Las siete vidas de Máximo Gómez, libertador de Cuba
Se conmemoran 182 años del natalicio del héroe
Este 18 de noviembre se conmemoran 182 años del natalicio del dominicano Máximo Gómez, libertador de Cuba, considerado un fulgurante y corajudo conductor de ejércitos que logró vencer a las tropas españolas y darle la libertad a la isla más grande del Caribe.
Los estudiosos de las acciones bélicas de Gómez contra los ejércitos españoles en Cuba resaltan sus incomparables capacidades estratégicas, su valor e inteligencia.
El 27 de marzo de 1897 la famosa revista española Blanco y negro publicó sobre el prócer: “De vez en cuando tenemos noticias de él. Cada quince días le damos por muerto, unas veces por los achaques de su vejez, otras a consecuencia de sus heridas en la espalda y otras por una hinchazón gravísima e inoportuna. Si creyéramos a pies juntillas lo que suele escribirse de él en el campo insurrecto y en el campo leal, el ‘chino viejo’ resultaría con siete vidas como los gatos. Una suposición no muy descaminada, porque más de siete, de diez y de cien vidas tiene Máximo Gómez, pero sobre su conciencia”.
Entonces, el dominicano era famoso porque protagonizaba intrépidas y engañosas operaciones que le causaban graves pérdidas a las tropas españolas. Gómez fue un maestro de la astucia militar y es que pensaba que esa era la única forma de obtener ventajas en la larga lucha contra España, un poderío claramente superior.
El general hacía maniobras de despiste, ataques por sorpresa, diseminaba embustes para ser perseguido y desviar la atención sobre enclaves más importantes y usaba su intuición para evitar emboscadas.
Sin embargo, en la primera etapa de la guerra contra los españoles, del 1868 al 1878, los insurrectos fueron derrotados y Gómez retornó a la República Dominicana, donde se mantuvo hasta el 1895, cuando firmó el Manifiesto de Montecristi junto a José Martí.
Trucos del guerrero
En 1895, Gómez tenía claro que la única manera de ganarle al ejército español era engañándole, y decidió extender la lucha hasta occidente mediante la invasión, que conllevaba la posibilidad de destruir las principales fuentes de riqueza que financiaban la maquinaria militar colonial y la ventaja de dispersar por Cuba a las tropas de España, con la excusa de proteger otros enclaves importantes de los supuestos ataques mambises.
Gómez conquistó a Camagüey, pero no pudo iniciar la invasión de occidente porque las tropas de Antonio Maceo no habían llegado en su apoyo. Entonces el general dispuso una serie de ataques solo para confundir al mando español y hacerle sacar las tropas de los alrededores de Camagüey.
Tal estrategia ha sido considerada ingeniosa, y fue en gran medida fruto del profundo conocimiento que poseía Gómez del adversario, pues había combatido junto a los españoles en la guerra de la Restauración dominicana.
Sobre esos hechos, el jefe militar escribió en su diario: “Quería llamar la atención del enemigo hacia aquella zona (...) para proteger el paso del general Maceo, que ya debe venir marchando. Todos mis movimientos han de obedecer a ese propósito”.
En efecto, Maceo cruzó Camagüey de este a oeste, no tuvo que librar siquiera un combate y pudo unirse a su meritorio compañero de lucha.
El general español José Lachambre calificó de “brillante” la operación que hizo posible el encuentro de los dos destacamentos insurrectos. “Maceo, desde Santiago de Cuba y en 32 días de marcha sin que le disparen un tiro llega a la trocha y la pasa, uniéndose a Gómez (...), que mutuamente se ayudaban en esta brillante operación”, expresó.
Manifiesto de Montecristi
El 25 de marzo de 1895, en Montecristi, República Dominicana, José Martí y Máximo Gómez, firmaron el conocido Manifiesto de Montecristi, documento oficial del Partido Revolucionario Cubano, que justificaba la contienda y exponía las ideas para organizarla.
Este documento constituye una irrefutable expresión de la unidad y consistencia que tendría la revolución cubana. En el texto se exigía la liberación de la llamada Perla de las Antillas. “La guerra de independencia de Cuba, (...) es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo”, decía.
También resaltaba la necesidad de hacer una guerra “generosa y breve” y explicaba que la contienda no era contra el español, sino contra el régimen colonial.
Diario de campaña
Gómez transmitió a la posteridad su Diario de campaña (1868-1899), en el que plasmó valiosas informaciones sobre las acciones revolucionarias y también escribió su ideario, en el contexto histórico de treinta años.
Pese a su intensa y ocupada vida, el prócer archivó más de 40,000 folios de diversos temas, entre ellos 16 libretas de bolsillo en las que reprodujo de forma cronológica sus vicisitudes en las campañas por la independencia cubana.
Según escribió Balaguer en su obra Próceres escritores, Gómez es digno de figurar entre los más geniales conductores de tropas del continente, “acaso a la derecha de Simón Bolívar, a quien iguala en el arte de hacer la guerra con ejércitos improvisados y a quien sin duda sobrepasa en coraje épico y en estrategia instintiva”.
El escritor y político dominicano agregó que como patriota Gómez se halla a nivel de Washington y San Martín en lealtad a sus principios y honradez ciudadana.
“Pero el libertador de Cuba no supo sólo conducir, como los combatientes homéricos, el carro de los combates. Después de haber puesto el genio en sus campañas, obras sublimes de perspicacia y de intuición que pueden considerarse verdaderos prodigios militares, todavía le sobró talento para verterlo generosamente en sus escritos”, puntualizó Balaguer.
El autor cubano Wilkie Delgado Correa escribió que Gómez, jefe de la primera carga al machete en la guerra independentista de los Diez Años, fue, sin duda, un genio militar que junto a otro grande como Antonio Maceo, libró las principales batallas contra el ejército español, y sus hazañas estratégicas están inscritas en forma indeleble en la historia militar cubana.
Para este escritor, Gómez, junto a su lugarteniente general Antonio Maceo, constituye un hito supremo del arte militar de Cuba y el mundo. “Pero su figura también alcanza igual realce en el campo de las ideas políticas, ligadas a la historia de Cuba, además proyectadas a la esfera social de su tiempo, que aún hoy en día mantienen plena vigencia en el mundo contemporáneo”, dijo.