Ateneo Insular: santuario del Interiorismo
El mes de septiembre fue privilegiado con dos encuentros literarios celebrados en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, La Lajas de El Caimito, de La Vega
De repente nos encontramos con la palabra, casi imperceptible, «santuario», utilizada por don Bruno Rosario Candelier para destacar la sacra labor que realiza el Interiorismo a través de su templo promocional, el Ateneo Insular. En el mes de septiembre resonó en esta voz con la maravilla de un canto del que nada se sabe y del que todo se sabe a la vez. Y es que ese mes fue privilegiado con dos encuentros literarios. Y fue bueno que, en esta sobriedad de los días, con la ausencia de los recuerdos ardorosos, relate yo esta crónica, pues el maestro del Interiorismo nos plasmó en el alma esta expresión, tan cierta, de una manera diferente. Lasactividades fueron celebradas en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, La Lajas de El Caimito, La Vega.
La sesión sabatina del día 2 se dedicó a la «creación científica y artística», en esta ocasión a la inteligencia artificial. Miguel Ángel Durán presentó un estudio titulado «Ciencia y arte ante el reto de la IA», y Luis Quezada Pérez «Cultura y espiritualidad ante la intervención de la IA». En la sesión de la noche, dedicada al «arte y creatividad», se leyó el estudio que preparó Marjorie Félix, «Sociedad, cultura y creación ante el impacto de la IA», y Bruno Rosario Candelier «Lengua, cultura y creatividad ante la presencia de la IA. En esta misma sesión, en el recital poético, los poetas William Acevedo, Ilumerlin Rodríguez, Ana Valdez y Giselle de Peña leyeron sus poemas; Leopoldo Minaya leyó su «Ópera moderna».
El domingo 3, como todas las mañanas dominicales de estos encuentros, se dedicaron los tiempos a la «realidad social y narración»: en esta ocasión se tributó un homenaje a la obra de la narradora santiaguera Sandra Tavárez. De Miguelina Medina se leyó un estudio a Matemos a Laura, libro de cuentos de esta autora. Bruno Rosario Candelier expuso cobre «la narración de cuentos de Sandra Tavárez» y Sandra Tavárez testimonió sobre sus creaciones. El narrador vegano Rafael Hernández leyó uno de sus cuentos.
La nueva sesión sabatina, el día 23, fue dedicada a la «creación ensayística y artística». Miguel Ángel Durán leyó su estudio «Ciencia, arte y moral en la cultura»,y Luis Quezada Pérez «Los desafíos de la moral». La sesión de la noche, la ponencia central abordó el tema «literatura, moral y creatividad»: Bruno Rosario Candelier expuso sobre «Lengua, moral y cultura en el arte de la creación». En la hora para la lectura de poemas, titulada por el maestro como «Inspiración y creación poética», Sandra Berroa leyó su poema sin nombre al cual sugerimos nombrar «Nadie te alimentó a ti», y Miguel Ángel Durán sugirió que se llamara «Soledad». Elidenia Velásquez leyó «Otoño», de su libro Lágrimas de otoño; William Acevedo Fernández, «Los cuadros de cristal»; Andrés Ulloa, de su poemario Ángela, su poema «1»; también Josanny Moní leyó un poema y Leopoldo Minaya su obra completa «Ópera moderna».
La sesión del domingo 24, dedicada a la «realidad social y narración», Miguelina Medina presentó una «Valoración de Barrabás, novela de Pär Lagerkvist» (leído hermosa y sensiblemente por Carmen Estrada y Josanny Moní). «Un cuento de inspiración idiomática» fue leído por su autor Rafael Peralta Romero. Finalmente, un acto solemne, con el historiador de La Vega Rafael Hernández, y con la autorización de don Bruno Rosario Candelier, tuvo lugar en este escenario: El historiador y académico correspondiente leyó su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua: «Notas periodísticas sobre el origen y creación de la Academia Dominicana de la Lengua», quien en funciones lleva ya una década. El discurso de recepción estuvo a cargo del académico de número Rafael Peralta Romero, quien es también secretario de la institución. Recibió la presea que acredita el hecho de parte del director, don Bruno Rosario Candelier, junto a sus regocijados amigos.
