Jugar al despiste
Seguirle el paso a las palabras no siempre es fácil
Seguirle el paso a las palabras no siempre es fácil; un cambio en la forma o en el significado genera una cascada de nuevos cambios que, a veces, nos hacen perderle la pista. Tanto llega a cambiar que puede llegar a resultarnos ireconocible. Vamos a fijarnos hoy en la «ilustre» figura del muelú. El Diccionario del español dominicano lo define como la ‘persona que tiene la habilidad para convencer a otra con palabrería’. Si lo buscan como muelú, no lo encontrarán: está registrado como mueludo, mueluda. Las formas muelú y muelúa reflejan la pronunciación popular que suprime la de entre vocales; en el femenino las vocales se mantienen, mientras que en el masculino la o final se pierde también. Estos cambios fonéticos parecen haber cambiado por completo la fisonomía de nuestra palabra original. Si, por suerte o por desgracia, nos encontramos con más de un muelú, tendremos que poner la palabra en plural. Y aquí sí que la puera retuerce el rabo. La Gramática de la lengua española establece que forman el plural añadiendo una -s todos los nombres y adjetivos acabados en vocal átona: mueludos, mueludas. En cambio, si queremos decir en plural la forma popular muelú, nos encontraremos con que termina en -ú tónica. La regla general del plural indica que en las palabras que terminan en -ú pueden alternar los plurales -s/-es. De nuevo la versión popular nos sorprende al covertirse en mueluses. No es una solución exclusiva del registro popular del español dominicano; aparece en muchas otras zonas siempre restringida a este registro coloquial y popular. ¿Qué les decía yo? De mueludos a mueluses. Si esto no es jugar al despiste…