Las influencias religiosas en los complejos espacios del poder
Presidentes dominicanos y potenciales mandatarios han buscado el respaldo de las iglesias para mantenerse o llegar al poder a lo largo de la historia.
Las recientes declaraciones del expresidente Leonel Fernández sobre su cercanía a Dios y sus convicciones religiosas no solo desataron comentarios y conjeturas sobre la intencionalidad de su discurso en la actual coyuntura política, sino que evocaron las influencias de los credos en los escenarios del poder de la República Dominicana.
El aspirante a la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD se declaró ante una multitud de creyentes “amante de Dios” y expresó que de llegar al poder “sería por la voluntad” del todopoderoso, “el único que quita y pone reyes” y “por la voluntad del pueblo dominicano”.
Además, en el Sermón de las Siete Palabras, pronunciado en este año 2019, la iglesia católica denunció que el país se encaminaba hacia una dictadura, corolario de denuncias parecidas que había hecho monseñor Francisco Ozoria, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, cuando soplaban vientos reeleccionistas.
En su extenso ejercicio gubernamental, Joaquín Balaguer mantuvo estrechas relaciones con la iglesia católica y continuó con la política de Rafael Leónidas Trujillo de construir templos y subvencionar programas manejados por el influyente colectivo.
Es conocida la confrontación que se produjo entre Juan Bosch y una corriente religiosa representada por el padre Láutico García, de la Compañía de Jesús. Una expresión notable del manejo del tema religioso contra un candidato presidencial fue el debate político televisado más transcendental del pasado siglo XX, efectuado el 17 de diciembre de 1962, días antes de las elecciones, finalmente ganadas por el entonces aspirante del Partido Revolucionario Dominicano, al que el sacerdote pretendió demostrar, sin éxito, que era comunista y representaba esa ideología atea.
En muchas iglesias de la época, los curas advirtieron a la feligresía que debía votar contra el comunismo, que habría representado Bosch.
Trujillo y la carta pastoral
Rafael Leónidas Trujillo fue un gran beneficiario del respaldo que durante casi toda su dictadura le dio la iglesia católica, situación que cambió drásticamente en el tramo final de su régimen de 31 años.
La consolidación de las relaciones entre la cúpula religiosa y el régimen de Trujillo se produjo con la firma del Concordato en el 1954. Pero la sonada ruptura entre la dictadura y la iglesia fue causada por la carta pastoral leída en las iglesias el 21 de enero del 1960. Los obispos condenaron los encarcelamientos, las torturas y otras acciones represivas y expresaron que no podían permanecer insensibles ante la honda pena que afligía a buen número de hogares dominicanos, afectados por la represión desatada por el sistema tras la expedición del 1959.
La carta pastoral fue firmada por el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, Ricardo Pittini, Octavio A. Beras, arzobispo coadjutor de Santo Domingo, Hugo Eduardo Polanco Brito, obispo de Santiago de los Caballeros, monseñor Francisco Panal, obispo de La Vega, monseñor Juan Félix Pepén, obispo de La Altagracia, y monseñor Tomás F. O’ Reilly, obispo de San Juan de la Maguana.
Aunque no siempre lo han conseguido, todos los presidentes dominicanos y potenciales mandatarios han intentado obtener el respaldo de la iglesia católica y de otras congregaciones que en las últimas décadas han tenido un gran crecimiento y ganado mayor influencia.
Prelados presidentes
En el pasado dominicano representantes de la iglesia católica y del poder político estuvieron encarnados en la misma persona. Fueron los casos de monseñores Fernando Arturo de Meriño y Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla.
A finales del siglo XIX, Meriño fue presidente en el período 1880-1882 y luego arzobispo de Santo Domingo de 1885 a 1906.
Brillante orador, el religioso nacido en Yamasá fue electo presidente de la República con el apoyo del líder del Partido Azul, Gregorio Luperón, y gobernó del 1880 al 1882.
Meriño afrontó situaciones conflictivas y tuvo que suspender la administración liberal y dar paso a un régimen dictatorial, en reacción a las conspiraciones. El 30 de mayo de 1881 el gobernante dispuso por decreto que quien fuera apresado con las armas en las manos contra el Gobierno sería castigado con la pena de muerte. La medida pasó al a historia como el “Decreto de San Fernando”, ya que fue emitido el día de ese santo.
Posteriormente, ocupó el solio Nouel y Bobadilla, conocido como monseñor Nouel, luego de que fuera designado arzobispo de Santo Domingo, posición que ocupó entre 1906 y 1935.
Noel fue designado presidente provisional de la República Dominicana por un decreto del Congreso Nacional. Gobernó desde el 1 de diciembre de 1912 hasta el 13 de abril de 1913, cuando renunció a la primera magistratura.
Aspirantes al solio
Décadas después llegaron al espacio político otras figuras de los litorales religiosos, como fueron los sacerdotes Rogelio Delgado Bogaert y Antonio (Toño) Rosario y Ana Inés Polanco, pastora.
Delgado Bogaert, también educador y político, fue secretario de Educación de Bellas Artes y Cultos en 1964 y candidato a la vicepresidencia de la República por el Partido Revolucionario Social Cristiano en 1970. A la postre, creó el Partido Popular Cristiano (PPC) en 1981 y participó en las elecciones de 1986, como candidato a la presidencia.
Igualmente, Delgado Bogaert fue rector del Instituto Tecnológico del Cibao Oriental desde el 1988 hasta el 1991. Falleció en Santo Domingo el 22 de octubre de 1993.
Conocido popularmente como el padre Toño, Reynoso se proyectó en el ambiente político en los años 90 del pasado siglo, cuando creó y presidió el Partido Nueva Esperanza. Luego fue candidato a la presidencia, nominado por el Movimiento Independencia Unidad y Cambio (MIUCA) y desempeñó varias posiciones públicas.
Reynoso fue involucrado en el caso de la estafa de RD$1,800 millones en contra del Estado, a través del Plan Renove. Cumplió una condena de dos meses de prisión en la cárcel de Najayo. El exsacerdote había sido director de la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (OTTT) en el Gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004).
Ana Inés Polanco, líder religiosa, también ha aspirado a dirigir el país. En el 2012 la Junta Central Electoral se negó a inscribirla como candidata presidencial por el Movimiento de Integración Cristiana (MIC), porque no era un partido reconocido. Fue candidata vicepresidencial por el Partido Revolucionario Independiente (PRI) en el 2008. Entonces, la abogada, empresaria y radiodifusora se comprometió a combatir, desde el Gobierno, la pobreza a fomentar la inversión agropecuaria ya crear cientos de miles de puestos de trabajo.