Ñoña con las palabras
La expresividad lingüística de ñoño en la cultura dominicana
Las palabras patrimoniales del español han desarrollado con el tiempo nuevas acepciones en América. Como amante de la letra eñe, vinculada tan estrechamente a nuestra lengua y a nuestro abecedario, disfruto especialmente con las palabras que la contienen.
Una de mis preferidas es el adjetivo ñoño, ñoña. Su origen está en el latín nonnus, que significaba, como registra el Diccionario de la lengua española, ´anciano´ y ´preceptor, ayo´. En el español general se dice que es ñoña una cosa sosa, de poca sustancia, y, coloquialmente, una persona apocada o corta de ingenio.
Como muestra de la creatividad léxica y semántica del español dominicano basta con repasar los innumerables sentidos que este adjetivo, usado también como sustantivo, ha generado en esta tierra y que encontramos registrados por el Diccionario del español dominicano. Somos ñoños con alguien o con algo si sentimos especial inclinación o predilección por él. Yo, por ejemplo, soy ñoña con mis libros. Son ñoñas las personas mimadas y consentidas y también aquellas que gustan especialmente de que las mimen y consientan. Con este sentido nos parece ver a algunos niños más que ñoños, pero también hay por ahí muchos que ya no son niños haciendo gala de ñoñería. Son ñoñas las personas muy susceptibles o muy delicadas. Son ñoñas las personas y las cosas que muestran un sentimentalismo fingido o exagerado. A mí, por ejemplo, me dan urticaria las películas y las novelas ñoñas.
Ya ven que no exageraba cuando les hablaba de creatividad léxica. Al menos, cinco nuevos sentidos para una sola palabra. A estos tendremos que sumarles los que se han creado en otras variedades del español en América. Y la semana próxima nos detendremos en sus usos como sustantivo. Ni modo, soy ñoña con nuestras palabras.