a mostrar los aspectos sociales y culturales del pueblo dominicano en su conjunto.

? Pasar de generalizaciones que deforman la historia a mostrar una explicación histórica compleja. Se deben analizar las causas y consecuencias de los hechos y no solo ofrecer una narrativa de la historia política.

? Dejar de mostrar a la nación dominicana como eminentemente hispánica, desconociendo con ello sus raíces (indígena, española y africana) y la conformación de una cultura criolla.

? Se presenta la ocupación haitiana como el más funesto de todos hechos, falseando la historia. Se han ocultado “Los llamamientos” de los dominicanos para esa ocupación y la ayuda de los haitianos en la Restauración.

? Cuando en la historia se endiosan a los héroes (los padres de la patria, Santana, Luperón) se les presenta abstraídos de las luchas reales de su tiempo. Hay que destacar la lucha del pueblo y dejar de sobreestimar a las personalidades.

? La historiografía dominicana ha insistido en disminuir el rigor de la esclavitud española en el periodo colonial, presentando a un esclavo feliz de ser esclavo, y se debe mostrar las luchas de clases reales que existieron en ese periodo.

¿Y cuáles son las bondades de los estudios locales de historia?

Está surgiendo una nueva generación de historiadores e historiadoras que no asumen la historia oficial, sino que la cuestionan y la reescriben. La facilidad de consultar fuentes primarias por internet está desmontando gran parte de las tergiversaciones de la historiografía tradicional dominicana y va aflorando la verdad histórica.

Hay muchas quejas sobre la enseñanza de la historia dominicana. ¿Qué habría que hacer para que en los niveles de básica y media realmente se enseñe historia?

Las quejas se justifican debido a que desde hace décadas el sistema educativo dominicano ocupa los últimos lugares regionales y del mundo. El problema es que en la República Dominicana no se ha garantizado la calidad de la formación docente (docente con maestría reprueban). A esto se suma que una educación de calidad necesita de la historia para formar a ciudadanos conscientes y democráticos. Para lograr que en los niveles de básica y media realmente se enseñe historia se deben tomar mínimo tres medidas: Primero, asegurarse de la formación de calidad en el área de historia del docente. Segundo, revertir ese nuevo currículo aprobado por el Minerd que ha diluido la historia en las llamadas Ciencias Sociales y los contenidos históricos que aparecen son insuficientes para conocer la histórica. Y, tercero, garantizar los recursos didácticos, libros y actividades acordes con la verdad histórica, eliminando la visión deformada que ha presentado la historia oficial en nuestro país.

Sobre la realidad dominicana, ¿qué le ha mostrado el estudio de las raíces de nuestra identidad?

Que el pueblo dominicano debe conocer la verdad histórica para poder asumirse como lo que es en realidad. Ya que las deformaciones históricas le han hecho creerse lo que no es. Al estudiar las raíces del pueblo dominicano me ha quedado claro que no se puede vivir bajo la ilusión de una cultura única que no existe. La riqueza de la sociedad dominicana es su diversidad cultural. La memoria de esa diversidad hay que recuperarla conociendo la verdad historia y aceptándola. De esa manera se estará trabajando para encontrarnos con nosotros mismos y sanar nuestra identidad distorsionada.

¿La historia la siguen escribiendo los vencedores, como ocurría antes?

“La historia la escriben los vencedores”. Es una frase que usa Adolfo Hitler en su libro “Mi Lucha”, con la que no estoy de acuerdo, pues la historia consiste en mostrar y analizar el hecho completo, no un solo lado. Los vencedores hacen propaganda no historia. Con frecuencia, desde el poder, se trata de imponer una historia oficial con deformaciones y adulaciones a quienes detentan el poder de turno. Ahora bien, desmitificar ese hecho histórico, al decir de Antoine Prost, debe ser la postura de quien emprenda la tarea de escribir sobre historia. Por otro lado, también hay historia escrita por los vencidos que calan profundamente en la población. Se han escrito docenas de libros sobre las expediciones del 14 de Junio. Incluso el pueblo ha bautizado a los participantes en esa gesta como “la raza inmortal”. Y esto no se debe a la historia escrita por trujillistas. Frente a mí tengo el libro de Delio Gómez Ochoa, “Testimonio de los vencidos”. Conocer ambos lados de la historia permitirá una mirada plural, incluso identificar a quienes han servido como pseudos patriotas y nacionalistas. Pese al poder de la mentira, como arma política, creo que la verdad vale la pena y termina imponiéndose.

En su proceso de formación, ¿quiénes han sido sus maestros o ejemplos para seguir?

Inicio por mi abuelo y mi madre. Otros ejemplos a seguir son: el Che Guevara y Pierre Vilar. Han sido claves en mi formación: Karl Marx, Antonio Gramsci, Clara Zetkin, Margaret Randall, Alexandra Kollontai, Clara Campoamor, Carmen de Burgos, Antoiene Prost, Maurice Dobb, Eric Hobsbawm, Branley Iulian Vladimorovich, Fernando Ortiz, Frantz Fanon y Teun Van Dijk, entre otros.

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La historiadora Reina Rosario Fernández. (FOTO: FUENTE EXTERNA)

Su discurso de ingreso como miembro correspondiente a la Academia Dominicana de la Historia fue sobre Abigaíl Mejía. ¿Qué la condujo a esta autora?

Me interesé por Abigaíl Mejía no como feminista, sino como historiadora. Sentía que con Abigaíl Mejía las historiadoras teníamos una deuda porque su faceta de historiadora es muy poco conocida. Esta mujer manejó técnicas históricas, escribió ensayos con los que compitió de forma anónima frente a destacados historiadores y ganó el primer premio en la Academia Dominicana de la Historia y en el Ateneo. Fue la primera mujer miembro de número correspondiente del Instituto de Investigaciones Históricas. Esa institución funcionó como centro científico ajeno a todo criterio dogmático realizando investigaciones conjuntas con historiadores haitianos, compartiendo sus respectivos archivos y haciendo importantes contribuciones históricas para ambos países. Hoy propongo retomar este ejemplo, además de los haitianos, integrar a franceses, españoles y norteamericanos, con quienes hemos tenido conflictos históricos. Esa es la forma más expedita para llegar a la verdad de la historia.

Ha escrito mucho sobre las migraciones procedentes de África. ¿Qué le despertó el interés por esa temática?

En Cuba, por primera vez, me llamaron negra y eso fue lo mejor que me pudo pasar. A partir de ahí inicié una búsqueda desesperada por conocer la historia de África. Me empezó a molestar que me llamaran “india clara”, india lavá”. Me propuse tener conocimientos sólidos para definirme a mí misma. En eso entendí lo distorsionada que está historia dominicana (donde se sobredimensiona lo hispánico, se deforma lo aborigen y se oculta lo africano). Lamento hasta dolerme que a partir de la primera República la clase política que asumió el poder, para diferenciarnos de los haitianos, privara al pueblo dominicano de conocer y asumir nuestra herencia africana que nada tiene que ver con Haití.

¿Tiene algunos temas pendientes en su agenda de historiadora?

Claro que sí. Tengo varias investigaciones iniciadas y otras por iniciar. Son temas vinculados a la historia de la isla, con África en la República Dominicana, con el racismo, con mi pueblo, Bonao, con URSS en el periodo que estuve allí, y con las mujeres de la República Dominicana.

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