Tambores de guerra
Desentrañando las múltiples caras de la guerra en el lenguaje
El mundo a veces nos desanima. Lo observamos desde las pantallas y nos parece que no vamos a aprender nunca. Y los diccionarios lo reflejan tal y como es; basta con abrirlos por la entrada dedicada a la palabra guerra. En nuestra lengua este sustantivo, con origen en el germano werra ´pelea, discordia´, se combina con infinidad de complementos que nos dicen alto y claro la capacidad de infamia a la que podemos llegar como sociedad.
Repasen conmigo, si no, las expresiones que registra el Diccionario de la lengua española cuyo núcleo es el sustantivo guerra. Empecemos por el relato del horror que se esconde detrás de los tipos de guerra según el armamento que se utiliza: guerra atómica o nuclear, guerra biológica, guerra electrónica, guerra química e, incluso, guerra sicológica o guerra de nervios, expresiones que han traspasado las fronteras bélicas para utilizarse metafóricamente en el lenguaje cotidiano referidas a la ´tensión nerviosa que produce una situación límite´. Cuando se dejan de lado las armas se recurre a la guerra fría. A veces las armas son otras, y sufrimos guerra de cifras o guerra de precios. Si no es por el armamento, las definimos por la táctica empleada: guerra campal, en campo abierto, por contraposición a la guerra de posiciones o de trincheras, guerra a muerte o sin cuartel; hasta guerra preventiva. Las más abyectas, si es que en esto de las guerras puede haber gradación, la guerra civil y la guerra santa. Podemos mantener una guerra abierta, con una enemistad declarada, o una guerra sorda, con una hostilidad latente, pero, tanto en los enfrentamientos armados como en la vida cotidiana, suele aparecer la guerra sucia.
Detengámonos a reflexionar por un momento qué dice de nosotros que hasta en las palabras suenen tambores de guerra.