Del discurso de Bruno Rosario Candelier sobre la inteligencia artificial
Uno de los notables discursos sobre la inteligencia artificial fue el del director de la Academia Dominicana de la Lengua, y maestro del Interiorismo, don Bruno Rosario Candelier, quien manifestó: «La palabra inteligencia viene de los vocablos latinos intus (‘dentro’) y legere (‘leer’), que significa ‘leer dentro’, es decir, capacidad para comprender el sentido de las cosas. El concepto implicado en la palabra “inteligencia” entraña el talento para entender y valorar el significado de las cosas. Y el vocablo artificial procede del latín artificialis (‘producto del ingenio humano’), que alude a lo que da forma a un dato material o a un concepto».
Explicó que «la creación es una actividad de nuestra inteligencia, un soplo de la intuición cual aliento divino, que da forma y sentido al producto de la inteligencia o de la imaginación. Y la creación tecnológica del ámbito científico, llamada inteligencia artificial, recrea y transforma operaciones científicas y artísticas a imitación de la creación del intelecto de los pensadores, científicos y artistas». Expresó que «la inteligencia artificial (IA), concebida para crear programas informáticos que ejecuten operaciones similares a las de la inteligencia humana, es un aparato electrónico de singular impacto en la actualidad. La IA es una creación de la electrónica y, según consigna el diccionario académico, la IA crea programas informáticos para elaborar “operaciones comparables a las que realiza la mente humana” (Diccionario de la lengua española, Barcelona, RAE-ASALE, 2014, p. 1252)».
«La presencia de la inteligencia artificial ha concitado dos actitudes: la de quienes tienen una vocación de modernidad y renovación, que saludan su existencia como expresión de vanguardia científica y desarrollo tecnológico en un mundo avanzado; y la de quienes observan con precaución y cautela la aparición de esa creación de la tecnología científica porque temen que genere la supresión de puestos de trabajo y entrañe una alteración de nuestra mentalidad y de nuestra lengua, motorizada por máquinas diseñadas que podrían alterar la singular dotación de la conciencia humana. Darle prestancia y responsabilidad a un equipo tecnológico que suplante el rol de la inteligencia humana concita en el intelecto pensante interrogantes que cuestionan a la IA un posible avasallamiento de la inteligencia humana. Desde luego, serán los resultados los que determinarán la validez o no de la IA y su incidencia en la vida social y cultural».
Sostuvo que «cuando don Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, recibió en la Casa de la Lengua a la nueva académica de la corporación española, la doctora Asunción Gómez-Pérez, cuyo discurso de ingreso fue sobre la inteligencia artificial, el jurista y académico cordobés, al ponderar el progreso que entraña la IA, subrayó que “existe la percepción de que abre un horizonte revolucionario para el uso y la regulación de la lengua”, aunque también advirtió sobre sus riesgos, y consignó la necesidad de “establecer límites jurídicos y éticos para la protección de valores y derechos, sea por la vía de la autorregulación o por medio de la regulación” (Santiago Muñoz Machado, “Discurso de ingreso de la doctora Asunción Gómez-Pérez en la RAE”, Madrid, 21 de mayo de 2023)».
Apuntó que, «como en diversas actividades científicas y artísticas, a la literatura está llegando el influjo de la inteligencia artificial». «La inquietud, entre estudiosos y creadores del arte de la creación verbal, es saber cómo podrá influir la IA en el fuero de la intuición, clave para la percepción del sentido de fenómenos y cosas. En el plano de la valoración estética no hay duda de que la IA puede recrear el contenido de una obra, así como crearla e interpretarla. En tal virtud, la IA puede describir ambientes, caracterizar personajes e identificar hechos, los tres factores de la narración literaria. A la luz de los principios, valores, ideales, criterios y normas, algunos cuestionan el rol de la IA en la vertiente moral y la dimensión espiritual, así como la posible interferencia y suplantación de la creatividad del autor por la IA en el ámbito intelectual, estético y científico».
