José Manuel Fajardo: "Leer hace la vida más grande"
En esta entrevista para Confesiones de Lector, el escritor comparte los continentes literarios en los que ha vivido los mejores momentos de su vida como lector
Jose Manuel Fajardo lleva escribiendo desde los ocho años. Los libros lo marcaron desde muy niño. Lo empujaron a ir más lejos de sí mismo y a pensar que la vida tenía que ser más grande que aquella estrechez que lo arropaba en su casa y en su barrio de Madrid.
De joven, le tocó vivir la convulsa decadencia de la dictadura franquista. Luchó por la democracia para ir más lejos de sí mismo y de aquella opresión. Al final de la larga transición se hizo periodista.
Viajero incansable, pasó de Madrid al País Vasco por amor y nueve años después a París para vivir como escritor. Desde hace catorce, vive, ama y escribe en la mágica y serena Lisboa.
En cuanto a sus viajes al mundo de la ficción, el autor se siente habitante de Rayuela, Cien años de soledad, El jardín de los senderos que se bifurcan, Pedro Páramo, Conversación en la catedral, El corazón de las tinieblas, La metamorfosis, El quijote y de los numerosos continentes que forman los libros.
Su primera novela, Carta del fin del mundo, publicada en 1996 pasó a ser Estado Miembro de esa inmensa geografía literaria.
José Manuel Fajardo nació en Granada en 1957 y reside en Lisboa.
En 1992 recibió el Premio Internacional de Periodismo "Rey de España".
Es autor de las novelas Carta del fin del mundo, El converso, Una belleza convulsa (premio Charles Brisset en Francia), A pedir de boca, Mi nombre es Jamaica (premio Alberto-Benveniste en Francia) y Odio (premio Espartaco en España).
Ha publicado el libro de relatos Maneras de estar, dos libros de crónicas y cuatro ensayos históricos.
Su obra ha sido traducida a siete idiomas.
Como gestor cultural, fue director de programación del Festival de la Palabra de Puerto Rico, coordina la programación internacional de la Feria del Libro de Santo Domingo, en la República Dominicana, y dirige la programación del Congreso Internacional de Escritores de Caguas, en Puerto Rico.
En 2024 fue comisario del festival internacional Berengeli del Instituto Cervantes.
Granadino de origen, madrileño de adopción y latinoamericano de corazón, nuestro escritor invitado se formó como lector y "encontró su modo" leyendo a los autores latinoamericanos al son de los boleros que su madre entonaba en el hogar.
José Manuel Fajardo, escritor, novelista, periodista, poeta, traductor, activista cultural y también cocinero, lleva a Latinoamérica en su mirada y en sus hombros sostiene "enormes continentes formados por todos los libros que he leído y los que me esperan por leer".
Una geografía de libros no reconocida aún por las Naciones Unidas afirma, pero que viaja con él a los festivales literarios que ha creado, que organiza, en los que participa y que también se reflejan en sus novelas.
La XXVI Feria Internacional del Libro de Santo Domingo queda formalmente inaugurada
Para este reconocido escritor español y experimentado gestor cultural, desde hace veintisiete años, la República Dominicana forma parte de su historia y de sus relatos.
En 1997 durante el proceso de creación de su libro, El converso, viajó desde Puerto Plata hasta la isla Tortuga en Haití para documentarse.
En la década del 2000 participó a lo largo de cinco años como autor internacional invitado en la FIL de Santo Domingo. Desde hace tres se incorporó a la misma como coordinador de la programación internacional.
En esta entrevista para Confesiones de Lector, Fajardo comparte con ese mismo sabor y amor que impregna a sus platos, los continentes literarios en los que ha vivido los mejores momentos de su vida como lector.
Describe en pocas palabras tu encuentro con el libro.
Mi primer libro fue una pequeña enciclopedia ilustrada que se llamaba "Mi libro encantado". Me la regalaron mis padres cuando aprendí a leer a los 5 años de edad.
Era el único libro que había en mi casa y literalmente viví en sus páginas durante años, leyendo resúmenes de grandes obras (El Quijote, Ivanhoe, Los tres mosqueteros) y vidas de descubridores, aventureros y... libertadores de América Latina, como Bolívar o Martí, porque era un libro mexicano.
De ahí creo que viene mi amor por Latinoamérica.
¿Cuál es tu personaje literario preferido?
El capitán Nemo.
¿Qué libro regalarías a ciegas?
"Un viejo que leía novelas de amor", de Luis Sepúlveda.
Menciona tres escritores que hayan ejercido fuerte influencia sobre ti.
Stevenson, Borges y Graham Greene
Cuando escribes, ¿tú decides el tema o este te elige a ti?
Es el tema el que me elige, pero más que un tema, un sentimiento, una emoción. A partir de esa emoción es que empiezo a construir el tema.
¿Cuáles son los géneros que sobresalen en el conjunto de los libros que posees?
Novela, poesía y ensayo histórico.
Si una tormenta tomara por asalto tu biblioteca y solo pudieras rescatar cinco obras, ¿cuáles serían estas?
"El hijo del héroe", de Karla Suárez. "El Quijote", de Cervantes. "Ficciones" de Borges. "En busca del tiempo perdido", de Proust. Y "Hamlet", de Shakespeare.
¿Qué libro de los que habitan en ella te hubiese gustado escribir?
Muchísimos. Particularmente "Conversación en La Catedral", de Vargas Llosa.
Borges expresó: "La lectura es una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz". ¿Crees que esa felicidad se puede contagiar?
Absolutamente, al igual que se contagia el pesimismo y la amargura. Por eso hay que elegir bien qué personas son las que te rodean.
¿Qué libro amaneció contigo hoy?
"El fantasma de los hechos", de Bruno Arpaia.
¿Si fueses un libro, como te llamarías?
Perfecta sombra.
¿Qué eslogan propondrías para una campana nacional de lectura?
Leer hace la vida más grande.
"Odio" es una novela que nos sumerge en las mentes de dos psicópatas europeos ubicados en diversos lugares en tiempo y espacio, uno en el Londres del siglo XIX, otro en París del siglo XXI. Ambos son víctimas de la marginación social de sus épocas, la cual alimenta su antipatía y desagrado hacia su sociedad. Seguimos el nacimiento del odio en sus espíritus, emoción que los lleva a ejercer actos violentos hacia sus congéneres, bajo la excusa de purgar y mejorar el mundo en el que viven.