El sexismo lingüístico: ¿Mito o realidad?
“Ya todos el mundo conoce las famosas normas para evitar el lenguaje sexista, redactadas por gente que, sin duda, sabe mucho de sexismo; pero muy poco de lenguaje”.
(Miguel García Posada)
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Conclusión
Yo también considero que quienes redactaron las famosas propuestas para evitar el sexismo en la lengua, podrán “saber mucho de sexismo, pero muy poco de lenguaje”. De haber enfocado el problema con una visión científico - lingüística y no desde una óptica ideológico - clasista, sus propulsores bien pudieron entender que al utilizar los dobletes genéricos, propios de la denominada lengua con perspectiva de género (no sexista):
a) Se confunde el género biológico (hembra/varón) con el género gramatical (masculino/ femenino). O, lo que es lo mismo, se identifica el género gramatical con sexo, olvidando talvez, que existen seres asexuados (las cosas) a los que sí se les puede atribuir un género; pero jamás encasillarlos en un sexo determinado. ¿A qué conduce eso? “A una confusión semántica y a una sintaxis enemiga de la ley del menor esfuerzo como principio innegociable de la comunicación lingüística” –responde el profesor Diógenes Céspedes.
b) Se viola el principio de economía lingüística o ley del menor esfuerzo. Para comprobar esto, sólo hay que descubrir las palabras que sobran cada vez que se utilizan monótonos dobletes genéricos en frases del tipo: los y las amigos y amigas, todos y todas, maestros y maestras, etc.; o en párrafos como: “Los empleados y las empleadas gallegos y gallegas están descontentos y descontentas por haber sido instados e instadas, e incluso obligados y obligadas, a declararse católicos y católicas”.
c) Se incurre en violación o desconocimiento de las reglas de la concordancia del español. Una de estas establece que dos sustantivos de diferentes géneros demandan en masculino plural el adjetivo que los califica: “Niños y niñas traviesos...” Pero el ultrafeminismo rechaza por machista este precepto y le opone sus engorrosas e indigeribles duplicaciones: “Niños y niñas traviesos y traviesas”.
d) Se olvida que la función fundamental de la lengua es la comunicación. La construcción sintáctica que pretende el feminismo, por farragosa, resulta confusa, oscura y poco comunicativa.
e) Se olvida que la lengua española no es en sí misma tan sexista como parece, sino el uso que de ella hace el hablante. En tal virtud vale destacar que el escritor, profesor e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, Álvaro Meseguer, publicó en 1977 el libro “Lenguaje y discriminación sexual ”, donde establecía que la lengua española era profundamente sexista; pero diecinueve años después se retracta cuando en su nueva obra, “¿Es sexista la lengua española?”, (Paidós, 1996, Barcelona, pág.17), admite que había confundido género y sexo, que la lengua española es inocente y que el sexismo lingüístico radica en el hablante o en el oyente, pero no en la lengua.
f) Se ignora, como muy juiciosamente afirma el destacado filólogo sevillano, Miguel García Posada, que el genérico masculino no es suprimible: pertenece al código básico del idioma, no al uso individual. Que en español, el masculino es el TÉRMINO NO MARCADO, y por eso niño puede servir para ambos géneros, contrario a niña que sólo significa niña, toda vez que el femenino es el TÉRMINO MARCADO.
g) Se Incurre en vacilaciones frecuentes. Esta vacilación se manifiesta de dos maneras:
1. Se distinguen o expresan los dos géneros en el sustantivo, pero no en el adjetivo que lo califica: “No votaré por candidatos y candidatas corruptos...” (¿Por qué no corruptos y corruptas?)
2. Tanto en la expresión oral como escrita, una misma palabra aparece usada con distinción de género en un momento, y en otro no. Así, es común leer textos antisexistas en uno de cuyos párrafos se lee: “Es papel de los/las maestros/maestras es leer y fomentar el amor por la lectura...” Sin embargo, en el párrafo siguiente, el mismo autor escribe: “Sabemos que los maestros siempre han sido los grandes olvidados...” (¿Por qué esta vez se obvió la distinción genérica, al expresar solamente maestros y no los/las maestros y maestras?