Ponderó que «es indudable que en el plano formal la IA puede contribuir con su aporte de renovación o transformación mediante la intervención de la maquinación tecnológica. Con razón algunos intelectuales advierten que el uso de la inteligencia artificial en el lenguaje y la literatura puede alterar la estructura de la lengua, y, aunque la IA pueda crear, es necesario ponderar los principios éticos y normativos para mantener el predominio de la intervención humana ante la inminencia avasalladora de la IA».
Y agregó: «El aporte de los avances y los recursos de la tecnología intervienen en el arte y en la ciencia con el fin de ayudar al hombre en su lucha para aprovechar el aporte de la naturaleza. Mediante el desarrollo de la creatividad, avanzamos hacia el progreso con el auxilio del intelecto, la imaginación, la intuición, la memoria y la pasión. Y, en tal virtud, ninguna máquina debe supeditar lo que nos distingue y enaltece, aunque nos ofrezca avances sorprendentes. En tal virtud, el uso de la técnica entraña la valoración de la ética contra desenfrenos, aberraciones y maldades. Porque la moral, como los ideales y la espiritualidad, han de morigerar las extravagancias de la sinrazón y los desafueros de quienes ignoran los principios que le han dado sustancia y sentido a la cultura y a nuestra cosmovisión».
«Por eso muchos advierten el riesgo de una modernización tecnológica, como la inteligencia artificial —puntualizó—, para evitar que avasalle los principios de la moralidad y las pautas de la espiritualidad, factores claves para preservar la cultura humanística y la esencia de la inteligencia humana. La experiencia enseña que la ciencia y la tecnología colaboran con las necesidades humanas. Nos hemos desarrollado con el auxilio de las potencias de la conciencia y la sensibilidad auxiliados por el progreso y la renovación. En el ámbito de la electrónica (radio, teléfonos y televisión, vehículos de transporte, aparatos electrónicos de oficina, facturación de servicios, aporte creativo en las ciencias y medios tecnológicos en varias disciplinas), la creación de la IA ha hecho contribuciones significativas en la actualización y renovación tecnológica».
Y señaló: «Desde luego, si el usuario de la IA carece de moral y de principios, y opta por hacer daño, la IA sería un vehículo de destrucción, por lo cual hay que controlar su uso para evitar que científicos, intelectuales y artistas sin probidad moral hagan una labor dañina. Cuando se mencionan los deepfakes con videos creados por la IA para difundir noticias falsas e informaciones manipuladas que distorsionan la verdad y hacen daño con la falsa apariencia de un origen genuino, es un mal que hay que rechazar. De ahí la necesidad de regular el uso tecnológico de la IA para evitar daños, injurias y perjuicios».
«Aunque siempre hay quienes hacen un uso indebido de los avances tecnológicos, oponerse por esa razón al avance del desarrollo y al progreso no es lo apropiado, sino tratar de que se usen los recursos de la ciencia y la tecnología con un criterio edificante y bienhechor. Se pueden aprovechar creadoramente la tecnología y cuanto coadyuve al desarrollo y el ascenso material y al crecimiento espiritual de la conciencia mediante el concurso de los bienes materiales porque la educación y la cultura, así como las artes y las ciencias, se crearon para hacer más confortable la existencia y más hermosa la vida» [Puede leer completo este discurso, y otros mencionados en esta reseña, accediendo al portal de la Academia Dominicana de la Lengua.
