Salud física y mental: ¿cómo se relacionan?
Ambas van de la mano e influyen en nuestro bienestar, en una mayor o menor medida
No hay salud física sin salud mental, y viceversa. Ambas se relacionan entre sí, dado que nuestro cuerpo es el vehículo y nuestra mente es el motor que permite que se mueva de una manera saludable. La reflexión la hace el psicólogo clínico y de la salud Felipe Meregildo.
Luego de la pandemia de COVID-19, desde la OMS han abogado por la integración de la atención de la salud física con la mental, tomando en cuenta que ambas van de la mano e influyen en nuestro bienestar, en una mayor o menor medida.
"La salud mental y la física están estrechamente relacionadas a nivel biológico, debido a la interacción de múltiples sistemas y procesos del cuerpo", explica el profesional de @mentalmenterd. "Nuestras emociones activan una serie de sustancias a nivel interno que son las responsables de que el cuerpo pueda seguir realizando funciones específicas y, de igual manera, cuando físicamente nos ocurre algo, esas sensaciones van al cerebro y ocasiona que mentalmente nos veamos afectados".
Así afecta una a la otra
Una salud mental deteriorada llega a afectar de manera significativa a nivel físico. Problemas cardíacos, respiratorios y gastrointestinales, así como enfermedades crónicas y afecciones relacionadas con un sistema inmunitario débil son algunas de las consecuencias físicas de no cuidar el bienestar emocional. También se pueden presentar síntomas como caída del cabello, agotamiento físico constante, dolores musculares e insomnio.
En la otra cara de la moneda está la carga emocional que representan ciertas enfermedades físicas para quienes la padecen. "Cuando atravesamos alguna afección crónica como cáncer, diabetes, asma, o incluso una gripe común, se afecta nuestro estado de ánimo", refiere Meregildo.
Las manifestaciones van desde la falta de motivación para hacer tareas cotidianas hasta perder las ganas de seguir adelante, en algunos casos debido a la desesperanza y la incertidumbre de qué pasará.
"Estar pensando constantemente en qué nos depara el futuro con relación a la enfermedad física que se padezca genera altos niveles de ansiedad, que se traducen en dificultades para concentrarnos en nuestras actividades del día a día, deterioro de nuestras relaciones sociales, que luego puede llevar al aislamiento", señala.
A eso agrega: "Otras veces, las enfermedades conducen a la depresión, el estrés, la baja autoestima y otras patologías que pudieran ser incluso efectos secundarios de la medicación, como el cambio de humor, insomnio y ansiedad".
El psicólogo aclara que estas respuestas emocionales son normales y naturales, pues el paciente siente que ha perdido el control sobre la propia salud, situación que puede desencadenar sentimientos de impotencia.
Cómo cuidarnos
Ya está claro que debemos cuidar de ambas dimensiones de la salud si lo que buscamos es el bienestar integral. Pero ¿cómo hacerlo? La clave, de acuerdo con Meregildo, está en realizar actividades sencillas que nos hagan bien, que podamos convertir en hábitos.
Entre esas buenas prácticas cita mantener una buena higiene del sueño, una alimentación balanceada, hacer actividades físicas, meditar, limitar el uso de la pantalla del celular, limitar la exposición a noticias negativas, establecer rutinas y fomentar el autocuidado.
"Es importante que de la cantidad de horas que pasamos activos en el día, podamos tomar algunas diariamente para hacer algo que nos guste, de manera individual, con familiares o amistades", sostiene. Pero ojo, aclara que no se trata de obligarnos a realizar esas actividades de manera rígida, pues más que bienestar podemos llegar a sentirlas como una obligación. Se trata de poder ser flexibles, escuchar nuestro cuerpo y prestarle atención a lo que pide.
Para garantizar el bienestar completo, indica que es fundamental buscar ayuda de los profesionales competentes en cada área.