¿Por qué se producen estos casos de vacilación?
Sencillamente, porque el hablante que así procede no tiene internalizada en su cerebro esa estructura sintáctica, esto es, los desdoblamientos; porque actúa movido por la moda, por la imitación, sin conciencia lingüística, por presión, vale decir, para evitar la etiqueta de machista, o, quizás, para no entrar en contradicción con el movimiento feminista, evitando así las incisivas críticas de sus combativas representantes.
h) El feminismo ha sabido penetrar e insertar sus normas en los documentos de muchas instituciones públicas de la República Dominicana; pero fundamentalmente, en aquellos que versan sobre el proceso de transformación curricular de la educación dominicana. De ahí que sea muy común escuchar a maestros, técnicos, empleados y funcionarios del Ministerio de Educación hablar de alumnos y alumnas, maestros y maestras, profesores y profesoras, etc., los cuales, al igual que otros carecen por completo de pertinencia desde el punto de vista lingüístico.
A esa profusión de dobletes, algunos autores los llaman «cursilerías », « insensatez, ñoñeces o locuras feministas», « plagas de género » “piruetas lingüísticas”, “circunloquios”, “tonterías”, “mojigatería”,” ridiculeces”, etc. Adicional a estas descriptivas denominaciones, yo los llamaría “extravagancias léxicas”. Y como habría de esperarse, los juicios que rechazan esas formas feministas de expresión, han sido catalogados por sus fervientes defensoras de “alaridos misóginos”, “posturas patriarcales”, “rugidos discrepantes”, etc.
i) Ya nos imaginamos cómo variarían los nombres y las siglas de nuestras instituciones en caso de que se cumpla ciegamente el mandato feminista:
1. Cámara de Diputados y Diputadas de la República Dominicana.
2. Asociación Dominicana de Profesores y Profesoras (ADPP).
3. Colegio de Ingenieros e Ingenieras, Arquitectos y Arquitectas, Agrimensores y Agrimensoras.
4. Asociación de locutores y locutoras de Santiago ( ALLS)
5. Colegio de abogados y abogadas de la República Dominicana.
6. Día de los enamorados y enamoradas.
7. Día de los /las fieles difuntos y difuntas
j) Oponerse a estas formas de expresión, de ningún modo implica desconocer o resistirse a la evolución de la lengua o adoptar una actitud en contra de la igualdad de derechos de la mujer, como afirman o contraargumentan sus radicales defensoras.
La lengua, como bien afirma Gili Gaya “no permanece inalterable”, esto es, cambia. Y cambia, nadie lo discute; porque solo así puede cumplir con su función y renovarse permanentemente. Cambia porque la comunidad que la habla también cambia y, en tal virtud, necesita satisfacer o dar respuestas a las necesidades comunicativas de los hablantes. Pero esa evolución, de la lengua conviene precisarlo, se origina de manera natural, nunca por presión externa, sino impulsada por la fuerza de su dinámica interna.
Significa eso, que la lengua se resiste a cualquier tipo de control externo, y es de ahí que el cambio lingüístico, el cual se caracteriza por ser armónico y sistémico, ni se propone ni se impone; pues de ocurrir así, los hablantes no lo asumirían o adoptarían una actitud de radical resistencia. Por eso a nadie ha de extrañar el rechazo casi unánime que ha recibido el intento del movimiento feminista de tratar de imponer sus formas expresivas en el mundo hispanohablante.
k) Cónsono con la ideología y el discurso feminista, algunos de sus más convencidos y fieles defensores platean que el sexismo lingüístico promueve la exclusión de lo femenino en general y de la mujer en particular. Es el caso, por citar solo un ejemplo, del Dr. Bartolo García Molina, ensayista, destacado profesor universitario y promotor activo de dicha ideología, quien, al referirse al tema del sexismo lingüístico, sostiene que "el sexismo discursivo y lingüístico refuerzan la desigualdad y la discriminación hacia la mujer" (21).