Del discurso del teólogo Luis Quezada: «Desafíos de la moral en el siglo XXI»
«Una tesis, como punto de partida», que desarrolló Luis Quezada fue: «Pienso que la gran diferencia entre el siglo XX y XXI es que en el primero vivimos una euforia alucinante con relación al crecimiento exponencial de la ciencia y la tecnología, que modificaron radicalmente la economía, la política, la educación y la familia; y que en el siglo XXI comenzamos a sentir una preocupación galopante de que el denominador común de todos los problemas y desafíos que tiene actualmente la humanidad son de carácter ético». Y puso tres ejemplos:
- «La famosa crisis económica del 2008», la cual «demostró que el principal componente de la misma no era económico, sino ético».
- «La crisis ecológica que vive actualmente el planeta, según la ONU, su mayor componente es de carácter ético.
- «Los mayores desafíos que se prevén en el horizonte sobre el desarrollo compulsivo de la inteligencia artificial son de carácter ético».
Y añadió a la lista:
4. «El desánimo actual por la democracia es de carácter ético.
5. La corrupción e impunidad que han arropado las sociedades latinoamericanas —por mencionar nuestro entorno geográfico— es de carácter fundamentalmente érico».
6. La disolución familiar a la cual asistimos es de carácter ético.
7. La violencia salvaje, las olas de discriminación social, sexual y racial; las bandas que controlan países; la brutal manipulación de los medios; la inseguridad ciudadana, y muchísimos aspectos más, tienen un fuerte componente ético».
«En otras palabras, la ética está de moda; la ética está de vuelta; ya dejó de ser cenicienta social. Recordemos que el siglo XIX, con su romanticismo científico, trató a la ética como una “cenicienta social”, como algo que hay que guardar en el baúl de los recuerdos porque ya no tiene nada que aportar. Sin embargo, hoy advertimos que en la comunidad científica y tecnología hay una creciente preocupación ética por los avances desorbitados y descontrolados en materia científica y tecnológica. Vivimos hoy un S. O. S. ético».
Señaló que «las tres grandes revoluciones ya están exigiendo un nuevo paradigma ético: la revolución atómica, la revolución informática (facilitando hasta el extremo las comunicaciones, pero sacrificando la privacidad de los usuarios y permitiendo la transmisión indiscriminada de violencia y pornografía que no ha sido posible controlar) y la revolución genómica (que ya tiene control del mapa del genoma humano y control cuasi absoluto del ADN para provocar lo que se quiera, desde neobacterias y neovirus, hasta los experimentos de clonación que parecen sacados de revistas de ciencia ficción».
E hizo la pregunta: «Ética y moral ¿son sinónimos, antónimos o realidades conexas?». Explicó que «“ética” viene del griego “ethos”, que significa ‘ser’. La ética tiene que ver con los principios, las convicciones, las opciones fundamentales, los valores». Y agregó que «“moral” viene del latín “mores”, que significa ‘comportamientos, costumbres, conducta’». Aclaró que «no son sinónimas ni antónimas, sino realidades conexas»: «La ética es la fuente de la moral. La ética son las convicciones. La moral son los comportamientos. La moral comienza en la ética. La moral es miope cuando solamente se fija en los hechos, las acciones; es visionaria cuando sus antecedentes son los valores, las actitudes, las opciones fundamentales. La correa de transmisión ético-moral es la siguiente: Las opciones fundamentales crean las actitudes; y de estas brotan los actos, las acciones, los hechos concretos. La ética y la moral se exigen y completan y complementan mutuamente»», enfatizó el teólogo Quezada Pérez.
Terminó con las palabras de la interiorista Keila González Báez, cuales traducen el sentir de todos los que han recibido el alimento de esta gran escuela y de su gran maestro a través del tiempo: «Bendigo el día que Bruno Rosario Candelier, sentado en una mecedora de la galería de su casa, intuyó que había una dimensión en la literatura dominicana que no se le había puesto la atención suficiente. Esa dimensión esencial, trascendente, místico-poética y espiritual, dio como resultado la creación del Movimiento Interiorista. Ese movimiento que estoy segura los jóvenes del futuro conocerán a través de los libros de literatura dominicana, y unos cuantos tendremos el privilegio de decirles a nuestros descendientes que somos un fragmento de esa parte laudable de la literatura hispanoamericana».
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