¿Qué puedes hacer si tu hijo no quiere comer?
El hambre tiende a disminuir en los niños por diferentes razones
La falta de apetito y las pocas ganas de comer de los niños son, probablemente, de los temas que más abordan los padres en las consultas pediátricas. ¿Tiene que ver con una falta de vitaminas, una enfermedad o es simple capricho? La realidad es que el hambre tiende a disminuir en los niños por diferentes razones.
Ante un niño que no tiene apetito, lo primero que se debe hacer es descartar que no tenga alguna condición de salud que la esté generando mediante una evaluación pediátrica. Así lo explica el psiquiatra Edison Rodríguez, especialista en terapia infanto-juvenil y trastornos de conducta alimentaria. Entre esas condiciones menciona problemas hormonales y problemas gastrointestinales.
El profesional de @lotuscentrointegral refiere que, desde el punto de vista de la salud mental, los niños pueden reducir la ingesta o rechazar los alimentos por situaciones fóbicas (miedo a lastimarse o atragantarse), así como otras situaciones ansiosas o depresivas.
"En nuestro clima cultural contemporáneo, los niños están bombardeados desde temprana edad por las redes sociales y demás fuentes de información", explica Rodríguez. "Estas pueden llevarlos a desarrollar problemas con su autoestima y percepción corporal cada vez más temprano, por lo que pueden presentar los inicios de una conducta alimentaria desordenada".
Otra causa de la pérdida de apetito en niños de las nuevas generaciones es el uso excesivo de las pantallas. "Muchos padres permiten que sus hijos consuman dispositivos al tiempo que se alimentan, lo cual puede suplantar el placer natural que recibimos de los alimentos por el placer artificial que producen las pantallas", indica.
No hay que obligarlos a comer
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de California, más de un 80 % de los padres y cuidadores obliga a comer a los niños. Si bien se trata de una práctica común, los profesionales de la conducta advierten que no es lo correcto.
"De ninguna manera se obliga a los niños a comer, ni trencito, ni avioncito, ni nada", puntualiza el psicólogo infanto-juvenil Anderson Batista. "Los adultos sí tienen derecho a obligarlos (a los niños) a bañarse, porque no tienen consciencia de estar sucio o limpio, pero sí tienen claro cuándo tienen hambre o no".
Los únicos casos en los que es permitido aplicar castigos, restricciones o consecuencias por no querer comer es cuando se trata de una situación puntual. Si es una situación que se presenta con frecuencia, Rodríguez señala que no basta simplemente con obligar al niño a ingerir alimentos.
"Debemos investigar la parte médica y también cuestionar de una manera pacífica y comprensiva los motivos de la pérdida de apetito o el rechazo al alimento", dice el psiquiatra. Utilizar la fuerza física o estrategias de manipulación afectiva solo empeora la situación e incluso debilita la relación padre-hijo.
Qué hacer
Edison Rodríguez y Anderson Batista les comparten a los padres siete recomendaciones para abordar de forma correcta la falta de apetito de sus hijos:
- Establecer una rutina. Ofrecerles cada comida del día a la misma hora mejorará la relación de tus hijos con los alimentos.
- Si se niegan a comer, mantén la calma y pregúntales: ¿te gustaría comer ahora o esperamos cinco minutos?
- No "les busques demasiado la vuelta" al rechazo a los alimentos. Muchas veces, los padres refuerzan conductas a través de estrategias como, por ejemplo, cocinar diferentes platos para cada miembro de la familia o para miembros en específico.
- Dales la opción de consumir el alimento más adelante, pero no les permitas obviar el alimento: les puedes guardar la comida para más tarde, pero no preparar o comprar otras cosas.
- Entiende desde donde viene el rechazo al alimento (temor, asco, desagrado o experiencias negativas pasadas).
- Evita condicionarlos o predisponerlos. "Te daré a probar, pero no creo que te guste", "Le pueden ofrecer, pero a Juancito no le gustan los espaguetis" o "Juancito solamente come esto de tal forma", son frases que comúnmente usan los padres que predisponen a sus hijos a no querer comer ciertos alimentos.
- No los alimentes poco tiempo antes de las comidas, ya que, por lógica, no tendrán hambre y no querrán comer.