Y a tono con ese planteo, el precitado autor establece un paralelo entre lengua no sexista y el trato a la mujer, al establecer que:
“Hay que rescatar lo femenino de la marginación discursiva. Si no se valora la mujer en el discurso, - puntualiza – tampoco se valorará lo suficiente en la práctica. También lo inverso aplica; si no se valora la mujer en la realidad o la práctica, tampoco se valorará en el discurso” (22)
Necesariamente tengo que disentir o expresar mi desacuerdo con el punto de vista de quien fuera mi apreciado e ilustre maestro de Fonética y Fonología en la UASD, por cuanto a la luz de la realidad, tan reivindicativo y no menos dignificador juicio no se sostiene, toda vez que son muchos los hombres que, cuando hablan en público, abarrotan su léxico de formas feministas, asumiendo así un discurso que no sienten ni comparten, razón por la cual, en el ámbito familiar, ejercen contra sus parejas la más bestial de las violencias. Otros, como muchos dirigentes y candidatos políticos, muy especialmente en los procesos electorales, les encantan hablar “a lo feminista” o destacando los dos géneros en sus discursos, con el único y deliberado propósito de vender una falsa imagen de identidad con el mundo femenino y captar de esa manera la simpatía y el voto de la mujer.
l) Los ideólogos del archifeminismo califican de “machista” a todo aquel que se oponga o no comulgue con sus postulados y prácticas antisexistas. Pensar así, es poseer una visión desenfocada o al margen por completo de la verdadera esencia del problema.
Todos debemos apoyar la justa lucha de las mujeres en pos de sus derechos de igualdad y en contra de la irracional violencia masculina que mentes insensatas ejecutan en su perjuicio. Pero esa violencia se debe combatir primero el seno de la estructura social y no en la estructura interna de la lengua.
Notas y referencias
1. García, Pedro Norberto. (2000). El Constructivismo en la transformación curricular. Santo Domingo, Ediciones Nativo, CXA., p.9.
2. Crítico literario, ensayista, poeta, profesor, narrador, periodista, lingüista y Premio Nacional de Literatura 2007.
3. http://elies.rediris.es/elies16/Garcia.html#2definicion
4. http://www.archena.es/files/Mat_11_evitarsexismolenguaje.pdf
5. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Colombia, Santillana 2005, p. 311
6. Ob. Cit., p. 311
7. Ob. Cit... p. 311
8. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. México, Editorial Planeta, 2010, p.25
9. Ob. Cit. p.25
10. Diccionario panhispánico de dudas, p.312
11. http://elpais.com/diario/1995/03/20/cultura/795654016_850215.html
12. Filólogo, crítico literario, ensayista, novelista, profesor universitario, Premio Nacional de Literatura 2008 y presidente de la Academia Dominicana de la Lengua.
13. Rosario Candelier, Bruno. (2008). El ánfora del lenguaje. Santo Domingo, Editora Teófilo, p.293.
14. Ob. Cit., p.296
15. Ob. Cit., p.296.
16. Orlando Alba cursó estudios una licenciatura en Educación: Mención Español (Universidad Católica Madre y Maestra – Santiago de los Caballeros), una maestría en Lingüística (Universidad de Puerto Rico, Recinto Río Piedras) y un doctorado en Filología Hispánica (Universidad Complutense de Madrid).
17. Alba, Orlando (2009). La identidad lingüística de los dominicanos. Santo Domingo, Editora Búho, p. 150)
18. Ob. Cit., p.153
19. Ob. Cit., p.155
20. Ob. Cit., p. 155
21. García Molina, Bartolo. (2012). Redacción. .Santo Domingo, Editorial Surco. Santo Domingo.
22. García Molina, Bartolo. (2006). Lengua, pensamiento y educación. Santo Domingo, Editorial .Surco.
El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura.
dcaba5@hotmail.com