Cómo se habría podido mantener la isla indivisa, según García Arévalo
El investigador dictó una conferencia en la Academia Dominicana de la Historia
SANTO DOMINGO. El historiador Manuel García Arévalo reflexionó que muy distintas habrían sido las posibilidades urbanísticas del primer poblado colombino de haberse establecido los españoles al pie del Monte de Plata y que se habrían evitado las devastaciones de Osorio y la división territorial de la antigua isla la Española.
“La estratégica posición de Puerto Plata les habría permitido a las autoridades coloniales ejercer un mejor control del ámbito insular, y no hubieran ocurrido las devastaciones que a principios del siglo XVII asolaron los poblados establecido en la Banda Norte y el oeste de la Española, con sus trágicas repercusiones socioeconómicas y políticas”, afirmó al dictar la conferencia “El propósito de Colón de asentar la Isabela en Puerto Plata y las implicaciones geopolíticas que pudo haber tenido”, en la Academia Dominicana de la Historia.
Dijo que “de ese modo se habría preservado la integridad territorial, evitando la penetración francesa en la parte occidental, y por tanto la isla no se hubiese escindido en dos colonias distintas bajo los respectivos dominios de España y Francia. De manera que la actual República Dominicana, al separarse de la dominación española, habría ocupado toda la isla, que hubiera permanecido indivisa desde los tiempos del descubrimiento de América”.
Contó que al regresar a la isla la Española en su segundo viaje, Cristóbal Colón constató la destrucción del Fuerte de la Navidad, que había construido en tierras del cacique Guacanagarix.
Afirmó que, tras permanecer diez días frente a la Navidad, levó anclas el 7 de diciembre de 1493, y enrumbó hacia el Este, con la intención de fondear en Puerto Plata y establecer la villa de La Isabela, en reconocimiento a la soberana que amparó la empresa descubridora.
Aseguró que, al enfrentar condiciones atmosféricas adversas, Colón a duras penas pudo llegar al puerto de Gracia, hoy Puerto Blanco o Luperón, desde donde retrocedió ante la impaciencia de la tripulación, que sobrepasaba las mil doscientas personas, sumada a la fatiga de los caballos y al deterioro y escasez de los avituallamientos traídos de España.