Timbí de palabras
Cómo usar los conectores sin enredarse en el intento

La semana pasada esta Eñe llegó con un macuto cargado de conectores. Aun así, todavía quedaron algunos en el tintero. Recordemos que las palabras nunca están solas, se enlazan, se encadenan, se vinculan.
En nuestras manos está que no se enreden, y para eso tenemos los conectores. Una buena colección estas pequeñas piezas nos viene como anillo al dedo para poner orden en nuestras palabras y, con ellas, en nuestras ideas. Y, sobre todo, ayudan a que se nos entienda cabalmente.
¿Llenamos otro macuto de conectores? Vamos allá. Empecemos por los conectores consecutivos, o ilativos, que también se llaman así. Están a nuestro servicio para introducir lo que consideramos que es la consecuencia lógica o natural de lo que acabamos de decir: La lectura nos hace crecer; así pues, ¿a qué esperamos para leer?
El conector así pues funciona como una bisagra entre las dos frases y, además, aporta el matiz significativo de que la segunda es una consecuencia natural o coherente de la primera. Si quieren variedad, prueben a usar en consecuencia, entonces, por consiguiente, por tanto, por lo tanto.
Opciones no nos faltan; por tanto, no hay excusas.
Enlazar palabras
A veces lo que necesitamos es explicar o aclarar lo que hemos expresado; es decir, hacerlo más fácil de comprender. Para eso tenemos los conectores explicativos. Y también tienen donde elegir: es decir, a saber, esto es, o sea.
Cuidado con la ortografía de este último, que está formado por la conjunción o y sea, subjuntivo del verbo ser. Se escribe separado y sin tilde. Esto es, nada que ver con el adjetivo ósea ´de hueso´.
Si nuestra intención es redundar en lo que hemos dicho, pero presentándolo de otra manera o utilizando otras palabras, dicho de otra manera, reformulando lo dicho, siempre nos serán útiles los conectores reformuladores.
En otras palabras, estos conectores nos ayudan a replantear de forma distinta lo que acabamos de decir en aras de que nuestro mensaje quede bien claro. Ahí tienen ustedes dos conectores reformuladores más para sus árganas.
Si me leen cada semana saben que me gustan los ejemplos. En estas Eñes, el ejemplo siempre es un texto del que se echa mano para comprobar o ilustrar el funcionamiento de una palabra o la aplicación de una regla ortográfica.
Cuando queremos introducir un ejemplo en nuestra expresión vienen en nuestro auxilio los conectores ejemplificativos: así, así por ejemplo, por ejemplo.
A estos añadan el precioso verbigracia; si lo prefieren, en latín, verbi gratia, escrito en dos palabras y en cursiva por tratarse de una expresión latina, cuyo significado literal en esa lengua es ´por gracia de la palabra´.
Recuerden que las palabras de otros idiomas que usemos en nuestros textos debemos escribirlas en cursiva; por ejemplo, las expresiones latinas como verbi gracia.
La ortografía siempre está presente. No basta con elegir las palabras apropiadas; no basta con conectarlas para formar frases; no basta con tener el macuto timbí de conectores para enlazar unas frases con otras, expresarnos y hacernos entender.
Hay que saber también cómo escribirlas correctamente y cómo marcar sus límites con los signos de puntuación. Estoy segura de que ustedes, que, como yo misma, aspiran a dominarla, habrán prestado atención a la particular relación entre conectores y comas. Si no es así, nos espera un nuevo macuto la próxima semana.