“Nepotismo”: un cuento de José Ramón López
«Nepotismo - Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos»
(Diccionario de la lengua española)
Si leemos con ojos críticos muchas de las obras representativas de la literatura dominicana, muy pronto nos daremos cuenta de lo poco que hemos evolucionado en muchos aspectos, muy especialmente en lo que tiene que ver con los vicios y debilidades de nuestra clase gobernante.
El oportunismo, el arribismo, el transfuguismo, la corrupción administrativa y el nepotismo se nos presentan como prácticas recurrentes en el comportamiento de quienes han detentado el poder político en la República Dominicana. Aunque en cada momento o período histórico los actores son diferentes, su accionar resulta ser exactamente el mismo.
Merced al juicio precedente, por citar solo tres ejemplos, los historiadores nos hablan de la astucia y oportunismo de Tomás Bobadilla (1785 - 1871) ; Juan Antonio Alix (1833 – 1918), en una de sus más famosas o conocidas décimas, “Los mangos bajitos”(1903), critica la conducta de un siniestro personaje llamado Martín Garata, y a los que como él se comportan, quien pretendía obtener dinero de manera fácil, sin trabajar y evitando todo lo que implicara sacrificios, vale decir, “cogiendo los mangos bajitos”. Y en su famosa carta “Receta para desembalsamar el cadáver de la patria” (1884), José Ramón López (1866- 1922) describe críticamente, en el periódico “La Libertad“, de Puerto Plata, la corrupción administrativa durante el gobierno de Ulises Heureaux (Lilís).
El autor de “Cuentos puertoplateños” (1904) , en su revelador relato,“ Nepotismo”, nos narra cómo Maruca, esposa de don Fausto, tan pronto se entera de que este ha sido nombrado Ministro de Hacienda, le pide que en los principales puestos de este ministerio sean nombrados miembros importantes de su familia, incluyendo el perro. Visto todos estos perfiles, actualmente no resulta raro encontrarnos en el mundillo político dominicano con un Tomás Bobadilla, un Lilís, una Maruca o un Martín Garata. Leamos el cuento:
Nepotismo
« -¡Ay Maruca! ¡Abrázame! Aquí lo tengo.
Y don Fausto, al decir esto, se dirigía hacia su mujer, con la cara congestionada, ambos brazos en alto, y en la mano derecha un pliego de papel.
-¿Y qué es? -le contesta Maruca, estrechándole -¿Qué es, mi querido Faustico?
-¿No has adivinado todavía? ¿Nada te dicen mi emoción, mi alegría, mi...? es el nombramiento. Estoy nombrado Ministro de Hacienda, y es muy consolador que quien no tiene una suya pueda manejar la de la República. ¡La hacienda grande, Maruca!
-Ya se acabaron nuestros apuros, Faustico, y los de la familia también. Porque tú, ¡lo juraría!, no has de ser un mal pariente.
-Ah. Por supuesto. Lo que yo tengo está a disposición de la patria, digo de la familia.
-Bueno, pues comencemos por los hijos. Ernestico y Luisito necesitan dos interventorías de Aduana, y es preciso buscárselas de las mejores. ¡Les daremos, les darás tú, la de Puerto Plata y la de la Capital!
-Pero son muy jóvenes...
-¡Bah! No seas tonto. En Europa han hecho oficiales de ejército, oficiales militares, a niños recién nacidos, y ya los nuestros pasan de los quince años. Además los Papas han hecho, de sus sobrinos, Cardenales infantiles...
-Ahora, siquiera sea para que compensen las edades, me les dará otras dos aduanas a papá y a mi abuelo Don Pepito.
Entre los cuatro suman ciento setenta y ocho años, de manera que la parte alícuota de cada uno será de cuarenta y cuatros y un pico. Con eso se les cierra el ídem a los envidiosos.
-Ya tienes lo que querías. Ahora déjame acordarme de los amigos y de las personas útiles. Tú sabes que en la política los hombres valen más por lo que pueden servir que por lo que han servido. Ese es un Axioma indiscutible.
-Eso es una paparrucha. Lo que yo sé es lo que decía un político venezolano. “Quien no gobierna con los suyos se suicida,“ y los suyos son la familia de uno.
-¡Maruca! ¡Maruca!, que me pierdes. Bien lo dijo San Nepomuceno: “Si tu mujer quiere que te tires por una ventana, ruégales a Dios que no esté lejos del suelo”.
-Mira, Fausto. Los santos no saben gran cosa de mujeres, porque ellos no las lidiaron jamás. Si una mujer le pide a su amado que se arroje por una ventana, ten por seguro que no es alta, y que debajo de ella ha puesto un colchón, para por si acaso.
Conque déjate convencer.
-Pues sigue pidiendo.
Oh, ya no será mayor cosa. Sólo necesito quince empleos importantes más para todos nuestros primos, nuestros tíos, nuestros hermanos. Déjame ver...
(Los enumera y los cuenta con los dedos)
-Sí, quince nada más.
-¿Estás contenta ya, Maruquita? Te he concedido los diecinueve empleos mejor retribuidos de mi ramo. ¿No quieres algún otro?
(Maruca se queda pensativa un rato, como repasando todo su árbol genealógico. Al fin se da una palmada en la frente y exclama:)
-¡Ya! ¡Dónde tendría yo la cabeza! Falta uno; pero no vayas a alarmarte: una bicoca, el empleo más humilde.
-¿Cuál?
-La portería del Ministerio.
(El marido asombrado:)
-¿Cómo? ¿Para un pariente la portería?
-No, no es pariente, que la familia es corta, pero es de la casa. Es Nerón. El pobre Nerón a quien olvidábamos.
-¿Qué Nerón?
-Hombre, nuestro mastín. Tan fiel, tan ladrador, tan bueno...
-Maruca... ¿un perro?
-Sí, Fausto. Y no te creas, hay antecedentes clásicos. Un emperador romano nombró cónsul a su caballo... ¿Y habrás tú ser menos?
-Es verdad, Maruca. El nepotismo comprende a todos los seres vivientes que duermen bajo nuestro techo»
José Ramón López
*El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura
dcaba5@hotmail.com